La obsesión de Nicolas Sarkozy empezó a plasmarse ayer en la realidad. Gritos de jóvenes, casi infantiles, rompieron la serenidad con que, hasta ahora, se había ido desplegando el movimiento de protesta contra la reforma del sistema de jubilaciones: los bachilleres que el martes salieron a manifestar masivamente junto a los sindicatos radicalizaron el jueves […]
La obsesión de Nicolas Sarkozy empezó a plasmarse ayer en la realidad. Gritos de jóvenes, casi infantiles, rompieron la serenidad con que, hasta ahora, se había ido desplegando el movimiento de protesta contra la reforma del sistema de jubilaciones: los bachilleres que el martes salieron a manifestar masivamente junto a los sindicatos radicalizaron el jueves el movimiento de protesta.
Cerca de 500 bachilleres fueron bloqueados por los estudiantes al tiempo que, tanto en París, Burdeos, Toulouse, Lille o Marsella, se sucedían las manifestaciones de jóvenes. Algunas terminaron incluso con brotes de violencia y duros enfrentamientos con la policía, en especial en las afueras de París. En la capital francesa, los estudiantes terminaron agrupados frente a la sede del patronato francés, el Medef, y llamaron a otra protesta para este viernes a las 11 de la mañana ante la sede del primer ministro.
Respaldados por la manifestación más importante que se organizó en Francia (martes) desde que Nicolas Sarkozy asumió la presidencia en 2007 (3,5 millones de personas según las centrales sindicales, 1,2 millón según la policía), los sindicatos franceses volvieron a convocar a una nueva jornada de huelga el próximo 19 de octubre. El sábado 16 está prevista lo que los sindicalistas llaman una «manifestación» familiar, es decir, marchas sin huelgas.
El conflicto por la reforma del sistema de jubilaciones y la consiguiente ampliación de las cotizaciones de 60 a 62 años para jubilarse y de 65 a 67 para cobrar el porcentaje máximo lleva cuatro meses sin perder su fuerza. La confrontación entre los sindicatos y el gobierno entró ahora en una fase incierta con la irrupción del movimiento estudiantil en una protesta cuyo motivo final les es muy lejano a los jóvenes de 17 o 18 años.
Sin embargo, el carácter desordenado de los jóvenes torna la confrontación mucho más desordenada e imprevisible. «No somos bebés ni títeres», dijo ayer la FIDL, la segunda organización estudiantil. La primera de ellas, la UNL, advirtió: «Los jóvenes son bastante grandes para movilizarse solos por un tema como el de las jubilaciones, que les concierne». François Miquel-Marty, de la encuestadora Via Voice, señalaba ayer a la prensa que «lo que está en juego consiste en saber cuáles son los mecanismos que pueden hacer que la gente siga a favor de la protesta social. El ingreso en la arena de los jóvenes constituye un factor de fractura duradera entre el pueblo y el poder»
Lo más sorprendente de esta batalla social es la rapidez con que la opinión pública pasó del consenso sobre la necesidad de la reforma al respaldo masivo al movimiento de protesta con más del 70 por ciento de la población a favor de las huelgas y las manifestaciones. Los datos proporcionados por las encuestadoras muestran incluso un país al borde de la rebeldía general. El clima no apunta hacia eso, pero los sondeos sí. Una encuesta del instituto BVA indica que el 54 por ciento de los franceses son favorables a que los «sindicatos organicen una huelga general como en 1995» si el gobierno no da marcha atrás con la reforma de la jubilación. Noviembre y diciembre de 1995 es una fecha épica en la historia de los movimientos sociales del Viejo Continente.
En ese entonces, una reforma de corte liberal del régimen de las cajas de jubilación impulsada por el Ejecutivo de Jacques Chirac dejó a Francia paralizada durante casi un mes de sucesivas manifestaciones, mientras que los transportes públicos y los trenes se quedaron inmovilizados casi dos meses. Algunos diarios nacionales inscriben la revuelta en un contexto histórico que remite al levantamiento del movimiento estudiantil en mayo de 1968.
Este viernes, el matutino Libération le consagra su edición a la protesta estudiantil que se plasmó en torno de la reforma de la jubilación. No obstante, los únicos que se han sumado a la bronca son los estudiantes de secundaria. Las universidades, aunque alteradas, se mantienen al margen de las protestas. El gobierno ha reiterado que no modificará el esquema central de la reforma del sistema de jubilación, es decir, el aumento de las cotizaciones.
El otro problema derivado de las huelgas sectoriales atañe a las refinerías.
De la docena de refinerías que hay en Francia, diez están afectadas. El responsable de las industrias petroleras pidió al gobierno que desbloquee las reservas estratégicas para hacer frente a una posible carestía de combustible. Francia vivirá siete días movidos.
El Senado aplazó el examen final de la reforma hasta el miércoles que viene. El sábado y el martes que vienen serán jornadas convulsionadas y su lectura dependerá en gran parte de la dimensión y la forma que tome la participación estudiantil.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-154998-2010-10-15.html