Recomiendo:
0

Más de 1.100 muertos por la ola de calor en Pakistán

Las víctimas de la pobreza

Fuentes: World Socialist Web Site

Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García.

Según los recuentos oficiales, más de 1.100 personas han perdido la vida en la ola de calor en la provincia pakistaní de Sindh, donde se produjeron las temperaturas más altas, 45º C, registradas desde 1979. La mayor parte de las víctimas son pobres, debido al estado calamitoso en que se encuentran la infraestructura y los servicios públicos. 

«Para el viernes [26], por lo menos 1.150 personas habían muerto en los hospitales administrados por el gobierno», le dijo a Reuters Anwar Kazmi, que trabaja en la Fundación Edhi, una organización caritativa privada que gestiona un servicio de ambulancias y morgues.

La semana pasada se informó de cientos de muertes provocadas por shock térmico, deshidratación o hipotensión: 136 el domingo, 304 el lunes, 337 el martes, 229 el miércoles y 105 el jueves. La gran mayoría -1.040 muertes- se registraron en Karachi, el centro financiero y capital de Sindh, que tiene una población de 20 millones.

La mayor parte de los fallecimientos se produjo en los barrios y suburbios pobres de la ciudad. Además de los fallecidos, hay un pasmoso número de personas con problemas de salud -42.000 en la provincia de Sindh y 38.000 solo en Karachi-. La única morgue de la ciudad, con capacidad para 200 cuerpos, es incapaz de afrontar la situación; esto ha obligado a enterrar por lo menos 350 cadáveres no identificados o no reclamados por nadie.

La más mortal de las olas de calor recordadas en Pakistán data de 1991, cuando murieron 523 personas, informa la base de datos internacional de desastres EM-DAT.

Esta semana la enorme cantidad de muertes demostró una vez más la absoluta negligencia de los sucesivos gobiernos en relación con los trabajadores y las masas explotadas. A pesar del horrendo número de muertes registrado cada día, los gobiernos provinciales y federal no han hecho prácticamente nada. Impotentes hospitales y centros de salud, venidos a menos por los recortes presupuestarios durante décadas, se vieron forzados a acudir a la sociedad civil tanto para que les donaran camillas, hielo, agua y otros elementos como para pedir que se presentaran voluntarios para ayudar en la atención de un interminable flujo de pacientes.

«El pueblo ha respondido generosamente donando lo que puede. Nos han dado todo tipo de cosas, desde botellas de agua hasta medicinas para los pacientes», dijo un funcionario de un hospital al Dawn, y añadió que «los funcionarios del gobierno y los líderes políticos han visitado a los pacientes sobre todo para que les fotografiaran.»

Las olas de calor en Pakistán y la región no son inusuales. Más de 2.000 personas murieron en India el mes pasado. La situación extrema en Karachi se produjo por un sistema de baja presión atmosférica en el mar Arábigo que impedía la llegada a tierra de las brisas marinas, según Ghulam Rasul, jefe del servicio meteorológico de Pakistán.

Un ex jefe del Servicio de Protección Ambiental de Pakistán dijo al Express Tribune: «Pakistán carece de la tecnología necesaria para predecir fenómenos climáticos extremos».

Mientras se dejaba de invertir en esa tecnología, los sucesivos gobiernos han destinado enormes sumas de dinero a gastos militares, lo que revela que las preocupaciones de la elite pakistaní están asociadas con intereses geopolíticos reaccionarios y no con la suerte de la gran mayoría de la población del país. Los gastos de Defensa representan el 19 por ciento del presupuesto gubernamental para el próximo año fiscal.

Si bien la ola de calor ha sido grave, la alta mortandad habida se debe a las malas condiciones de vida impuestas a la población y la falta de cualquier prevención por parte del gobierno frente a los desastres naturales, ya sean olas de calor, inundaciones o terremotos. Esto vale por una acusación a todos los gobiernos del país. La mitad o más de la población del país vive en la pobreza, y Karachi es un centro de pobreza urbana. Los pobres en esta ciudad y el resto de la provincia carecen de suministros adecuados de agua y electricidad, algo determinante en ocasión de olas de calor como la actual.

