La primera ocasión en la que Nicaragua fue sede del Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes fue en septiembre de 1983. Nicaragua en aquel entonces tenía los ojos del mundo puestos en ella, se libraba una batalla por la defensa de la Revolución Popular Sandinista en contra de la guerra financiada por los Estados Unidos. […]
La primera ocasión en la que Nicaragua fue sede del Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes fue en septiembre de 1983. Nicaragua en aquel entonces tenía los ojos del mundo puestos en ella, se libraba una batalla por la defensa de la Revolución Popular Sandinista en contra de la guerra financiada por los Estados Unidos.
Nicaragua, 23 años después de ese Congreso, vive nuevamente un momento en el que tiene la atención del mundo, librando nuevas batallas en el campo de la salud, la educación, del protagonismo de la juventud y de la mujer en la política, nuevas luchas en el campo de la batalla de ideas, con grandes sueños como el Canal Interoceánico, proyectos valientes que sólo pueden ser realizados por un pueblo valiente, y cuando un pueblo tiene fe en su futuro se convierte en el peor enemigo del imperio.
Este congreso acogió además al primer congreso latinoamericano y caribeño con rostro femenino, que puso a la mujer como protagonista de la transformación educativa. Se discutió además sobre «las dos caras» de la educación, la educación reguladora, que forma abogados que defiendan la propiedad privada, ingenieros que construyan puentes para que lleguen las mercancías importadas, gerentes que sirvan de intermediarios entre el capital y el trabajador asalariado, una educación que deja intacto el status quo, que no pone en discusión los paradigmas de dominación ni las desigualdades sociales que genera. Las ideas son como la materia, no se crean ni se destruyen, sino que se transforman, para ésto son necesarios instrumentos para construir un saber libertador para los nuevos tiempos, una educación para la emancipación, que es sólo posible a través de la transformación, y la transformación es revolución, es movimiento, es fricción, que crea calor, alimentado por el despertar de las conciencias, que funden las viejas estructuras, creando nuevas en ese despertar.
Nuestro país por una semana fue la capital de la Patria Grande, miles de jóvenes latinoamericanos y caribeños caminaron por nuestras calles, debatieron en las aulas de las universidades y conocieron los logros, los desafíos y los triunfos que se están gestando en nuestro país, y se marcharán con la idea firme que es posible transformar las realidades de donde provienen e inspirándose en el modelo educativo nicaragüense, es posible llegar a tener una educación gratuita y de calidad, que permita construir la integración de Nuestra América y llegar a la ansiada segunda independencia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.