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Paraguay

Una democracia que tortura: ¿es democracia?

Fuentes: Rebelión

Este artículo está basado en el libro «LA DOCTRINA DEL SHOCK, el auge del capitalismo del desastre», de Naomi Klein. Todo lo entrecomillado y sin cursivas son copias textuales.

En la Academia Militar Francisco Solano López (Academil) 1 se ha presentado un nuevo hecho de tortura, el joven Rubén López Pérez denuncio que recibió varios golpes en el cuerpo, en la cabeza y que le hicieron comer su materia fecal del inodoro. El hecho salió a luz el 13 de julio del corriente. Los casos anteriores se produjeron en 2009, año en que abusaron y violaron sexualmente a una mujer cadete, y en 2010, cuando el ex cadete Rafael Saiz pidió ser dado de baja y denunció ser víctima de tratos crueles.

Los casos de torturas en Paraguay no sólo se enmarcan dentro de la Academia Militar, también se extienden en el Servicio Militar Obligatorio, en las Comisarías, en los desalojos a familias campesinas, a mujeres y hombres de sectores empobrecidos, en especial según los informas de varias organizaciones de Derechos Humanos.

En la legislación nacional está prohibida la tortura, siendo este hecho considerado un delito, según prevé el artículo 5° de la Constitución Nacional: «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes«; importantes instrumentos de la legislación internacional también condenan el uso de la tortura en cualquier situación; por lo tanto, se debe reconocer el avance jurídico existente en todo el mundo para realizar declaraciones, pactos y leyes en contra de la tortura.

Pareciera entonces, que por la prohibición legal de la tortura esta haya dejado de existir o que sea un método de algunos «viejos gobiernos de difuntos y flores» 2 ya desfasados, superados y con ellos la tortura, que forman parte del oscuro y doloroso pasado de nuestros países; y es lo que ponemos en cuestión en este resumido artículo.

La tortura no es problema exclusivamente legal o jurídico, ni será desterrada con leyes que la prohíban, porque es un problema que suscribe en un orden político, de poder y dominación, la tortura es aún un método «válido» utilizado para obtener información, buscar culpables, amedrenta y controlar ciertas poblaciones. Que se cobija con diferentes nombres como: «interrogatorios coercitivos», «técnicas de interrogación para fuentes no cooperantes», o «técnicas avanzadas de interrogación policial», entre otras.

Cuando un país como Estados Unidos, con una enorme influencia militar y económica en varios países subdesarrollados, a través de su Agencia Central de Inteligencia (CIA), ha invertido tanto en la tortura, se ha especializado tanto, ha expandido el método a diferentes partes del mundo, ha capacitado a su ejército y los ejércitos de terceros en los que tiene influencia, ha desarrollado materias especializadas en el tema, ha puesto en marcha campos de torturas como el de Guantánamo con celdas de acero para el aislamiento de prisioneros, es difícil creer que la tortura vaya a desaparecer.

A mediados de los años 1950, la CIA lanzaba un programa de operaciones encubiertas para investigar lo que llamaba «técnicas especiales de interrogación». El programa «examinaba y analizaba numerosas técnicas de interrogación poco habituales, incluyendo el acoso sicológico y otros métodos como el aislamiento total, así como el uso de drogas y sustancias químicas». En 1953 se gastó más de 25 millones de dólares para buscar nuevas formas de «romper la voluntad de un prisionero sospechoso de comunismo o de ser agente doble», participaron del programa varias instituciones, entre ellas universidades y hospitales.

Florencio Caballero, ex agente del Batallón 3-16 de Honduras, entrenado por la CIA, relata en una entrevista publicada por The New York Times, en 1988:

«Nos enseñaron tácticas psicológicas, como estudiar el miedo y las debilidades de un prisionero. Hacer que se levantara y se quedara de pie, no dejarle dormir, desnudarle y aislarlo, poner ratas y cucarachas en su celda, darle comida podrida, incluso animales muertos, arrojarle agua fría a la cara, cambiar la temperatura de su entorno».

Estos entrenamientos eran realizados con el apoyo de un manual conocido como Kubark, «según The New York Times, Kubark es un criptograma codificado. Ku, una sílaba al azar, y bark es el nombre secreto de la agencia en aquellos tiempos. Informes más recientes han especulado con la posibilidad de que Ku se refiera a un país en concreto, o una operación encubierta o clandestina determinada. El texto era un manual secreto de 128 páginas de extensión acerca de las técnicas de ‘interrogación de fuentes no colaboradoras'», resultado básicamente de aquel estudio que se había iniciado en los años 1950 y que había costado 25 millones de dólares.

El manual constaba de una advertencia para los que los vayan a usar, de que muchas de estas tácticas son ilegales, y recomendaba: «la aprobación previa de su cuarteles generales […] en los casos siguientes: 1) Si va a infligirse un daño físico. 2) Si se van a emplear métodos o materiales médicos, químicos o eléctricos para obtener la obediencia del sujeto». Así se fue consolidando un método cada vez más científico de la tortura, impulsada desde la CIA y expandida a diferentes países del mundo con la excusa de la lucha contra el comunismo.

