El distinguido intelectual de la República de Offshores, Hernán Gutiérrez Benetti,[1] al que supongo con reconocida capacidad intelectual puesto que es nada menos que el Ejecutivo Jefe, investido, de los Consultores legales de la Ley Inteligente (Cleverlaw International Legal Advisers), nos explica a los uruguayos cómo se está elevando la calidad de vida de nuestra bendecida sociedad mediante el ardid de atender la necesidad del capital transnacional y el universo empresario de las fortunas más ricas del mundo.
Es algo que no supieron aprovechar −seguramente eran tontuelos− ni los aborígenes americanos cuando el capital transnacional de entonces los introdujo en el mercado mundial, y que tampoco supieron aprovechar los africanos cuando el comercio mundializado de entonces se valió de ellos como fuerza esclava de trabajo.
A los centroamericanos, por ejemplo, ni se les ocurrió que con los debidos asesoramientos podrían haber seducido al capital transnacional y se limitaron a permanecer como mano de obra semiesclava en las plantaciones tropicales de caña de azúcar, de bananas, mangos y otros cultivos por el estilo.
El asesoramiento de estos asesores inteligentes hace superflua toda idea de gobierno local, regional, nacional. ¿Para qué? si seduciendo al capital viviríamos mejor, si “el flujo de la operato-ria corporativa” nos otorgará “trabajo genuino” y elevará “la calidad de vida de sus habitantes”?
Increíble que a lo largo de los siglos los estúpidos habitantes de todos los países periféricos no se hayan dado cuenta.
Y no sólo eso; que en muchos casos estén viviendo cada vez peor, como lo prueba el aumento acelerado de migraciones cada vez más dramáticas, abandonando tierras explotadas por el capital de los grandes inversores y asesores transnacionales…
Afortunadamente, para la labor del capital mundializado, liberador, tenemos ahora libertarios que podrán abolir toda idea de legalidad que provenga de los confines, de los arrabales planetarios y nos guíen a las vertientes enriquecedoras del capital.
HGB lo dice al menos tan claramente como en su momento otro estadista, José Mujica, en uno de sus proyectos de integración mundial del paisito, lo formulara. Explicita HGB que conviene hacer: “exenciones impositivas a HNI y UHNI (personas de alto y altísimo patrimonio, respectivamente).”
Esto de abundar con siglas y en inglés otorga un nivel expresivo más sofisticado.
Y HGB continúa explicándonos: “Estas personas compran casas, autos, mandan sus hijos a colegios pagos, consumen en supermercados, gastan en esparcimiento, contratan personal doméstico.” Es decir, con estos superricos nos aseguramos los puestos de choferes, jardineros, cocineras, limpiadoras, mucamas y vaya a saber cuantas tareas más.
Nuestro inefable Mujica ya nos lo había explicado pedagógicamente con su proyecto, finalmente abortado, de granjas rurales; que si vendíamos la costa a ricos extranjeros, obtendríamos a cambio trabajo para los lugareños como sirvientes, asistentes y choferes de los extranjeros que allí en la costa atlántica se radicaran (muchos superrricos ni oyeron, ¡ay! la propuesta del avezado frenteamplista).
Volviendo a nuestro benefactor presente: gracias a sus conocimientos históricos sabemos que Uruguay ya a principios del siglo XX estaba a la par en bienestar material de los principales países europeos. Basta ver el latifundio tan extendido en el Uruguay de entonces y compararlo con la estructura agraria generalizada en Europa Occidental para darnos cuenta que el campo uruguayo apenas se podría haber comparado con la región de Andalucía en España. Pero, bueno, no vamos a andar con sutilezas geográficas sobre si HGB desbarra en la comparación; un continente más, un continente menos…
Lo cierto es que con autores como el mencionado Hernán Gutiérrez
Benetti “no haremos patria”, como a menudo se convoca, pero indudablemente “haremos
imperio”.
[1] https://www.cronista.com/columnistas/seduciendo-al-capital-uruguay-esta-decidida-a-ser-la-suiza-de-america-version-siglo-xxi/. El Cronista, Buenos Aires, 14 dic. 2021.
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