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Entrevista a Patricia Rodas, Canciller de Honduras

«Volveré para seguir luchando y adonde sea que mi pueblo me quiera»

Fuentes: Rel-UITA / Rebelión

Finalizando una conferencia de prensa realizada en la embajada de Honduras en Managua, en la que el alcalde liberal de San Pedro Sula, Rodolfo Padilla Sunseri, anunció su decisión de retirarse del proceso electoral junto con más de 50 candidatos a diputados y un centenar de candidatos a alcaldes y vicealcaldes de este mismo partido, […]

Finalizando una conferencia de prensa realizada en la embajada de Honduras en Managua, en la que el alcalde liberal de San Pedro Sula, Rodolfo Padilla Sunseri, anunció su decisión de retirarse del proceso electoral junto con más de 50 candidatos a diputados y un centenar de candidatos a alcaldes y vicealcaldes de este mismo partido, Sirel tuvo la oportunidad de dialogar en exclusiva con la canciller legítima de Honduras, Patricia Rodas.

-Faltan dos semanas para las elecciones y siguen las tácticas dilatorias del gobierno de facto y las demás instituciones del Estado para no restituir al presidente Manuel Zelaya. ¿Por qué ese miedo a la restitución del Presidente?

-El miedo por parte de las fuerzas de la oligarquía, de los sectores más duros de la derecha política del país, de los militares y de sectores internacionales que defienden intereses comunes de carácter económico, es al liderazgo popular que tiene el presidente Zelaya. Es el miedo al mismo pueblo hondureño, a su conciencia despierta, a su capacidad de resistir y a la desconfianza que les tiene a estos viejos sectores, que son los mismos que a lo largo de los últimos 30 años han sometido el país a la pobreza y a la desigualdad, y que han infiltrado a partidos políticos y al mismo Estado.

Es también el miedo a sus mismos errores y perversidades al querer encerrar, enterrar y desterrar a los líderes del pueblo, creyendo que de esta manera iban a poder detener a todo un pueblo que lucha. Al querer aplicar nuevamente los mismos métodos de terror y represión de los años 80. Ese temor se va convertiendo en odio, con la participación de los sectores más retrógrados del fundamentalismo religioso y la manipulación de los medios de comunicación.

-¿Cree que parte de este miedo se debe también a la posibilidad de que, una vez restituido, el presidente Zelaya pudiese hacer un llamado al voto para algún candidato considerado no golpista?

-Hay que recordar que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) está compuesto por tres magistrados ligados íntimamente con el golpe de Estado, que son capaces de hacer cualquier cosa con tal de satisfacer sus intereses y los de quienes les pagan. Así que muy probablemente tengan ya al candidato que saldrá electo en las elecciones, no importa cuál sea el voto popular.

No obstante, el presidente Zelaya no necesita ser restituido para tratar de dirigir la conciencia popular. No es ese el objetivo, sino reconstruir el hilo constitucional roto por el golpe. Los golpistas tienen miedo, incluso de tener que llegar un día y verlo a los ojos, porque saben que esta mirada no la van a poder sostener. Les tienen miedo a su propia vergüenza y miseria.

-¿Qué elecciones van a ser las del 29 de noviembre? ¿Está de acuerdo con el llamado a desconocerlas?
-Ya hay un grupo importante de candidatos que se ha retirado, y la impresión es que este proceso se caracterizará por el aislamiento popular y por el intento de los golpistas de legitimarlo a través del engaño y la mentira. Sin embargo, a estos partidos políticos el pueblo ya les dio la espalda. Son cúpulas dueñas del fraude, de la mentira, de los golpes y los fusiles, de la represión contra el pueblo, de la sangre derramada.

El 29 de noviembre estas cúpulas van a vivir el aislamiento de su gente y por supuesto que harán fraude y seguirán violando lo derechos humanos. Habrá gente que irá a la urna amarrada de la lengua hasta los pies, engañada y con temor de lo que pase después, segura de estar controlada muy de cerca por militares y policías. Terror, desinformación, engaño y aislamiento a los golpistas será la tónica de estas elecciones que no serán legitimadas.

-¿Cómo evalúa la actitud de la comunidad internacional ante este evento?
-El mundo entero condenó el golpe de Estado por todo lo que representaba y sabe perfectamente que son los mismos golpistas los que hoy pretenden legitimar el proceso electoral.

La comunidad internacional se ha mantenido firme en no querer reconocer estas elecciones, sin embargo estamos viendo cómo Estados Unidos, que en este caso representan una muy pequeña minoría, ha empezado a manifestar contradicciones en su propio planteamiento. En este sentido resulta difícil entender las últimas declaraciones del Deparatmento de Estado a través del subsecretario Thomas Shannon.

Aquí no estamos ante un pleito entre dos partes, tal como creen algunos sectores estadounidenses. Los países del mundo saben que lo que hubo fue un ataque masivo de un ejército, apoyado por un grupito de civiles con grandes intereses económicos, contra todo un pueblo.

Los países del continente americano que podrían apoyar estas elecciones son aquellos dirigidos por la política estadounidense y los intereses de las grandes transnacionales, para evitar que sigan en el continente gobiernos que buscan profundas transformaciones sociales. El resto del mundo va a rechazar esta farsa.

