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El copresidente del Partido de Izquierda francés, Jean-Luc Mélenchon, interviene en un acto político organizado por EUPV-IU

Un frente de izquierdas contra las políticas «austeritarias»

Fuentes: Rebelión

Solemnes y versallescos, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el de la República francesa, François Hollande, se han reunido esta semana en el Palacio del Elíseo. La puesta en escena, que ha copado portadas en los medios de comunicación, es interpretada del siguiente modo por Jean-Luc Mélenchón: «Representan el eje de la capitulación; […]

Solemnes y versallescos, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el de la República francesa, François Hollande, se han reunido esta semana en el Palacio del Elíseo. La puesta en escena, que ha copado portadas en los medios de comunicación, es interpretada del siguiente modo por Jean-Luc Mélenchón: «Representan el eje de la capitulación; son los mejores alumnos de la Europa merkelizada, que mantienen un encuentro para hablar, hablar y hablar, y luego poner en práctica las políticas de siempre».

El copresidente del Partido de Izquierda francés y eurodiputado desde 2009 por el Frente de Izquierda (que agrupa al Partido Comunista Francés, el Partido de izquierda e Izquierda Unitaria), Jean-Luc Mélenchon, ha participado en un acto político organizado por EUPV-IU con el título de «Unidos frente a la Troika». Mélenchon logró el 11% de los votos (cuatro millones de sufragios) en las elecciones presidenciales de 2012, lo que le situó en el cuarto lugar. En la segunda vuelta demandó el voto para el candidato del PSF, François Hollande, con el objeto de impedir que la derecha, encarnada por Sarkozy, revalidara su mandato. El Frente de Izquierdas rechazó integrarse en un ejecutivo de coalición tras las elecciones.

Frente al pesimismo, la desesperanza y la fatalidad ante las políticas económicas implementadas por la Troika, Mélenchon ha recordado que hay alternativas. Las mismas que le trasladó al analista político de The Guardian, Seumas Milne, en una entrevista: «El BCE tendría que poder prestar directamente a los estados miembros; (…) ¿Y qué pasa si no podemos pagar la deuda? No es grave. Los norteamericanos no pagan nada de su deuda. Continuamente se autofinancian (…). Por consiguiente, Europa no debe nada a nadie. Si Europa pagara directamente toda su deuda soberana al estado, en lugar de dar dinero a los bancos, que a continuación lo prestan a los estados miembros mientras elevan los tipos de interés y multiplican su valor por dos, tres, cuatro, cinco o siete, esto sería mucho más razonable. ¿Y cuál sería el riesgo? ¿Un poco de inflación? Bueno, ¿Qué prefiere, un poco de inflación o morir?». En diciembre de 2011 y enero de 2012 el BCE realizó préstamos a los bancos europeos por valor de 800.000 millones de euros.

En tono pedagógico, con un discurso sencillo, directo, y que no incurre en la espesura intelectual, Mélenchon insiste en una idea más que recurrente en los programas de la izquierda transformadora: «La política ha de mandar sobre la economía y, para lograrlo, nos hace falta un cambio en la correlación de fuerzas». Claro y diáfano. Precisamente para alterar las tendencias hegemónicas hoy en Europa, Jean-Luc Mélenchon reivindica el rol de Francia, actualmente la segunda potencia económica de Europa y, en menos de una década, el país con mayor potencial demográfico.

¿Por qué deben combatirse las políticas «austeritarias»? Responde el eurodiputado que, por una parte, destruyen el estado social pero, además, por su carácter autoritario, rompen con la democracia y la República. «Ser republicano consiste en un contrato político fundamentado en la libertad, la igualdad y la fraternidad; y las políticas «austeritarias» caminan en sentido contrario: atacan directamente el estado republicano, el corazón de lo que somos; lo que los franceses aprendemos leyendo las fachadas de nuestros edificios públicos, donde en ningún caso se mencionan palabras como «.

Quienes predican el «rigor mortis» económico, agrega Mélenchon, «nunca hablan de igualdad, pues la consideran una forma de violencia contra el orden natural de las cosas que, según ellos, distingue entre ricos y pobres». El dirigente del Frente de Izquierda pergeña, además, un discurso que recupera los valores morales ante una crisis que corroe los basamentos de la cohesión social: «Este modelo horrible nos acostumbra a ver a gente durmiendo en la calle», explica. Pero «hemos de insistir en que el ser humano se construye culturalmente en los actos de la solidaridad y la fraternidad, no en la competencia».

