Hace medio siglo, el 17 de junio de 1960, se efectuó en La Habana la importante reunión preparatoria del Primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas, a celebrarse en Cuba algo más de un mes después (28 de julio al 6 de agosto) de ese año. Ese encuentro fue clausurado por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, […]
Hace medio siglo, el 17 de junio de 1960, se efectuó en La Habana la importante reunión preparatoria del Primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas, a celebrarse en Cuba algo más de un mes después (28 de julio al 6 de agosto) de ese año.
Ese encuentro fue clausurado por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, y asistieron Jacobo Arbenz, ex presidente constitucional de Guatemala, entre otras importantes personalidades del continente y 339 delegados en representación de 23 países.
En sus palabras, Raúl dijo que Cuba abría las puertas a sus hermanos de toda América para que se expresaran abiertamente, en tribuna libre, y expusieran sus ideas acerca de cómo enfrentar los problemas comunes.
Mencionó la campaña mediática que había desatado el congreso, y dio lectura a varios despachos de agencias de noticias norteamericanas, llenos de tergiversaciones y mentiras sobre los objetivos del evento, como práctica ya usada por el enemigo contra la Revolución.
«En Cuba no importamos revoluciones -dijo- pero en Cuba ha brotado un manantial y aquí vienen a beber las juventudes latinoamericanas.»
El congreso devino tribuna para aunar voluntades, buscar solución a los problemas de la juventud y fortalecer la lucha por la liberación nacional y el progreso de América Latina. «Ese -señaló Raúl entonces– es un proceso inevitable, que nadie puede impedir.»
También el congreso resultó plaza donde la juventud del continente pudo expresarse libremente. «Y el que nos haga una crítica honrada, certera y constructiva, se lo agradecemos de todo corazón.
«Nosotros aprendimos eso y muchas cosas más de Guatemala», y subrayó: «aprendimos que había que destruir el ejército mercenario y aprendimos también que hay que darle a tiempo las armas al pueblo. Se nos olvidó destruir el servicio exterior y crear una nueva diplomacia popular», señaló como importantes experiencias.
Les recordó a los asistentes lo que hizo Estados Unidos con México, Puerto Rico y el canal de Panamá, para estar alertas, pues el imperialismo nunca había perdido sus intenciones hacia América Latina.
Esa reunión fue adelanto de lo que sería, mes y medio después, el Primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas, evento muy recordado en toda la región y cuyas enseñanzas están plenamente vigentes.
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