El resultado de las elecciones municipales y provinciales del 14 de octubre constituye un nuevo terremoto en Flandes y, de rebote, en todo el país. En el norte se da una recomposición política de calado a favor del partido nacionalista NVA (Alianza neo-flamenca). En el Sur, si tomamos como referencia las elecciones de 2006, no […]
El resultado de las elecciones municipales y provinciales del 14 de octubre constituye un nuevo terremoto en Flandes y, de rebote, en todo el país. En el norte se da una recomposición política de calado a favor del partido nacionalista NVA (Alianza neo-flamenca). En el Sur, si tomamos como referencia las elecciones de 2006, no hay cambios entre los grandes partidos; pero si lo hacemos con las legislativas de 2010, la socialdemocracia, aún cuando continúa siendo el partido mayoritario y salga reforzada en algunas ciudades grandes, retrocede en beneficio de los liberales. En Bruselas, la ruptura de la alianza entre los liberales y el FDF (Federalistas Demócratas Francófonos), sitúa en cabeza a la socialdemocracia. Los Verdes se hunden en la parte francófona del país, aunque recuperan los buenos resultados del año 2000 en Flandes. La extrema derecha, dispersa y dividida sobre el cadáver del FN belga, pasa de 30 a 6 concejales y retrocede significativamente en todo el país, aunque en Charleroi logra el 11%. Quien obtiene un éxito importante en las tres regiones del país es el PTB (antiguo partido maoísta y estalinista) poniendo en evidencia la existencia de una aspiración a una alternativa de izquierda, antiliberal, antinacionalista y anticapitalista.
De Wever gana la apuesta
Bart de Wever, el líder liberal-nacionalista, ha ganado la apuesta: será el burgomaestre (primera autoridad en algunas ciudades europeas) de Amberes. Ha vencido a Patrick Janssens, burgomaestre socialdemócrata saliente. Situado a la cabeza de los partidos políticos flamencos, el NVA ha dejado de ser «un gigante con pies diminutos»: ha logrado echar raíces a nivel local. ¡Y qué raíces! Además del 37,7% de votos obtenidos en la gran ciudad de Flandes (dirigida por la socialdemocracia desde hace 60 años), los nacionalistas flamencos, son la primera fuerza en 3 de cada 5 municipios y están en posición de negociar la alcaldía en más de 30. Este resultado supone un gran triunfo para un partidos que en las municipales de 2006 no era sino el socio menor de la coalición con los cristiano demócratas del CD&V, el partido histórico de la burguesía flamenca. Y aunque sea cierto que los partidos tradicionales se aliarán para cerrarles el paso a la alcaldía en muchos municipios, eso les dará argumentos para presentarse como el único partido para el cambio y, de ese modo, ampliar su audiencia.
Siempre resulta delicado extraer conclusiones nacionales de unas elecciones locales, pero lo que más ha repetido De Wever en esta campaña, en la que apenas ha hablado de cuestiones municipales, es que estas elecciones mostrarían el rechazo mayoritario de los flamencos a la política del gobierno federal y el deseo un gobierno mucho más neoliberal. Y ha acertado, aunque no al 100%: las elecciones no han sido ni mucho menos un Berézina [referencia a la batalla a orillas del rio Berézima -Bielorrusia- donde las tropas de Napoleón sufrieron una masacre] para los liberales demócrata-cristianos y socialdemócratas flamencos. El CD&V (demócrata cristiano) ha salido mejor parado de lo que se esperaba, y el SP.a (socialdemócrata), aunque haya perdido Amberes, conserva la alcaldía de Gante, segunda ciudad flamenca, en alianza con los verdes. De hecho, la mayoría de los votos que han ido a parar al NVA vienen del Vlaams Beland, extrema derecha, que sufre una aplastante derrota: ha perdido tres de cada cuatro de sus electos en su feudo de Amberes. Si los resultados del domingo se proyectaran al Parlamento flamenco, el NVA obtendría 38 escaños (actualmente tiene 16), el CD&V 29 (en lugar de 31), mientras el SP.a y el VLD tendrían 18 cada uno, en lugar de 19 y 21 respectivamente. Es decir, el NVA no obtendría la mayoría entre el electorado flamenco pero sí una parte muy importante de su ala derecha.
