Con unos índices de participación superiores en más de 20 puntos a los de las recientes elecciones europeas, los pueblos francés y holandés han rechazado en referéndum la «Constitución» europea. Tras los referendos, desde Información Obrera, que hizo campaña por el NO en el referéndum español, nos dirigimos a los compañeros que organizaron comités por […]
Con unos índices de participación superiores en más de 20 puntos a los de las recientes elecciones europeas, los pueblos francés y holandés han rechazado en referéndum la «Constitución» europea.
Tras los referendos, desde Información Obrera, que hizo campaña por el NO en el referéndum español, nos dirigimos a los compañeros que organizaron comités por el No, que contribuyeron a levantar «sindicalistas por el NO», a todos los que lucharon por el no, pero también a los compañeros que votaron que sí, porque creían que el sí era la opción que defendía el «movimiento obrero europeo». El masivo rechazo de Holanda y Francia obliga a todos a discutir fraternalmente qué camino tomar. Nuestros sindicatos, que pidieron el Si en el referéndum español, deben reconsiderar su posición. Su puesto está con los trabajadores de Holanda y Francia que han votado NO.
Ambos referendos, que se han sucedido en el espacio de tres días, constituyen una verdadera insurrección democrática de esos dos pueblos, puesto que la mayoría ha votado de manera clara y aplastante contra la inmensa presión de las multinacionales, las instituciones, los medios de comunicación, presión que pesaba en las propias organizaciones de los trabajadores.
A pesar de todo, Francia y Holanda, en nombre de todos los ciudadanos sometidos por la Unión Europea, han dicho ¡Basta ya!
¡Basta! de deslocalizaciones y cierres de empresas, de recorte de derechos y prestaciones sociales, de contrarreformas de los estatutos laborales, de estrangulamiento financiero y privatización de los servicios públicos, del euro y sus subidas de precios, de la regionalización que enfrenta a unos pueblos contra otros para mejor aplicar los planes de desmantelamiento.
Han dicho que no los trabajadores y los jóvenes de dos naciones que están en la Unión Europea desde su fundación. Tras 50 años de experiencia de lo que la UE significa. Han dicho ¡Basta ya! a años de aplicación de esas políticas que han destruido la industria pesada, la siderurgia, la construcción naval, la agricultura, los servicios públicos, millones de empleos.
El ¡no! de Francia y Holanda cuestiona la supervivencia de ese montaje llamado «Unión Europea» que ahoga a trabajadores y pueblos de Europa. Los partidarios de la UE buscan desesperadamente una salida que permita imponer sus planes a pesar de las derrotas de los referendos. Entre ellos, quienes «desde la izquierda» proponen una «nueva constitución», «renegociar el texto», «otra Unión Europea». El ¡no! de Francia y Holanda pone sobre la mesa la necesidad de todo lo contrario, de la unión libre de naciones y pueblos de Europa, que sólo puede construirse sobre las cenizas de la Europa de los tratados de Maastricht, Ámsterdam y Niza.
Un no democrático y de clase
Han sido los trabajadores, los jóvenes, los barrios y regiones obreras los que han derrotado con un no masivo a la «Constitución» Europea en Francia y Holanda. Lo que pone de manifiesto el contenido democrático y de clase de los referendos. La importante participación ha demostrado que no existe «indiferencia» ante la Unión Europa -como proclamaban algunos tras la masiva abstención de las últimas elecciones europeas- sino un creciente rechazo.
Como señalaba un periódico alemán, tras los referendos «un fantasma recorre Europa: la democracia».
Los pueblos quieren retomar su destino en sus propias manos, y decir ¡Basta! a las decisiones tomadas e impuestas por instituciones antidemocráticas como la Comisión Europa o el Banco Central Europeo.
El resultado de ambos referendos abre una profunda crisis de representación que pone, frente a esas instituciones que deciden e imponen, que gobiernan al servicio de las multinacionales y de los Estados Unidos, a la inmensa mayoría que quiere reafirmar el imperio de la voluntad popular, la soberanía de pueblos y naciones.
Necesitamos organizaciones independientes
La experiencia nos dice que para defender derechos y conquistas sociales, cuyos mayores enemigos son la Unión Europea y sus instituciones, la Comisión Europea y sus directivas, es preciso tener y defender la existencia de organizaciones independientes de los trabajadores. UGT afirma en vísperas de su Congreso su autonomía respecto de los gobiernos, pero es necesaria igualmente la independencia respecto a las instituciones de la Unión Europea.
