Guadi Calvo

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El día 19 ha comenzado el proceso electoral indio cuyo resultado se conocerá recién el día 4 de junio, cuando se cierre la posibilidad para los 969 millones de votantes -sobre una población total de 1.400- de elegir a su nuevo Primer Ministro y a los 543 miembros de la 18ª Lok Sabha (Cámara Baja del Parlamento), en un proceso que cuenta con siete fases.

Mientras Estados Unidos todavía no se resigna a abandonar las bases de drones que tiene en Níger -una de ellas la más grande del mundo-, el Gobierno del país africano ya ha dado por concluido y declarado ilegal el convenio que permitía a Washington la presencia de unos mil efectivos y un número desconocido de contratistas (paramilitares) en la base 201, en la región de Agadez, terminada de construir en 2019 por los norteamericanos a un costo de cientos de millones de dólares.

Se cumple exactamente un año del comienzo de la guerra civil de Sudán, en cuyo trascurso la posibilidad de acceder a más y mejor armamento y el incremento de las atrocidades, que han provocado los discursos de odio, han convertido al conflicto en un laberinto cuya salida ha sido demolida.

A poco más de tres años de que los militares birmanos volvieran a tomar el gobierno de su país, ya que en verdad el poder nunca lo habían abandonado, se enfrentan a operaciones armadas en prácticamente todos los estados y las regiones en que se divide el país. (Ver: Birmania, un incendio al sur de China.)

La rivalidad entre las dos khatibas fundamentalistas que operan en el Sahel está alcanzado altos niveles de conflictividad que generan, cada vez con más frecuencia e intensidad, fuertes combates entre ambos grupos.

Parafraseando a Nicolás Guillén, podrías decir “triste como la más triste navega Haití en su mapa”. Triste y sola, sin duda, como han dejado a la república de Haití los Estados Unidos, Francia e incluso Naciones Unidas, poderes siempre tan rápidos en intervenir en otros países, por distantes que se encuentren. Por un extraño motivo, quizás atribuible a la falta de petróleo, gas, uranio, litio u oro, sin peso político ni estratégico, la primera nación independiente de América Latina ha sido abandonada a su suerte. (Ver: Haití, los Tonton Macoutes están de vuelta.)

Rusia

Desde que el viernes 22 de marzo comenzó a rebotar en las agencias internacionales la información acerca del ataque al Centro Comercial de Crocus, (Ver: Rusia, el laberinto de Crocus.) y cuando ni siquiera se conocía bien que estaba sucediendo, Ucrania emitió un comunicado en el que negaba cualquier responsabilidad en el hecho, que de inmediato tuvo el respaldo de los Estados Unidos.

Los ataques del pasado viernes al centro comercial del Ayuntamiento de Crocus en Krasnogorsk, al noroeste de Moscú, que además cuenta con dos gigantescas salas para diversos tipo de espectáculos, dejaron al menos 133 muertos y más de 140 heridos (números absolutamente provisorios). El hecho ha encerrado a la inteligencia rusa, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) en un laberinto, junto a varias conjeturas acerca de los responsables, las que todas tienen mucha verisimilitud, por lo que no sería nada extraño que al final del hilo de Ariadna descubramos que estaban unidas.

Haití

Mientras en Haití las bandas armadas, sin otra ideología ni perspectiva que el saqueo y la rapiña, se disputan calle a calle los cotos de caza con la perversidad de los que lo han perdido todo -o la de los que nunca tuvieron nada- y la crisis sumergió al noventa por ciento de la población debajo de los umbrales de pobreza, ¿alguien va a hacer algo?

India

Hemos tratado de informar y seguir, casi hasta el aburrimiento, las operaciones que el Primer Ministro indio Narendra Modi lleva a cabo, desde su llegada al cargo en 2014, contra la comunidad musulmana de su país, la que representa “nada más” que unos 220 millones de creyentes. Cifra que convierte a la Unión India en el tercer país del mundo con población musulmana después Pakistán (240 millones) e Indonesia (236 millones).

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