-¿Cree que un reconocimiento de los resultados por parte de Estados Unidos sería una fuerte presión para los demás países del continente y del mundo?
-Es difícil preverlo, y esperamos que la comunidad internacional mantenga su racionalidad. Sin embargo, pase lo que pase, en Honduras tenemos primero que recuperar el hilo constitucional y no vamos a avalar procesos hechos de mentiras y crímenes.

Al Departamento de Estado habría que preguntarle cuáles son las garantías de transparencia que estos señores, que han cometido crímenes y que siguen cometiéndolos, les han dado al gobierno de Estados Unidos y a sus socios en el continente. Si no tienen respuesta, asumiré que ellos también son parte del fraude.

-¿Está desilusionada del gobierno del presidente Obama?
-La humanidad comienza a dudar de sus propias ilusiones y yo soy parte de la humanidad. Respeto al presidente Obama, porque todavía hay tiempo para que la historia lo juzgue, y hay que calificar resultados, y ellos están por verse.

Los desamparados se vieron reflejados en un hombre que asumía el poder en la potencia más grande del mundo. Una potencia que tiene el poder de hacer la guerra, pero también la paz, y hasta el momento parece preferir la guerra, tal vez porque la industria armamentista es el sostén económico de un gobierno que es gendarme y cuida los intereses de sus transnacionales en el mundo.

Sin embargo, el presidente Obama está tratando de ser el Presidente de todos los estadounidenses y ha dejado en manos de otros sectores de su gobierno la dirección de la política del imperio. Y el imperio no es el pueblo de Estados Unidos, sino las transnacionales que están en todo el mundo y que tienen un gobierno, un ejército y una diplomacia que defienden sus intereses.

Honduras ha sido su primera experiencia y al mismo tiempo su primera desilusión en el continente, al enterarse de que sus buenas intenciones no bastaban para frenar la política del imperio. Así que seguimos creyendo que es posible que algún día ese Presidente, que quiere ser justo con su pueblo, también se levante en rebelión contra el imperio que destruye el continente a través de sus lacayos locales, y se una a los pueblos explotados del mundo.

-¿Está de acuerdo con quien dice que ha existido un involucramiento directo de Estados Unidos en el golpe, con el objetivo de parar el avance del ALBA en la región y volverse a posicionar en esta parte del continente?

-Parece un crímen perfecto, pero todo crímen tiene su error, y en este caso se equivocaron de país, de Presidente, de pueblo y de momento histórico. No podemos hablar de una intervención de los Estados Unidos en el golpe, sino de un sector de su gobierno, porque en Honduras no se mueve una hoja sin el acompañamiento o el conocimiento de estos sectores tradicionales de la política estadouidense, que son los que defienden los intereses del imperio de las transnacionales.

Lo que nos corresponde a nosotros es revisar quiénes son los criminales en nuestro país y denunciarlos ante el mundo. Los que están afuera de Honduras tendrán que ser juzgados por todos los pueblos del mundo, por su intervención e injerencia que históricamente nos ha traido golpes de Estado, bases militares extranjeras y el terror y horror de la guerra.

Con respecto al ALBA, es evidente que en el continente se le miraba como un proyecto donde cabía solamente la izquierda, pero de repente el presidente Zelaya, un hombre liberal de corte clásico, decide con su pueblo adehrir a este proyecto y esto genera un gran temor. El mal ejemplo de Honduras había que extirparlo, porque además había nacido en un país cuya economía depende de Estados Unidos y donde incluso hay una de las más grandes bases militares de ese país.

La intolerancia resurgió de las cenizas cuando Honduras aceptó el ALBA. Y a nivel nacional había demasiados intereses que defender por parte de las fuerzas golpistas. No hubo un guión predeterminado, sino que es una estrucutura que está lista para actuar en cualquier momento, con una gran capacidad de reacción, y que está conformada por el Ejército, los medios de comunicación, las cúpulas de las iglesias y de las fuerzas políticas infiltradas en el Estado y el poderío económico para poderse mantener.

Sin embargo, no pudieron preveer la reacción del pueblo. No han logrado estabilizar su poder y no se van a legitimar ni bañándose con agua bendita, porque siempre serán criminales, y esto les está generando un gran pánico.

-¿Qué papel ha jugado la Resistencia en todo este proceso?
-Ha sido un papel fundamental. La Resistencia es una enorme parte de la sociedad hondureña que se levanta, lucha y marcha, diciéndole a la historia y al mundo cuál es el sentir, el pensar, los anhelos de todo un pueblo. La Resistencia es la conciencia del pueblo hondureño y la contraparte de los grupos de poder, esos mismos poderes que la han expoliado, aplastado y humillado, y que ahora se levanta, con dignidad.

-El 27 de enero de 2010 vence el mandato del presidente Zelaya y de su gabinete. ¿Qué va a hacer después de esa fecha y después de cuatro meses pasados afuera de su país?
-No tengo ninguna causa pendiente en Honduras que me impida regresar. El gobierno constitucional termina cuando el Presidente restituido lo dé por terminado. Cuándo deje de ser una servidora de nuestro pueblo desde la función pública volveré a mi pueblo, como siempre lo hice, como cuando a los dos años viví mi primer golpe de Estado, el primer encierro y destierro. Así que volveré para seguir luchando al lado de mi gente. Volveré adonde sea que mi pueblo me quiera. Ahí estaré.

Fuente: http://www.rel-uita.org/internacional/honduras/con_patricia_rodas-2.htm