Lenin, el revolucionario ruso de quien se recordará recientemente el sesquicentenario de su nacimiento, usó esta frase: “Un paso adelante, dos pasos atrás”, para referirse a los ires y venires de la social democracia y el reformismo en la vieja Rusia de los Zares, en junio de 1904.
El recuerdo viene a cuento porque con ella el líder bolchevique asegura que “en toda lucha larga, tenaz y apasionada, comienzan a diseñarse generalmente, al cabo de cierto tiempo, los puntos de divergencia centrales, básicos, de cuya solución depende el desenlace definitivo de la campaña y, en comparación con los cuales, pasan cada vez más a segundo plano todos y toda clase de pequeños y mezquinos episodios de la lucha”. Pues bien, la imposición del Gabinete Cateriano, tiene mucho que ver en esta historia.
En el Perú la Pandemia –a la par de inmensos daños inferidos a la salud y a la vida- puso en evidencia la casi soterrada lucha de clases que enfrenta a distintos segmentos de la sociedad.
Tras las trapacerías de los empresarios y su desmedido afán de lucro, las presiones de la CONFIEP, el negocio de las Clínicas privadas, la especulación de las farmacias, el manejo del gas y las triquiñuelas de las AFPs; ha asomado como una hidra de mil cabezas la política de la clase dominante, empeñada en descargar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo.
Esto es lo que ha dado lugar a una “lucha larga, tenaz y apasionada…” , a la que queremos referirnos, y nacimiento al Gabinete Cateriano. El, cierra una etapa, y abre un periodo en el que las cartas aparecerán jugadas de modo más nítido y trasparente.
Los puntos de divergencia se perfilarán mejor y pasarán a segundo plano otros, que hasta ayer parecían ser los esenciales. En otras palabras, Lenin -y el nuevo Gabinete- nos han vuelto a la realidad.
Vizcarra aspira a que este equipo de gobierno cierre su gestión. Y cree que será exitosa si derrota a la Pandemia, recupera la economía y asegura los comicios del 2021. Ese es el “programa”, y la gestión que le ha sido encomendada a los ministros que ya asumieron sus cargos. En el fondo de tal propósito, asoman las orejas del lobo neo liberal duramente cuestionado por la ciudadanía.
A partir de este “programa” dos habrán de ser los perfiles básicos del nuevo Gabinete: Para “reactivar la economía”, se apoyará sin cortapisas en los empresarios y sus organizaciones; y podrá en la mira a los trabajadores. En otras palabras, verá las cosas a la inversa de lo que debiera.
Para Pedro Cateriano, lo fundamental para este efecto, es la inversión privada. Es -dice- la herramienta que nos permitirá “superar la crisis”. Y es exactamente al revés: la única fuerza capaz de sacar de la crisis a un país, no es el dinero, sino la fuerza que lo produce. Y esa fuerza, son los trabajadores.
Sin ellos, no hay producción que valga, ni riqueza que se pueda crear. En otras palabras, los trabajadores son la principal fuerza productiva del país. Con ellos, es posible construir el futuro. Sin ellos, el dinero carecerá completamente de valor.
Eso lo han constatado, incluso, los ricos en la crisis sanitaria que nos agobia. Su vida, ha dependido de los trabajadores de la salud; su higiene, de los trabajadores municipales; su tranquilidad, de los trabajadores con uniforme; su alimentación, de los trabajadores de los mercados. Y la riqueza, de los agricultores que sembraron la tierra, y no de las excavaciones mineras.
Pero es claro que en esta crisis, los empresarios peruanos –como los desterrados de Coblenza a inicios de 1800- nada han aprendido, y nada han olvidado. Vuelven con sus a la misma política, confirmando que el hombre, es el único animal capaz de chocar dos veces con la misma piedra.
Para “reactivar la economía”, los Ministros no pensarán así en los trabajadores, sino en la inversión minera, y en las facilidades que se otorguen a la “inversión privada”. Conga, las Bambas y el Valle de Tambo volverán a ser el escenario de la confrontación. Y la resuelta defensa de los recursos naturales y la soberanía nacional; la bandera de un pueblo dispuesto a combatir.
Lo otro, deriva de lo anterior. Si los empresarios presentaron 50 mil expedientes para acogerse a la “suspensión perfecta” y despedir a sus trabajadores, y sólo mil fueron autorizados a hacerlo; a partid de ahora los 49 mil restantes podrán reír con optimismo: los “protocolos” serán dejado de lado y la autorización de despidos será imparable. Para ese efecto, el procaz y racista ministro de Trabajo Martin Adolfo Ruggiero Garzón está pintadito. A su juego lo llamaron
Antes de la Pandemia, el 72% de la PEA era informal. Eso, equivalía a algo más de ocho millones de trabajadores. Hoy, ya fue aceptado el despido de 2 millones y medio; y en unas semanas más, la cifra aumentará. Más de diez millones de trabajadores, sorberá la sopa del desempleo.
En ese marco, lo que está en juego, entonces, es un problema esencialmente político e ideológico. Objetivamente, lo que encarna el nuevo equipo de gobierno, es el Neo Liberalismo en su más prístina dimensión.
Lo que recuperara el Gabinete, no será la economía del país, sino la tranquilidad de los ricos. Estamos advertidos. Lo ha dicho María Isabel León.
Dando un paso adelante -combatir la corrupción.- Vizcarra dio dos pasos atrás: la mano generosa a los empresarios, y el garrote feroz a los trabajadores. (fin)