En Karachi, casi todos los cortes de luz -que pueden llegar a las 14 horas por día- afectan a los barrios pobres mientras que los barrios acomodados se libran de ellos. Los cortes graves de suministro también se dan en la provisión de agua.

Shabana Majeed, que vive en una zona indigente de Karachi contó su experiencia a Reuters. Su marido, de 59 años, murió el lunes. «Después de intentar infructuosamente conseguir una ambulancia, cogimos un taxi y lo llevamos al hospital», dijo ella, «Ya estaba repleto de pacientes afectados por el calor; cuando después de 30 o 40 minutos al fin el doctor pudo verlo, mi marido ya había muerto.»

«Nosotros pagamos a tiempo las facturas de los servicios pero a cambio de eso tenemos escasez de agua y largas horas sin corriente eléctrica. La gente debe ponerse de pie contra el gobierno corrupto e inepto», dice Majeed, haciéndose eco de la creciente rabia en las masas.

Las protestas por la escasez de agua y los cortes de luz estallaron en todo Karachi contra el gobierno y la empresa K-Electric, que provee de electricidad a la ciudad. Durante la pasada década, el empeoramiento de los cortes de corriente dio lugar a numerosas protestas populares, incluso en Karachi.

En un intento de quitar hierro a estas críticas, el gobierno declaró el «estado de emergencia» el martes y canceló todos los permisos de médicos y equipos sanitarios y los de los trabajadores de los servicios críticos, incluyendo los cementerios.

Dando una nueva señal de la cínica indiferencia de la elite dirigencial en relación con la suerte de la clase trabajadora y los pobres, el primer ministro Nawaz Sharif, de la Liga Musulmana Pakistaní (PML-N, por sus siglas en inglés) en el gobierno, y el gobierno provincial liderado por el Partido del Pueblo Pakistaní (PPP, por sus siglas en inglés) se culparon mutuamente por la situación.

El ministro de Agua y Electricidad Khawaia Asif, que también es ministro de Defensa, declaró en el parlamento federal: «Hacer dharnas (protestas) y pedir mi renuncia no resolverá nada; el gobierno provincial debe hacer frente a sus responsabilidades».

En respuesta, el gobierno de Sindh liderado por el PPP culpó a las autoridades federales por la falta de agua y los cortes en el suministro eléctrico.

La demostración más reveladora de la indiferencia del gobierno federal en Islamabad fue un intento de lavarse las manos respecto de cualquier responsabilidad en la crisis energética en Karachi basándose en que la empresa K-Electric es de gestión privada y que el acuerdo de provisión de fluido eléctrico a esa empresa por parte de la red nacional ha expirado. «Ahora mismo, nosotros no tenemos una obligación legal de darle [a K-Electric] electricidad», declaró Asif, «sin embargo, le entregamos 650 megavatios.»

El primer ministro Sharif, del gobierno del PNM-L, con la colaboración del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, está realizando un apresurado programa de privatización. El sector de la energía es uno de los principales componentes de este programa; el objetivo es la creación de una Autoridad para el Desarrollo del Agua y la Electricidad. Esencialmente, el gobierno está ampliando el programa de sus predecesores, que en 2005 privatizaron la Karachi Electric Supply Company, de propiedad estatal, para convertirla en K-Electric.

Desde la privatización, esta empresa ha reducido drásticamente su capacidad de generación para maximizar el beneficio. En abril de 2014, el gobierno PML-N permitió a K-Electric que aumentara sus tarifas en un 70 por ciento, como parte de su programa de acabar con los subsidios. Con el objetivo de hacer que el sector energético sea lucrativo, sus ojos están puestos en la privatización total.

 

Fuente: http://www.wsws.org/en/articles/2015/06/27/paki-j27.html