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El proceso de paz irlandés

Un viaje que aun no ha terminado

Fuentes: Rebelión

El escritor irlandés George Bernard Shaw afirmó en una ocasión: «hay personas que ven las cosas como son y se preguntan por qué. Yo sueño cosas que nunca fueron y me pregunto por qué no». Quizás sea una buena manera de expresar la diferencia de enfoques entre el Estado y los movimientos de liberación (insurgencias) […]

El escritor irlandés George Bernard Shaw afirmó en una ocasión: «hay personas que ven las cosas como son y se preguntan por qué. Yo sueño cosas que nunca fueron y me pregunto por qué no». Quizás sea una buena manera de expresar la diferencia de enfoques entre el Estado y los movimientos de liberación (insurgencias) cuando se proponen abordar y conseguir llevar a buen puerto procesos de paz.

Un 9 de abril, hace ya dieciocho años, se firmó en Irlanda el llamado Acuerdo del Viernes Santo (Good Friday Agreement). Luego de cuatro largos años de conversaciones y diálogos los Gobiernos de Gran Bretaña e Irlanda, las fuerzas republicanas y nacionalistas, y los unionistas del Norte consiguieron acordar un documento guía para cerrar un largo y costoso conflicto político y social, que tenía su expresión también en el campo de las armas y la violencia.

El punto de inflexión lo había marcado el IRA (Ejército Republicano Irlandés), el 31 de agosto de 1994, al proclamar un «alto el fuego unilateral y permanente».


Hoy a dieciocho años de aquel acuerdo del Viernes Santo la realidad de Irlanda es sustancialmente diferente y un referéndum sobre la unidad de la Isla, una de las principales demandas de los republicanos, parece estar más cerca que nunca. Sin embargo este hecho no es consecuencia de la casualidad sino del trabajo constante y coherente del Sinn Fein, una agrupación política y social que ha pasado, en estos pocos años, de ser un partido con implantación casi exclusivamente en el Norte de la isla, a convertirse en la tercera fuerza la República, y de hecho en el único partido con implantación «nacional».

Las últimas elecciones legislativas en la República, han demostrado que el partido dirigido por Gerry Adams, y la coalición de grupos de izquierda y movimientos sociales de la que forma parte, han roto definitivamente el viejo bipartidismo que caracterizaba la política de la República. En estos momentos la formación de un Gobierno solo es posible mediante una alianza de los dos partidos tradicionales, Fine Gael y Fianna Fail. Un gabinete que si finalmente se diera, a pesar de su vieja rivalidad, solo sería con carácter provisional y como consecuencia directa de mezquinos intereses y del apego al poder.

Este efecto político ha sido posible por el trabajo del Sinn Fein, quien a todo lo largo de la Isla se ha empeñado en construir un amplio consenso social en torno al proceso de paz. Una dinámica de acción política y social que ha puesto el acento en una visión de futuro, el de una Irlanda reunificada.

Ante la pregunta lógica de cuánto se ha puesto en práctica del Acuerdo de Viernes Santo en estos dieciocho años, la respuesta inicial es que la parte que se ajusta estrictamente a la letra impresa ha ido concretándose en lo fundamental: Las nuevas instituciones autónomas del Norte están en marcha. Se ajustaron, mediante referéndum, los artículos 2º y 3º de la Constitución de la República (que reclamaban la soberanía sobre toda la isla). La nueva política y las relaciones económicas entre las partes (Gran Bretaña, los 26 Contados republicanos, y los 6 del Norte) se ha ido articulando. El proceso de desmilitarización ha ido cumplimentándose mediante la eliminación de cuarteles e instalaciones castrenses en el Norte, y la formación de una nueva fuerza de policía (un éxito parcial pues para muchos republicanos aun es una problema alistarse en la fuerza pública).


Sin embargo, más allá de los documentos propios de cualquier acuerdo, cada proceso de paz tiene otra cara, algo que se podría definir como un espíritu o filosofía, y que tiene que ver más bien con la construcción de un nuevo futuro compartido entre las partes.

Pero cuando se habla de futuro la base, para dotarlo de solidez y perdurabilidad, es mirar al pasado reciente, en este caso el establecimiento de la verdad y el deslinde de responsabilidades, es decir de la justicia. Una idea que se resume en que la paz no es simplemente «ausencia de guerra», como afirmara Nelson Mandela, sino ponerse en los zapatos del oponente. Una proposición que en general para los estados y grupos de poder, parece una herejía, mientras que para los movimientos de liberación e insurgentes es un reto difícil de asumir.

Reformular y repensar estrategias, actitudes, acciones y pensamiento para lograr que el, aun demasiado reciente, «enemigo» se convierta solo en un «contrario» es todo un viaje, que se construye con el cemento de la confianza, un sentimiento difícil de cuantificar y medir. Seguramente es en este punto impreciso donde comienza un proceso (a menudo unilateral) de inclusión.

