El partido Syriza, ha vuelto a ser en las elecciones griegas de este domingo el partido más votado, obteniendo una mayoría a pocos escaños de ser absoluta. Poco ha variado el escenario político en relación a las elecciones enero, excluyendo que un nuevo partido,Unión de Centristas, se ha colado en el Parlamento al superar por […]
El partido Syriza, ha vuelto a ser en las elecciones griegas de este domingo el partido más votado, obteniendo una mayoría a pocos escaños de ser absoluta. Poco ha variado el escenario político en relación a las elecciones enero, excluyendo que un nuevo partido,Unión de Centristas, se ha colado en el Parlamento al superar por la mínima el umbral del 3% exigido. A parte de Tsipras, el protagonista silencioso ha sido el crecimiento de la abstención en casi 10% en comparación a las elecciones de enero alcanzando el 45%, seguramente por el hartazgo y frustración de muchos griegos que no ven una salida socioeconómica a la situación del país que les beneficie, pese al ejercicio repetido de la democracia.
Tsipras, que llegó al poder en enero con un programa antiausteridad, acabó aplicando un paquetazo neoliberal que la Unión Europea le impusoy que ha dejado a Grecia con un mínimo margen de acción y soberanía, y eso después de ganar por goleada un referéndum en donde el mismo hizo campaña contra esas medidas. De esta forma Tsipras nos ha sorprendido con decisiones inesperadas y a veces incomprensibles por propios y extraños pero que este domingo le ha llevado a ganar las elecciones con una cómoda diferencia respecto de su principal adversario, pese a que los últimos pronósticos hablaban de un empate técnico.
Tsipras se refuerza una vez más, aunque pierde algún escaño en relación a enero y gana legitimidad para aplicar el rescate a placer, no tanto de él, sino de la Unión Europea, que puede respirar tranquila porque quien fuera su peor enemigo hace unas semanas-y contra todo pronóstico- pasó a ser su garantía. Esperemos que al menos la quita de la deuda se produzca y se puedan aliviar en la práctica las altas cargas de las griegas y griegos.
La otra la gran victoria ha sido la limpieza de disidentes y rebeldes en su propio partido. Las posturas más a la izquierda de Syriza en lo económico y, contrarios al rescate, han sido borradas de un plumazo, no solo a lo interno después de que 32 de los 149 diputados de su partido votaran en contra de aprobar el plan de rescate de la Unión Europea en el Parlamento griego, sino que los 25 diputados que osaron crear el partido Unión Popular que propugnaban la salida del Euro no obtuvieron representación parlamentaria.
Por último podríamos decir que Tsipras se consolida como el referente de la izquierda en ejercicio del poder en Europa. Pese a sus claudicaciones y olvido de sus promesas, que lo han aproximado al comportamiento normalizado de la política de su región, gran cantidad de líderes izquierda le acompañaron en su cierre de campaña, entre ellos destacó Pablo Iglesias de Podemos, quien incluso llamó león a Tsipras y aspira a seguir sus pasos pese a lo agoreras de las encuestas en España para las elecciones generales que se celebrarán a finales de año.
Gana Tsipras, quien pese a las críticas demuestra que una cosa está clara, es un as de la política. En pocos meses de ejercicio del poder ha cambiado el panorama político griego, pulverizando al Pasok, uno de los partidos hegemónicos del bipartidismo, se ha plantado frente a la Unión Europea, hasta que vio que de ir por lana saldría trasquilado y se dio la vuelta como si no hubiera pasado nada tendiendo la mano a sus enemigos. Por último pidió un nuevo voto de confianza para seguir defendiendo los intereses de los griegos y lo consiguió ampliamente, en resumen, una jugada maestra.
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