Turquía está ingresando a las elecciones más críticas en la historia de la república, el 14 de mayo. Además de la presidencial, se llevarán a cabo elecciones parlamentarias de 600 miembros. Los votantes elegirán para la presidencia entre Tayyip Erdogan, representante del régimen unipersonal bonapartista, y el socialdemócrata Kemal Kılıçdaroğlu, que propone la vuelta al sistema parlamentario. Por ahora, aunque las encuestas muestran a Kılıçdaroğlu como favorito, Erdogan está buscando formas de cambiar la situación a su favor utilizando todas los recursos del poder a su disposición. Erdogan y su partido, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), han reunido en torno suyo a toda la derecha reaccionaria con argumentos islámicos y ultranacionalistas para ganar las elecciones. La mayor ventaja de Kılıçdaroğlu y de los partidos burgueses de centro y centro-derecha reunidos a su alrededor, es la crisis económica que empujó a las masas a una profunda pobreza y el hecho de que el gobierno fue extremadamente ineficiente durante el terremoto del sureste.
Una profunda crisis económica
La razón subyacente de la crisis en Turquía, que se profundizó durante la última década, es la dependencia de su economía del imperialismo. Los desequilibrios y contracciones económicas, que se acentuaron en las economías de los países imperialistas con la pandemia, también provocaron un gran deterioro en la estructura de la economía turca, que funciona como subcontratista de estos países.
Pero, por otro lado, otro de los motivos del recrudecimiento de la crisis es la llamada “nueva teoría económica” de Erdogan, que se presenta como economista. Según esta supuesta teoría, la causa de la inflación alta en el país son las tasas de interés que ofrecen los bancos. Erdogan y sus funcionarios argumentan que si el banco central recorta las tasas de interés, la inflación también caerá. Por eso, en un entorno donde la inflación llegó al 70 %, el presidente del banco central, escuchando las órdenes de Erdogan, bajó las tasas de interés al 8,5 %, lo que resultó en un rápido aumento de los precios de las divisas y aumentos acelerados de precios.
En realidad, toda la política de Erdogan es apoyar a la oligarquía económica de sus seguidores con préstamos amplios y baratos. Estos sectores oligárquicos, que se han fortalecido en los sectores de la construcción, la energía, el armamento y las finanzas, son capaces de explotar todos los recursos del Estado (impuestos y endeudamiento externo) a su antojo, y pueden mantener el control de la economía gracias a los decretos que Erdogan aprobó sin presentarlos al parlamento.
Como resultado de todas estas prácticas, la carga de la deuda externa de Turquía se ha incrementado en los últimos años y ha alcanzado los 460 mil millones de dólares, es decir, dos tercios de la renta nacional. Además 196 mil millones de dólares de esto es deuda a corto plazo. En el mes de marzo el déficit de cuenta corriente, de los últimos 12 años, fue de 52 mil millones de dólares. La reserva bruta de divisas del banco central se muestra en 120 mil millones de dólares; pero dado que 77 mil millones de dólares de esto son acuerdos de SWAP (intercambio de divisas) con países árabes y Rusia, la reserva neta es de 43 mil millones de dólares negativas, por lo que el país está en estado de quiebra.
Según estadísticas oficiales, aunque la tasa de inflación es del 50,5 % en marzo de 2023, esta tasa supera el 70 % en la canasta básica. En contraste, el salario mínimo, que cubre a casi dos tercios de la clase trabajadora, es de solo 442 dólares mensuales. Por otro lado, según los sindicatos, para una familia de cuatro el límite de pobreza es de 1.622 dólares mensuales. Además, dado que la utilización de la capacidad en la industria manufacturera disminuyó al nivel del 74 %, la tasa de desempleo alcanzó el 10,3 %, y la tasa general de desempleo, incluidos los no registrados en la agencia de empleo, alcanzó el 21 % (8,3 millones de desempleados).
En el país donde el ingreso per cápita es de 10,6 mil dólares, el 40 % de la población recibe sólo el 16,5 % de los ingresos. El grupo del 20 % más rico recibe el 47,5% de los ingresos y el ingreso promedio anual del 10 % más rico de la población es 23 veces superior al del 50 % que menos gana. Turquía viene justo después de Costa Rica, Chile y México en desigualdad de ingresos.
La crisis del régimen y la polarización política
El régimen autocrático, construido con retórica populista, religiosa y nacionalista por el AKP dirigido por Erdogan y apoyado por el fascista Partido del Movimiento Nacionalista, erigió su estabilidad interna sobre prácticas ultra centralizadas y métodos de opresión. Por ello, las instituciones burocráticas bajo el mando del presidente no se atreven a emprender ninguna tarea sin la instrucción de él. La Asamblea Nacional ya no tiene función cualquiera más que contentarse con votar sólo los proyectos de ley que salen del Palacio de Erdogan. Los órganos judiciales funcionan y toman decisiones únicamente de acuerdo con las instrucciones del presidente. El ministro del Interior, cuyos vínculos con la mafia han sido expuestos, y el ministro de Defensa, simpatizante de las sectas religiosas, se han dado a la tarea única de empujar a policías y militares contra las personas que ejercen sus derechos democráticos.
