En Venezuela se está jugando el futuro geopolítico de América Latina. Esta afirmación, a primera vista cargada de fatalismo, es verdadera en la medida que seamos capaces de leer los acontecimientos de manera histórica. La andanada golpista contra el gobierno democráticamente electo de Nicolás Maduro pareciera ser el plan más acabado de los Estados Unidos […]
En Venezuela se está jugando el futuro geopolítico de América Latina. Esta afirmación, a primera vista cargada de fatalismo, es verdadera en la medida que seamos capaces de leer los acontecimientos de manera histórica.
La andanada golpista contra el gobierno democráticamente electo de Nicolás Maduro pareciera ser el plan más acabado de los Estados Unidos desde que Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela en 1998 -Golpe de Estado de febrero de 2002; sabotaje y paro petrolero de 2002-2003; Guarimbas estudiantiles de 2006 y las guarimbas de 2015 a 2017; y el intento de magnicidio de agosto del año pasado contra el propio Maduro-. Y digo gobierno democráticamente electo, porque no hay que olvidar que el presidente Maduro fue elegido por el 67% de venezolanos que acudieron a las urnas el pasado 20 de mayo de 2018, poco mas de 6 millones de ciudadanos venezolanos dieron su respaldo a la gestión de Nicolas Maduro. Juan Guaidó y la Asamblea Nacional en desacato que preside desconocen esta elección, pero omiten decir que son producto de ese mismo sistema electoral donde fueron elegidos en 2015, también omiten que el sistema electoral venezolano es uno de los más modernos y confiables del mundo según múltiples organismos internacionales como el Centro Carter y figuras políticas respetadas con el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
América latina entre la tiranía neoliberal y lo la soberanía nacional popular
A la vanguardia de Trump, no tardaron en reconocer a Guaidó los gobiernos títeres de la región: Brasil del militar derechista Jair Bolsonaro, Argentina y el impresentable Macri, y el Grupo de Lima con Colombia y Ecuador a la cabeza, con una honrosa excepción, México.
El mapa latinoamericano se divide entre los que, con gobiernos a todas luces antipopulares, hablan de defensa de la democracia, mientras hacia dentro son los primeros en violaciones a los derechos humanos, laborales y económicos, Colombia, Brasil y Argentina son los casos mas paradigmáticos. Países que tienen relaciones amigables y de solidaridad absoluta con el gobierno venezolano como Cuba, Bolivia y Nicaragua, Y aquellos gobiernos mas mesurados que abogan por el dialogo entre las partes para la resolución del conflicto, es la postura del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México. Y a última hora, Uruguay se suma a la posición de que el gobierno de Nicolás Maduro, debe llamar a elecciones presidenciales con certezas democráticas para todos los actores.
Los tambores de guerra norteamericanos están listos para entrar en el escenario. Pero es claro que como la historia de América Latina lo señala, un conflicto bélico en cualquier país nuestroamericano, se vuelve un conflicto regional. Así lo demuestran los cientos de miles de refugiados colombianos producto de décadas de conflicto armado; el éxodo centroamericano de los años 70 y 80; los cientos de miles de refugiados y exiliados sudamericanos durante las Dictaduras de Seguridad Nacional en la región de los años 70´s; el reciente proceso de expulsión de miles de centroamericanos al norte del hemisferio, producto de gobiernos fallidos como el de Honduras o Guatemala.
Si el Comando Sur invade Venezuela, se topará con un pueblo arrecho y digno, dispuesto a defender su soberanía y el gobierno que ellos mismo se han dado. La unión cívico-militar, el pueblo bolivariano y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, es lo que posibilita que el pueblo y gobierno bolivariano resistan y derroten el golpe. La alta politización del pueblo, que se traduce en Consejos Comunales, Comunas, Comités locales de abastecimiento, Mercados comunales, Consejos campesinos, Milicias bolivarianas, entre otras experiencias, le dan al gobierno bolivariano una dimensión territorial real y un fuerte lazo identitario. La derecha cipaya carece de esto.
La pretensión de un mundo unipolar de EU en América Latina se topa con pared, ya que Venezuela tiene el respaldo de Rusia y China (actores geopolíticos de primer orden), la ONU solo reconoce como presidente legítimo de Venezuela a Nicolás Maduro y en la OEA, no hay conceso para reconocer a Guaidó como presidente interino -muy a pesar de las declaraciones de su Secretario General, el traidor Luis Almagro-.
La nación latinoamericana, en Venezuela, está en la hora de defender su soberanía y su dignidad como pueblo libre.
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