El diario estadounidense Baltimore Sun «descubrió una versión actualizada del manual, publicada por primera vez en 1983, para ser utilizada en Latinoamérica». En esta versión, el manual también recomienda que la captura de los prisiones sea «de la forma más desorientadora y confusa posible, a última hora de la noche o en veloces operaciones al amanecer…»

Es sabido que los Estados Unidos han instalado y financiado gobiernos dictatoriales a lo largo del continente americano a quienes transmitía sus métodos más crueles y represivos que incluían los electroshock o descargas eléctricas, entre otros, instalando incluso una escuela para el efecto -a fin de brindar alto entrenamiento a los militares encargados de mantener los regímenes-, conocida como: Escuela de las Américas, instalada en Panamá en 1946, que sigue funcionando hasta la fecha (aunque con otro nombre) y que ha formado a más de 60 mil militares en países como Chile, Nicaragua, Honduras, Colombia, Paraguay y más.

Los agentes norteamericanos han fungido como asesores, mentores y entrenadores de los gobiernos dictatoriales de América Latina, desplegando sus avances y conocimientos en la tortura humana:

«Dianna Ortiz, una monja norteamericana que fue secuestrada y encarcelada en Guatemala , en 1989, ha testificado que los hombres que la violaron y la quemaron con cigarrillos se dirigían a otro hombre que hablaba español con fuerte acento americano, y se referían a él como su jefe».

Son muchos los testimonios de las víctimas de torturas en diferentes países del continente, que coinciden en indicar la presencia de hombres que hablaban en inglés, por fueras de las salas, pero siguiendo las » sesiones » y que cumplían el rol de jefes.

Todo esto se intenta mantener oculto cuando funciona al margen de la legalidad, tratando de negarlo o disfrazándolo con diferentes nombres, o en el peor de los casos, dotarle algún manto de legalidad para cometer hechos de torturas.

Es importante señalar que con el ataque a las Torres Gemelas en el 2001, ya en el inicio del siglo XXI, en pleno desarrollo de los regímenes democráticos (muchos de ellos apoyados por Estados Unidos), el gobierno Bush decide no sólo promulgar el Acta Patriótica o Ley Antiterrorista, sino que relegitima el uso de la tortura: «Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa, decretó que los presos capturados en Afganistán no entraban en el marco de la Convención de Ginebra (que prohíbe cualquier forma de tortura o crueldad) porque eran ‘combatientes enemigos’ y no prisioneros de guerra».

«La verdadera innovación de la administración Bush es que la ha internalizado 3 , torturando prisioneros en instalaciones estadounidenses, con sesiones de torturas dirigidas o gestionadas por norteamericanos. Los presos llegan a las instalaciones mediante ‘extradiciones extraordinarias’ desde terceros países, transportados por aviones norteamericanos. Esa es la diferencia del régimen de Bush: después de los ataques del 11 de setiembre, se atrevió a pedir el derecho a torturar sin vergüenza alguna».

Las técnicas aprobadas por Rumsfeld incluían los métodos descritos por el manual Kubark: «puede cubrirse la cabeza del detenido con una capucha durante su desplazamiento e interrogatorio», «permiso para retirarle la ropa». Así, Estados Unidos inauguraba un nuevo siglo en el cual podría usar sus sofisticados métodos de tortura con manto de legalidad, y por qué no, hasta de cierta legitimidad, embarcados en la guerra contra el terrorismo.

Las democracias formales apoyadas por los Estados Unidos, a través de diferentes programas y acuerdos bilaterales, del asesoramiento militar moderno humanitario, de inteligencias, de lucha contra el terrorismo y narcotráfico, conllevan el uso de la fuerza y ésta debe recurrir necesariamente a métodos de torturas, de espionajes, de persecución y de criminalización de los sectores que sean vistos como amenaza a los intereses del poder hegemónico.

Vale mencionar en el caso paraguayo, el Informe de la Comisión de Verdad y Justicia sobre la dictadura militar que cayó en 1989, que demuestra cómo funcionaba el aparato represivo liderado por Alfredo Stroessner, aparato que violo y manipulo a su favor la constitución nacional y las leyes. La existencia de un estado de sitio que nunca fue reglamentado y la interpretación de la Corte Suprema de Justicia de que durante el estado de sitio no regía la garantías del habeas corpus, acompañado de leyes 294 de 1955 y 209 de 1970, ley de defensa de la democracia y ley de defensa de la paz pública y libertades de las personas. Ya en la democracia se han desechado por completo las leyes mencionadas, pero se han adoptado otras muy similares como: el Estado de Excepción y la Ley Anti Terrorista promulgada en el año 2010 que constituyen los marcos legales democráticos para los abusos que se puedan cometer desde el aparato represivo y judicial del Estado.

No sería entonces una casualidad, que, aunque presentadas como democráticas, las Fuerzas Armadas mantengan formas sofisticadas de instrucción que recreen métodos crueles, inhumanos y de torturas para crear miedo, disciplinar o anular a los sectores considerados enemigos. ¿Qué se estará enseñando en la Academil…?

Abel Irala. Serpaj Py

Notas:

1 Ubicada en la ciudad de Capiatá, Paraguay.

2 Parafraseando la canción de Silvio Rodriguez «ojalá».

3 Refiriéndose a la tortura.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.