El 26 de septiembre podría marcar un antes y un después en los grandes debates de la sociedad helvética. El electorado concurrirá a las urnas para pronunciarse sobre la Iniciativa Popular 99 %, promovida por la juventud socialista.
Los principales sindicatos del país, las ONG de cooperación al desarrollo, así como los partidos socialista, verde y evangélico la sostienen. El centro y la derecha, junto con el empresariado, la combaten con todos sus medios.
Dicha iniciativa propone gravar de forma más consecuente al sector más rico del país — es decir el 1% de la población–, que detiene actualmente más del 43% de la riqueza total. Si se aceptara este texto de ley, las ganancias de capital que sobrepasen los 100 mil francos suizos – equivalente a 110 mil dólares o 90 mil euros– deberían pagar 1.5 veces más que el impuesto ordinario sobre la renta, es decir el impuesto que paga hoy cada ciudadano.
Según cálculos diversos, las personas que deberían pagar en el futuro un impuesto más alto son aquellas que poseen una riqueza mayor a 3.000.000 de francos. Estadísticas federales sobre la riqueza de las personas físicas en toda Suiza calculan que las personas que en 2017 tenían un patrimonio neto de más de 3 millones de francos eran 81.730, es decir apenas un 0,96% de la población total del país.
Los ricos duplicaron sus fortunas
No es obvio que esta propuesta que conmovería los cimientos
mismos de una de las naciones más enriquecidas del planeta resulte exitosa. Las
últimas encuestas de inicios del mes indicaban que solo un tercio de los
votantes estaría de acuerdo de volcar la balanza a favor de los asalariados “penalizando”
los grandes capitales del país. Lo que significaría, apenas, un pequeño reajuste
de la economía y la fiscalidad helvéticas que desde hace al menos tres décadas
ha sido permanentemente adaptada en beneficio del gran capital, tal como lo
señala el editorial del cotidiano nacional Le Courrier del lunes 20 de
septiembre.
En los últimos diez años, en Europa en general y en Suiza en particular, los
sectores más pudientes duplicaron sus fortunas. En los últimos siete años, las
300 personas más ricas en Suiza vieron crecer su fortuna de 352.000 millones de
francos a la inimaginable cifra de 707.000 millones.
Ganancias y fortunas que lejos de alimentar la economía real han ido a parar a los mercados financieros o a las inversiones inmobiliarias, según subraya dicho cotidiano independiente suizo. Jean Batou, investigador especializado en historia económica contemporánea y profesor honorario de la Universidad de Lausana asegura que si hace 30 años un 70% de las ganancias empresariales era reinvertido en las mismas empresas, en la actualidad, esa parte ha disminuido a un 30%.
Realidad polarizada
“Los más ricos de Suiza poseen el 43% de la fortuna total del país, y sin mover un dedo, se hacen cada vez más ricos. Gracias a los dividendos e intereses multiplican su dinero sin pagar impuestos sobre el mismo. Con la Iniciativa 99% la imposición será más justa y descargaremos a los asalariados (as)”, explican los jóvenes socialistas. Para asegurar que su iniciativa fuera votada los promotores presentaron 134.000 firmas en septiembre del 2019.
Las ganancias fiscales suplementarias de aproximadamente 10.000 millones de francos suizos anuales que generaría la iniciativa en caso de ser aceptada el próximo domingo, serán destinadas a diversas prioridades: reducir el monto de los impuestos que actualmente pagan los ingresos bajos y medios; financiar prestaciones sociales como guarderías infantiles, subsidios para el pago de los seguros médicos y la formación; ampliar el servicio público de transporte y reforzar el servicio público en general (https://99pourcent.ch/).
La letra chica
En su argumentario, los promotores de la iniciativa sostienen que “en Suiza, la riqueza la crea el 99% de la población, que trabaja cada día en oficinas, supermercados u hospitales, y no un puñado de superricos que dejan que su dinero les de enormes rendimientos sin tener que trabajar por él”.
Gravando más las grandes rentas del capital, devolveremos el dinero a las personas que realmente contribuyen a nuestra sociedad, enfatizan. Apunta a una reducción de los impuestos sobre los salarios bajos, así como a un fortalecimiento real del servicio público.
“Con el aumento de la desigualdad de la riqueza, nuestro sistema económico amenaza con provocar su propia desaparición. La concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría favorece las crisis económicas, mientras que el poder adquisitivo de toda la población disminuye. Es el 99% el que sufre, especialmente las pequeñas y medianas empresas”, sostienen los iniciantes.
Estos, subrayan también que las mujeres siguen realizando el doble de trabajo no remunerado que los hombres en el hogar y reciben salarios más bajos por el mismo trabajo productivo. La pobreza en Suiza es predominantemente femenina y la aplicación del nuevo impuesto beneficiaría especialmente a las mujeres. Con un 8,5%, la tasa de pobreza de las mujeres es hoy significativamente mayor que la de los hombres (6,2%).
La juventud socialista calcula que, debido a la desigualdad salarial imperante y a la menor proporción de trabajo remunerado, las mujeres ganan anualmente en Suiza unos 108.000 millones de francos menos que los hombres, a pesar de tener la misma carga de trabajo. En consecuencia, las mujeres están sobrerrepresentadas en los grupos de ingresos más bajos.
Para los promotores del proyecto, en síntesis, lo que se juega tras la votación del último domingo de septiembre es el fortalecimiento mismo de la democracia helvética, amenazada hoy por una polarización económico-social creciente y por el control monopólico de los medios de comunicación en manos de un pequeño grupo de empresas controladas por algunas de las grandes fortunas del país.