¿Cómo puede defenderse a los trabajadores y someterse a las directrices de organizaciones como la llamada «Confederación Europea de Sindicatos», financiada por la Unión Europea en un 73%, que se lamentaba amargamente de la derrota de la «Constitución» en el referéndum francés, y cuyo secretario general, John Monks llamó «día negro para Europa» el día de ese referéndum? ¿A quien representa Monks, a los millones de trabajadores franceses y holandeses que han votado no, o a la Comisión Europea?
Nuestras organizaciones se deben a los trabajadores, y han de mantener su independencia frente a los gobiernos, frente a las instituciones que están al servicio de las multinacionales y frente a la «Confederación Europea de Sindicatos».
Por la unión libre de los pueblos de Europa
Desde la creación del Mercado Común Europeo hace 50 años, ningún progreso, ningún avance social ha sido producto de las Instituciones de Bruselas.
Ni la Seguridad Social Francesa, arrancada con la lucha de clases, ni el Servicio Nacional de Salud británico, implantado por el primer gobierno laborista, ni la caída del muro de Berlín, derribado por el pueblo alemán, ni los derechos laborales, conquistados en España a la caída de la dictadura.
Todos los progresos sociales fueron el producto de la lucha de clases.
Por el contrario, las instituciones de Bruselas, desde su creación, y en sus distintas formas (Mercado Común, Comunidad Económica Europea, Unión Europea), no han hecho sino recortar derechos y conquistas sociales.
Hoy, los pueblos de Europa han llegado al límite, se asoman al abismo. No hay ninguna posibilidad de progreso, de libertad, de democracia, de resolver los problemas de los pueblos y naciones europeas sin acabar con la Unión Europea y la OTAN. Lo han expresado los trabajadores, los jóvenes, los ciudadanos de Francia y de Holanda.
Frente a los que dicen que no hay alternativa a la Unión Europea y la OTAN, afirmamos que existe una salida: la libre unión de las naciones y pueblos de Europa, que es incompatible con el poder de las multinacionales, con el régimen podrido de propiedad privada de los medios de producción. Para alcanzar esa salida, es preciso el poder de gobiernos apoyados en las organizaciones de la clase trabajadora, que gobiernen en beneficio de la inmensa mayoría.
España y la Unión Europea
En el referéndum español del 20 de febrero pasado, convocado para intentar animar el voto favorable a la «Constitución» Europea en otros países, el Gobierno y la oposición trataron de imponer el voto favorable mediante el engaño y la manipulación, sin debate, prometiendo una Europa que no existe. Sólo consiguieron una masiva abstención y que un mísero 30% del electorado aprobara la «Constitución». Desde Información Obrera valoramos entonces que ese resultado suponía «un enorme rechazo al pucherazo».
Los trabajadores del Estado Español están con sus hermanos de clase franceses y holandeses que se enfrentan a la política de la Unión Europea y acaban de infligirle una fuerte derrota.
Zapatero y su gobierno, si quieren representar a la inmensa mayoría, no pueden desoír el clamor de pueblos que tienen 50 años de experiencia de lo que supone la aplicación de las directrices escritas en Bruselas a dictado de las multinacionales y de los gobiernos de los Estados Unidos. Ese es el mandato que recibieron del pueblo trabajador en las elecciones del 14 de marzo de 2004, que fueron la culminación de otro levantamiento popular, contra el gobierno Aznar que aplicaba los planes de Bruselas alimentando el enfrentamiento entre pueblos.
Buscar una salida democrática en beneficio de la inmensa mayoría
Nosotros, que formamos parte de la batalla por el NO a la «Constitución», llamamos al movimiento obrero y a sus organizaciones a una reflexión: ¿Es posible defender los derechos y reivindicaciones de los trabajadores, de la juventud, de los pueblos, bajo el dictado de la Unión Europea? ¿Es posible en el estado español la fraternidad entre los pueblos bajo el dictado del poder judicial, los fiscales, la policía, el ejército, las instituciones heredadas del franquismo que hoy buscan cobijo bajo el ala de Bruselas? ¿Es posible que nuestros sindicatos defiendan los derechos y reivindicaciones obreras catándolos dictados de la Unión Europa y de su agente, la CES?
Nosotros, que somos miembros del Acuerdo Internacional de los Trabajadores y los Pueblos, que combate en Europa y en todo el mundo por una salida democrática y de paz, planteamos que la salida para nuestros pueblos y naciones depende de la clase obrera y de sus organizaciones y del combate de los trabajadores y los pueblos de Europa.
Dar continuidad a la victoria del NO en Francia y Holanda, que es una victoria para todos los oprimidos y explotados de Europa, supone dar pasos hacia la satisfacción de las reivindicaciones de la mayoría anulando las medidas tomadas para aplicar las políticas de la Unión Europea.