Eufórico por el éxito logrado, la misma noche del escrutinio De Wever se dirigió al primer ministro a través de los medios de comunicación para trasmitirle el siguiente mensaje: «Flandes está harta de vuestra política «socialista de impuestos»; si esa política resulta favorable para los francófonos, no podéis imponérnosla a los flamencos, que somos la mayoría del país. El NVA ganará las elecciones legislativas de 2014 y entonces exigirá la confederación. Así pues, mejor que empecemos a negociarla desde ahora». Cuestionado sobre estas declaraciones por los periodistas, Di Rupo (primer ministro y líder del partido socialista de Valonia) trató de echar balones fuera insistiendo sobre el carácter local de las elecciones, pero no convenció a nadie. La cuestión de fondo es que el proyecto basado en una política de reformas neoliberales (comunitarias y socio-económicas) para intentar salvar a los partidos tradicionales de Flandes (y con ello el actual sistema y el lugar que ocupa en él la socialdemocracia, interrumpidamente en el poder desde 1987) está a punto de irse a pique. Esto es lo que muestran las elecciones.
La política del mal menor pierde adeptos
Este fracaso no ha sido ninguna sorpresa. Refiriéndose al acuerdo del gobierno de coalición en setiembre de 2011 para satisfacer los intereses de las distintas comunidades, el análisis de la LCR publicado en la web en octubre de 2011 concluía así: «La sexta reforma del Estado, lejos de ser «la paz de los valientes» como alardean sus autores, va a incrementar las desigualdades sociales y contiene el germen de una crisis más grave para el futuro». En lo que se refiere a la política socio-económica, ¿será necesario demostrar que no es «socialista» (ni «marxista» como ha dicho recientemente un influyente empresario flamenco)? El gobierno, bajo la batuta de la socialdemocracia, se ha dedicado a combatir con energía las conquistas de los trabajadores y trabajadoras. Emulando al ex canciller alemán Schröeder, su estrategia tiene como objetivo debilitar a los sindicatos y disminuir radicalmente los costes laborales con medidas contra los parados y paradas, los subsidios sociales, la gente enferma, las pensiones y la juventud
Si De Weber denuncia esta política es porque piensa que en el marco de un estado confederal, la relación de fuerzas políticas y sociales en Flandes le permitirá ir más rápido y más lejos con las políticas neoliberales. La patronal flamenca le apoya. Y la patronal francófona, a pesar de los temores que muestra por una desestabilización cuyas consecuencias no llega a imaginar, se congratula de ver cómo De Weber piensa desmantelar la seguridad social debilitando los sindicatos. En lo que respecta a los liberales francófonos que forman parte del gobierno de coalición, están a favor de agudizar las políticas de austeridad en nombre de la lucha contra el nacionalismo. Es más que probable que la socialdemocracia francófona también se apunte a esta vía con la esperanza de mantenerse en el poder a cualquier precio. Una vez más, su pretexto será la defensa de la competitividad en nombre del empleo y de la lucha contra el déficit del Estado, aún cuando hayan destinado 30 millardos de euros del erario público al rescate de la banca privada. Ya se conocen sus objetivos: en primer lugar, acabar con la indexación de los salarios tal como viene reclamando repetidamente la Comisión Europea; pero también tiene en su punto de mira el sector público, el sistema de pensiones y la seguridad social.
En enero los sindicatos organizaron una huelga de 24 horas contra las medidas gubernamentales impuesta sin concertación, de forma autoritaria. Pero la huelga no tuvo continuidad. A pesar de las voces críticas en su interior, los sindicatos FGTB y la CSC no reaccionan. El peso del desempleo y las consecutivas reestructuraciones no lo explican todo. Más allá de eso, el problema es que estos sindicatos temen comprometerse en una lucha que podría escapárseles de las manos y, al mismo tiempo, carecen de alternativas. Confunden la defensa de la caja única de la seguridad social con el mantenimiento de la estructura unitaria del país y del «sistema belga», lo que les lleva a alinearse, de buena o mala gana, con el gobierno en nombre del mal menor. Esta política siembra el desasosiego y hace el juego a la derecha y a los nacionalistas. Lejos de debilitar a De Weber, lo que hace es reforzarle y con él a toda la derecha. Ahora bien, el argumento del mal menor cada vez tiene menos apoyo en la población.