En el discurso del líder del Front de Gauche, se aprecia claramente el tinte verde de la coalición. El ecosocialismo, como alternativa al capitalismo productivista, es la única fórmula compatible con la vida humana. Es urgente reforzarla. Y no se trata, aclara Jean-Luc Mélenchon, de un apriorismo ideológico, sino de una respuesta «necesaria y profunda» a problemas acuciantes como el cambio climático (la mitad de la población francesa vive a menos de 100 kilómetros del mar). ¿Resultan compatibles el discurso obrerista y el ecologismo? Mélenchon no lo duda: «la clase trabajadora es la primera que padece en el centro de trabajo los productos nocivos para la salud». Al final, agrega, «el que elige el campo de la humanidad y del pobre, nunca se equivoca de bando». Esto es relevante porque, a fin de cuentas, «cada uno de nosotros se enfrenta a su responsabilidad individual».

La izquierda política y social lucha por otra Europa. Sin embargo, se abren continuamente nuevos frentes. El candidato por la izquierda transformadora a las últimas presidenciales francesas recuerda la última trinchera: las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, del que en España se ha informado muy escasamente. «El mandato de negociación de la UE es secreto, no se les ha facilitado a los eurodiputados. Aún así, Durao Barroso, Van Rompuy y Merkel ya han dado la bienvenida a la firma de este tratado». Un reciente artículo del catedrático Vicenç Navarro en la digital Sistema explica que la aplicación del TLC «tendrá un impacto muy negativo en el bienestar y calidad de vida de las clases populares de los países de la UE». Las grandes beneficiarias serán, a juicio de Navarro, las grandes empresas financieras, manufactureras y de servicios, lo que explica su trabajo de presión en Bruselas y Washington para redactar el tratado (2.532 lobbies movilizados en la capital belga).

Pese a que la proliferación de obstáculos que ponen cada vez más difícil el cambio social, el periodista, corrector de imprenta, profesor de francés, licenciado en Filosofía y exministro de Formación Profesional (2000-2002) durante la presidencia de Jospin, observa otros elementos que juegan a favor: «La cadena del neoliberalismo va a romperse; lo hemos visto en América Latina. Porque pegan y pegan…hasta que la olla revienta, hasta que llega el elemento , que puede ser la subida del autobús en Caracas, el precio del agua en La Paz, el en Buenos Aires o la inmolación a lo bonzo de un joven en Túnez; la consigna en todos estos países ha isdo la misma: ; y sabemos que esto acabará pasando en el sur de Europa», remata Mélenchon.

Una de las grandes tareas es prepararse para cuando llegue ese momento. Jean-Luc Mélenchon lo expresa en otros términos: «ser capaces de gobernar», es decir, «precisar nuestro programa político, concretarlo, porque la realidad siempre es muy concreta; y esto no implica rebajar nuestros sueños. El romanticismo es muy bueno, pero manejar una revolución requiere seriedad y concreción». En este proceso de transformación («la Revolución Ciudadana que proclamaban los compañeros ecuatorianos»), el copresidente del Partido de Izquierda apela a la movilización de unas masas «conscientes e intelectualmente preparadas», porque el cambio «nunca se producirá de arriba abajo».

La Revolución Ciudadana, según matiza Mélenchon, incluye el ideal clásico de Revolución Socialista. En Francia se ha materializado en los siguientes objetivos: un proceso constituyente que culmine en la institución de la VI República; los cambios en el sistema productivo y la nacionalización de los sectores incompatibles con el beneficio privado; y la introducción de cambios en la orientación de las normas jurídicas, que abran paso a un nuevo sistema basado en la cooperación, no en la competitividad. Movidos por estas «ideas fuerza», decenas de miles de franceses salieron a la calle el pasado 5 de mayo en París, desde la plaza de la Bastilla hasta la plaza de la Nación. El 1 de junio se han convocado manifestaciones en más de 50 ciudades europeas contra las políticas de la Troika.

En Francia, socialistas, comunistas, trotskistas, maoístas… «hemos conseguido subrayar los que nos une, para hacer frente a las políticas de la derecha y de los socialistas en el poder; hemos sido capaces de hacer este esfuerzo, en lugar de pasar horas y horas discutiendo sobre nuestras visiones del pasado». Y esto es mucho, teniendo en cuenta «que tenemos poco tiempo para hacer frente a lo que pronto ocurrirá», remata el líder de izquierdas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.