Pero la profunda pobreza provocada por la crisis económica inducida por el saqueo oligárquico, por un lado, y por el otro la clara evidencia de la corrupción y degeneración del mecanismo burocrático administrativo hizo que las masas se desvincularan del sistema presidencial y, en consecuencia, que el régimen pierda su equilibrio. El monopolio oligárquico en la economía no solo provocó el colapso de las clases medias, sino que también puso en problemas a muchas pequeñas y grandes industrias manufactureras, incluso llevó a la bancarrota a algunas de ellas y provocó el cierre de muchas empresas. Los industriales comenzaron a quejarse de que las inversiones extranjeras y los préstamos necesarios no llegaban cuando el país comenzó a aislarse del mundo debido a las políticas exteriores desequilibradas y aventureras del gobierno.
Por otro lado, millones de trabajadoras y trabajadores pagados por debajo de la línea de pobreza y obligados a trabajar muchas horas; prevenidos de sindicalización; prohibidos de hacer huelgas y acciones de protesta; y desempleados que perdieron sus trabajos debido al cierre de lugares de trabajo comenzaron a abandonar las filas de AKP y MHP.
También el pueblo kurdo, privado de los derechos más democráticos durante décadas; con sus cientos de alcaldes y diputados electos encarcelados en prácticas ilegales; que está sujeto al terror de Estado sistemático, comenzó a exigir el derrocamiento del régimen autocrático y el establecimiento de un sistema democrático. A ellos se sumaron estudiantes, mujeres, organizaciones de Lgbti+ y movimientos ecologistas, que han estado luchando por sus derechos y demandas propias durante décadas a pesar de todas las presiones del régimen.
Como resultado, se formaron dos grandes bloques de oposición. Kılıçdaroğlu reunió a cinco partidos de centro y centroderecha a su alrededor y formó la Alianza de Nación. Esta alianza aboga por la restauración del orden parlamentario democrático-burgués y la restauración del sistema capitalista sobre los cimientos de una economía de mercado “normal”. La otra alianza es Alianza de Trabajo y Libertad, liderada por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) que defiende los derechos democráticos del pueblo kurdo. El HDP, que tiene un caso de cierre en el Tribunal Constitucional, participa en las elecciones bajo el paraguas del Partido Verde e Izquierda. Esta alianza incluye al Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP), que ha experimentado un rápido crecimiento en los últimos meses, y algunos otros partidos de izquierda reformista y revolucionaria. Estas dos alianzas opositoras apoyan a Kılıçdaroğlu contra Erdogan en las elecciones presidenciales y pretenden conseguir 360 diputados en la Asamblea Nacional para enmendar la constitución.
La posición del Partido de la Democracia Obrera
Como Partido de la Democracia Obrera (IDP), sección de la UIT-CI, hemos estado luchando durante años para deshacernos del régimen bonapartista. Sin embargo, insistimos en que la ruptura con este régimen no debe verse solamente como la “salida de Erdogan” y que una opción independiente de la clase trabajadora debería tener lugar tanto en las elecciones presidenciales como parlamentarias.
No solo hicimos un llamado general en esta dirección. Mantuvimos conversaciones con varios sectores del movimiento socialista y sindical en este sentido. Intentamos continuar con las iniciativas de alianza que tomamos durante la crisis económica y los períodos de pandemia. Sin embargo, tanto el HDP (alianza en apoyo al pueblo kurdo) como grandes sectores del movimiento socialista, así como la mayoría de la dirección sindical, se opusieron a la nominación de un candidato independiente de los partidos burgueses. Así, se perdió una oportunidad importante para proponer una salida de la clase obrera de la crisis actual, y las elecciones presidenciales se limitaron a una polarización superficial entre las alternativas burguesas en forma de “pro o anti Erdogan”.
Por eso, si bien entendemos y compartimos el deseo de las masas de “derrotar a Erdogan”, no llamamos a votar por ningún candidato de la oposición en las elecciones presidenciales del 14 de mayo. Durante y después de las elecciones presidenciales, seguiremos enfatizando que una verdadera ruptura con el régimen represor sólo puede lograrse con una Asamblea Constituyente independiente y soberana y que el garante de ello puede ser una alianza obrera independiente de los partidos burgueses.
Por otro lado, pensamos que la Alianza de Trabajo y Libertad, que reunió al HDP y a un segmento del movimiento socialista, ingresó a las elecciones parlamentarias bajo el paraguas de una alianza, lo cual es un desarrollo muy positivo para el pueblo trabajador y las masas oprimidas y explotadas. Junto con nuestras diversas diferencias de posicionamiento sobre las elecciones presidenciales y en otras áreas de la política, pedimos el apoyo a los partidos que componen la Alianza de Trabajo y Libertad en las elecciones parlamentarias.
Y finalmente, en el marco de nuestro entendimiento de alianza obrera en materia de elecciones y otros ámbitos de la lucha de clases, llevamos mucho tiempo dialogando con el Partido de los Trabajadores (TİP) de manera fraternal y realizando actividades conjuntas en algunos ámbitos, como en campañas solidarias con víctimas del terremoto. En el centro de estas actividades estaba la imperiosa necesidad de una opción obrera, independiente de los partidos del orden burgués, que combinara las urnas y la movilización en las calles. En este contexto, vemos la actitud del TİP de abrir sus listas de legisladores a otros grupos socialistas, incluido al Partido de la Democracia Obrera (IDP), como un paso valioso en el camino hacia tal alianza obrera.
Los candidatos de nuestro partido (İDP) se incluirán en las listas y actividades electorales en Estambul y İzmir con el lema “los trabajadores debemos gobernar”. Esperamos que todos estos esfuerzos contribuyan a la promoción de una opción política que apunte a una ruptura radical con el régimen unipersonal opresivo y el sistema capitalista de explotación, tanto durante, como después del proceso electoral.
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