El avance del PTB
El último primero de mayo, la segunda federación local de la FGTB denunció con dureza al Partido Socialista y llamó a la construcción de una convergencia política alternativa de izquierdas para luchar contra el capitalismo en crisis. Esto constituye un signo claro del descontento hacia los socialdemócratas y los verdes. Las elecciones del 14 de octubre nos han dado otro: el importante avance del PTB (Partido del Trabajo de Bélgica). Esta formación ha obtenido escaños en los consejos municipales de algunas localidades obreras en las que había creado centros de atención médica (en los que los pacientes no pagan más que la tarifa que les será reembolsada por la Mutua). A fin de romper el estancamiento político en el que ese encontraba el PTB decidió hace unos años cambiar de imagen y, en cierta medida, de estrategia. El objetivo era desembarazarse de la imagen que tenían de «extremistas» y de divisores de la izquierda. Al mismo tiempo prestaron mucha atención a la comunicación.
Al final, y pesar de algunos patinazos, lo han conseguido. Han obtenido buenos resultado en ciudades importantes de Valonia y Flandes, así como en dos municipios de la aglomeración de Bruselas. En Amberes, el PTB ha obtenido 7,96% y supera a la candidatura Open VLD (5,57%, 2 electos) impulsada por la ministra de justicia Annemie Turtelboon. En la provincia de Lieja, logra 4 escaños en Herstal, 5 en Seraing (segunda fuerza tras el PS), 2 en Lieja y 1 en Flémalle. En estas dos provincias, particularmente en Lieja, los resultados le permiten incluso pensar que podrá superar el listón necesario para alcanzar escaños en las legislativas. Es la recompensa al trabajo y el empeño de sus miembros.
Las tentativas del PC de seguir la estela del Front de Gauche francés (en La Louvière y en Charleroi) han fracasado, si bien otras listas a la izquierda de la socialdemocracia obtienen resultados interesantes. En Glances, la LCR-SAP ha impulsado el movimiento Rood! organizado en torno a Eric De Bruyn, antiguo candidato de izquierda a la presidencia del PS.a. Rood! Ha obtenido resultados respetables, si bien lejos de los obtenidos por el PTB y de lograr ningún electo. La lista Gauches Communes también ha obtenido unos resultados aceptables (3,7%) en el pequeño municipio de Saint Gilles (Bruselas) frente al 3,875 del PTB (en conjunto un 7,5%), pero tampoco ha obtenido escaños. En Lieja, el movimiento VEGA entra en el consejo gracias, sobre todo, a la original idea de constituirse como cooperativa política.
En localidades más pequeñas y tras muchos años de sequía, la izquierda ha logrado algunos consejeros municipales que han sido reelegidos en listas unitarias (es, sobre todo, el caso de nuestro camarada Freddt Dewille en Anderlues y de otros electos en Herzele y Courcelles). Todo esto confirma que la excepción belga -la ausencia de una alternativa creíble al social-liberalismo- podría tocar fondo. Ahora bien, ninguna de estas listas tiene la dimensión nacional que tiene el PTB, ni capacidad para competir con él en las elecciones de 2014… y ninguna de ellas tiene razones sólidas para hacerlo dado que no existen diferencias programáticas que lo justifiquen.
Toda la izquierda deberá analizar esta situación y extraer las conclusiones necesarias. La LCR-SAP lo hará las próximas semanas; sin tabús y poniendo por delante el interés de los explotados y oprimidos. Hablaremos con espíritu constructivo con el resto de fuerzas y en especial con el PTB. Probablemente, este último se verá forzado a avanzar más en su modernización. Pero hay cuestiones electoralmente poco rentables, que no se pueden obviar: ¿Cómo abordarán el anti-racismo, el anti-sexismo y la lucha contra la islamofobia? ¿Cómo se comportarán en las luchas en caso de enfrentamiento entre los trabajadores y las burocracias sindicales? Y también es posible que el éxito obtenido por el PTB le coloque ante una situación no prevista. La importancia de su victoria alimenta las aspiraciones a una alternativa anti-neoliberal, anticapitalista y antinacionalista más amplia de la que pueda representar el PTB por sí mismo. Los posicionamientos sindicales a favor de una convergencia amplia a la izquierda van en ese sentido. Para responder a estas aspiraciones, todo el mundo debe asumir sus responsabilidades, de forma abierta y con imaginación. El interés de la izquierda es que el PTB abandone definitivamente el dogma del papel dirigente del partido. Mientras tanto, ¡bravo por ellos!
16/10/2012
Traducción: VIENTO SUR