Volviendo al proceso irlandés, el cimiento de la paz y el futuro partieron de la reflexión de los republicanos del Norte, de que el status quo que marcaba el enfrentamiento político-militar no era una salida real sino garantía de conflicto permanente, lo cual les llevó a tomar iniciativas unilaterales, iniciativas que colocaron al resto de los actores en una delicada posición.

El Sinn Fein, sin embargo, fue siempre más allá de la parte técnica y literal del Acuerdo de Viernes Santo, ya de por sí difícil. Buscando la línea imaginaria del horizonte los republicanos han dedicado tiempo y esfuerzos en la promoción y organización de iniciativas que tenían como objetivo juntar a los contrarios, en este caso dos comunidades, la republicana (o nacionalista) y unionista (o lealista).

Una tarea sin duda complicada y arriesgada pues los acercamientos se daban en un escenario donde afloraban constantemente heridas sin curar sin embargo asumieron que solo la voluntad de establecer la verdad, en todas sus dimensiones humanas, y garantizar justicia era la única garantía de «no repetición».

Un proceso de curación social, complejo y lleno de matices, que requiere sin duda de paciencia y determinación y que por lo general no entra en las agendas de la política tradicional pues sus réditos electorales nunca parecen claros.

Desmontar bases y aparatos represivos, comandos y guerrillas y estructuras finalmente resulta menos complicado que desarticular prejuicios, temores y sospechas, formas de pensar y sentir que se manifiestan en sectarismo, fanatismo e intolerancia contra los que se perciben como diferentes.


En una reciente lección magistral impartida en la Universidad de Queen’s (Belfast), el actual vice-Primer Ministro del Gobierno Autónomo del Norte, Martin McGuinness, abordó la delicada cuestión de la reconciliación, que según su partido, el Sinn Fein, debe ser la próxima fase del proceso de paz. Según sus palabras, «Los republicanos buscan ayudar a sanar las heridas del pasado y construir un futuro mejor. Creo que ya hemos estado abriendo el camino en términos de ofrecer la mano de la amistad mediante la adopción de iniciativas que demuestran, de una manera tangible, que queremos compartir esta isla con nuestros hermanos y hermanas unionistas. Respetamos sus tradiciones, su cultura y su narrativa y pedimos sólo que ese respeto sea correspondido».

En vísperas de la conmemoración del centenario de la Insurrección de Pascua (ahogada en sangre y represión por el Gobierno británico), McGuinness, un hombre reconocido por decir las cosas de manera a veces brusca, afirmó: «La consolidación y la estabilización de la paz significan que los republicanos deben entender y ser respetuosos con los eventos históricos clave que dieron forma a la cultura y la identidad Unionista. Como republicanos tenemos que hacer un gran esfuerzo para involucrar a la gente de la comunidad unionista en los actos conmemorativos del 1916. Estos eventos deben ser abiertos e inclusivos. Nuestras palabras de reconciliación deben coincidir por nuestra presencia en los eventos conmemorativos clave que son importantes para la comunidad unionista».


Las reflexiones del destacado leader del Sinn Fein tienen mucho que ver con la iniciativa que este partido lanzó en marzo del 2012 conocida como las «conversaciones incómodas». Un esfuerzo genuino por comprender y abordar los temores y preocupaciones de los unionistas. En referencia a estas conversaciones el mismo McGuinness dijo que «fue el reconocimiento de que si vamos a promover la reconciliación entonces tenemos que dar forma a un proceso de participación auténtica. Esta es la idea central de la iniciativa». El dirigente republicano fue aun más allá y moviéndose entre la ingeniería y la psicología política dijo ante un auditorio mayoritariamente joven que «el 2016 brinda a todas las tradiciones de esta isla la oportunidad de participar en un nuevo diálogo… que busca curar las heridas de nuestros conflictos anteriores… que serán incómodas para muchos pues se trata de introducirnos en las ideas, pensamientos y aspiraciones del otro». La idea esencial parece ser superar el concepto de «enemigo» para reconocerse en otros términos.

Un reto que asumió, en noviembre del 2015 el unionista DUP (Partido de la Unión Democrática), de la actual Primera Ministra del Norte, Arlene Foster. Este nuevo proceso de conversaciones indefinidas se han establecido sobre la base de asumir sus respectivas responsabilidades, demostrar sus liderazgos y sobre todo romper los prejuicios de sus dos comunidades, que habían llevado a las instituciones del Norte, derivadas del acuerdo de paz, al borde del colapso. Esta política denominada «Nuevo Inicio», según el Sinn Féin está dando resultados reales y mejorando el gobierno.

El viaje hacia una paz duradera y sólida en Irlanda aún no ha terminado, nada en estos asuntos humanos es una conquista irreversible, y más allá de los textos de los acuerdos, la paz se construye en lo diario como bien saben en sus amargas experiencias históricas las diversas comunidades que forman la actual Irlanda.

Convivir y abrir futuros solo es posible construyendo confianza sobre la base de la reconciliación, en palabras del mismo McGuinness esa es «la mejor manera de poner los fracasos y el dolor del pasado detrás de nosotros para siempre».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.