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NPA

Un nuevo partido anticapitalista en toda Europa

Fuentes: Corriente Alterna

Las últimas elecciones europeas han puesto de manifiesto una amplia abstención popular. Cerca del 60% de los electores/as no han votado. Esta abstención sólo puede dar una visión deformada de las relaciones de fuerza realmente existentes en Europa, pero confirma la crisis de legitimidad de la Unión Europea y de los partidos de gobierno que […]

Las últimas elecciones europeas han puesto de manifiesto una amplia abstención popular. Cerca del 60% de los electores/as no han votado.

Esta abstención sólo puede dar una visión deformada de las relaciones de fuerza realmente existentes en Europa, pero confirma la crisis de legitimidad de la Unión Europea y de los partidos de gobierno que inscriben su política en este marco institucional.

Otras grandes tendencias se desprenden de los resultados de estas elecciones. De entrada, el avance de la derecha en toda Europa. La derecha gana las elecciones en los países donde gobierna: Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Polonia, Austria, Hungría, Bulgaria, Lituania, Letonia, Eslovenia y Chipre. Este éxito de los partidos conservadores se ve acompañado en varios países por un ascenso de las fuerzas de la derecha populista y de la extrema derecha, sobre todo en Holanda, donde el partido de extrema derecha islamófobo y antieuropeo del diputado Geert Wilders ha obtenido un 16,4 % de los votos y 4 diputados. En Austria, Finlandia y Hungría las fuerzas de la extrema derecha que han desplegado en sus campañas una fuerte agitación contra la inmigración han tenido también un notable avance. En Gran Bretaña, el BNP ha obtenido dos escaños, con un 6,7 % de los votos. En Grecia ha habido también una irrupción de la extrema derecha., con el 7,2% conseguido por la organización LAOS.

La socialdemocracia, agrupada en el Partido Socialista Europeo, retrocede, en particular en los países donde gobierna: en Gran Bretaña, España, Portugal. Sufre una ruina electoral en Alemania, donde sólo consigue un porcentaje del 21%, uno de los peores resultados del SPD en su historia. Por no hablar del hundimiento del Partido Socialista en Francia (16%). Las fuerzas social-liberales tampoco progresan en Grecia, Suecia, Dinamarca, Eslovaquia o Malta.

En ciertos países, la crisis de los grandes aparatos tradicionales de la derecha y de la izquierda socialdemócrata ha dejado un importante espacio para una serie de fuerzas que van desde los ecologistas a la izquierda radical, pasando por diversas corrientes reformistas de izquierdas. Los ecologistas, con cerca de 60 diputados, salen reforzados de las elecciones. Uno de los avances más significativos ha sido el de la candidatura «Europa Ecologia» de Cohn-Bendit en Francia, que es fruto de la convergencia de dos factores: la crisis de representación política y la centralidad de la preocupación ecológica.

La organización danesa «Movimiento popular contra la UE», centrando su campaña contra la actual construcción europea, ha conseguido la reelección de un diputado, Soren Sondergaard, miembro de la Alianza Roji-Verde y de la IV Internacional.

Partidos o coaliciones como Die Linke en Alemania, el Partido Socialista en Holanda o el Frente de Izquierdas en Francia, han mantenido o aumentado sus posiciones electorales sin hacer sin embargo grandes progresos. El Partido de la Rifondazione Comunista (PRC) en Italia, con un 3,23% se queda sin representantes en el Parlamento Europeo.

En Gran Bretaña, los resultados de la izquierda radical son decepcionantes, con la lista NO2EU que sólo obtiene un 1% de los votos, igual que el SLP de Arthur Scargill.

Syriza (coalición de la izquierda radical en Grecia), pese a obtener un 4,7% de los sufragios y conseguir un eurodiputado, no consigue su objetivo de 3 diputados.

En Francia, el NPA ha consolidado su electorado (5%). Ha progresado respecto a los resultados de las listas LCR-LO en las elecciones europeas de 2004 (+2,3 %) sin haber conseguido un diputado europeo.

Para muchas organizaciones de la izquierda anticapitalista, estas elecciones eran su «bautizo de fuego» electoral. El Partido Polaco del Trabajo, Izquierda Anticapitalista en el Estado español, Iniciativa Obrera en Suecia, la lista LCR-PSL en Bélgica, el SSP en Escocia y Antarsya (coalición anticapitalista en Grecia) han hecho buenas campañas, pero sus resultados no han superado el 1%. En cuanto a la izquierda anticapitalista, hay que subrayar los resultados del Socialist Party en Irlanda, que obtiene, después de la campaña del No irlandés al Tratado de Lisboa, un diputado a Bruselas. De hecho, el único éxito indiscutible de la izquierda anticapitalista se produce en Portugal con el Bloco de Esquerda, que obtiene un 10,73% de los sufragios y tres diputados al Parlamento Europeo.

Es siempre difícil extraer lecciones generales sobre relaciones de fuerza sociales y políticas con un escrutinio marcado por una abstención de cerca del 60 % de los electores. Pese a ello, los primeros efectos socioeconómicos de la crisis -despidos, aumento del paro, pérdida de poder adquisitivo- no han producido movimientos de radicalización electoral, hacia la izquierda o en un sentido anticapitalista. El ascenso del Bloco de Esquerda constituye una excepción.

Hay una paradoja: las formaciones políticas de la derecha neoliberal, instigadores de los ataques antisociales, flanqueadas por las derechas populistas o la extrema derecha, se ven confirmadas por el escrutinio de las europeas.

Podíamos pensar que la crisis favorecería las ideas anticapitalistas. La situación, en cambio, es más compleja. Las resistencias sociales, que no han desembocado todavía en luchas del conjunto de las/os asalariadas y de la juventud, no producen mecánicamente una alternativa anticapitalista. Los Partidos Socialistas, al hundirse con la crisis, ciertamente liberan nuevos espacios; pero los avances de la izquierda anticapitalista siguen siendo desiguales. Para una serie de organizaciones, los inicios han sido sin embargo prometedores.

Ahora hay que proseguir con una política que estimule las movilizaciones sociales contra la crisis económica y ecológica y favorezca una acumulación de fuerzas que haga cada vez más creíbles las soluciones anticapitalistas, en completa independencia respecto a las direcciones de la izquierda tradicional. Es esta la vía para construir un polo anticapitalista europeo.