Porque Europa antepone el capital a las personas. Porque el BCE da dinero barato a bancos que luego prestan a Estados en dificultades a intereses indignos. Porque el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ‘rescata’ países desde el paraíso fiscal que es Luxemburgo. Porque, desde el inicio, la Unión Europea se ha construido sobre tratados fieles […]
Porque Europa antepone el capital a las personas. Porque el BCE da dinero barato a bancos que luego prestan a Estados en dificultades a intereses indignos. Porque el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ‘rescata’ países desde el paraíso fiscal que es Luxemburgo. Porque, desde el inicio, la Unión Europea se ha construido sobre tratados fieles a intereses privados. Porque los ‘austeritarios’ culpan a los Estados de las consecuencias de los rescates. He aquí cinco razones recogidas en el libro La construcción europea al servicio de los mercados financieros. De la CECA al TTIP, Europa antepone el capital a las personas, que muestran que los mercados dirigen Europa.
Capital frente a personas
La Unión Europea garantiza antes la libre circulación de capitales que de personas, tanto comunitarias como extracomunitarias. Así figura sin ningún género de dudas en la información que ofrece el Parlamento Europeo sobre la UE: «La libre circulación de capitales no es sólo la más reciente de las libertades consagradas en el Tratado. Sino que, gracias a la peculiaridad de incluir a los terceros países, es también la más amplia».
En contraste, la UE creó en 2004 una policía de las fronteras exteriores europeas (Frontex), cada año con más presupuesto, que no es más que una «organización militar semiclandestina», en palabras del vicepresidente del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Jean Ziegler. Ahora se han quitado definitivamente la careta y la OTAN envía buques de guerra contra los refugiados en el Egeo. En 2015, las llegadas de migrantes y refugiados a la UE por vía terrestre y marítima sumaron casi un millón de personas, cinco veces más que el año anterior, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). De ese millón, 956.456 personas llegaron por mar.
Incluso antes de la fuerte irrupción de la extrema derecha en el Parlamento Europeo tras el 25 de mayo de 2014, en la práctica, la libre circulación de personas dentro de la UE entre miembros de la Unión no funciona. Al menos 13 países practican expulsiones. Los ciudadanos europeos podrán vivir libremente en otro país de la UE siempre que no se conviertan en «una carga excesiva para la asistencia social del Estado de acogida».
Intereses privados
Al contrario de lo que se suele decir, la construcción de la UE desde la creación de la Comunidad del Carbón y el Acero (CECA) en 1952 no tiene como origen la voluntad de asegurar la paz en un continente muy afectado por la guerra, sino más bien de ampliar el mercado para grandes empresas privadas.
Desde la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957 hasta las negociaciones actuales de los acuerdos gigantes de libre comercio (TTIP, CETA, TISA), pasando por el Tratado de Maastricht en 1992 y los múltiples pactos de austeridad, los desarrollos sucesivos de la UE se han llevado a cabo desdeñando cada vez más el papel y la importancia fundamental de la «cosa pública».
Los diferentes tratados implementados para formalizar el funcionamiento de la UE oficializan esta tendencia, siendo vinculantes las disposiciones relativas a las obligaciones de favorecer al mercado y relegando a anexos o a meras declaraciones retóricas la protección de los derechos fundamentales y del medio ambiente.
David Rockefeller resumió claramente la opción tomada por los dirigentes europeos cuando dijo en 1999: «Algo debe reemplazar a los gobiernos, y el poder privado me parece la entidad adecuada para hacerlo».
‘Rescatar’ países
El espacio de excepción democrática en que se ha convertido la Eurozona dispone, entre otras, de una herramienta de excepción financiera: el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Concebido como un «mecanismo permanente de crisis» para «salvaguardar la estabilidad financiera de la zona euro», permite liberar fondos a países miembros con graves problemas de financiación, a cambio de «una estricta condicionalidad, que podrá adoptar diversas formas, desde un programa de ajuste macro, hasta una obligación de cumplimiento continuo de las condiciones preestablecidas».
El MEDE tiene su sede en Luxemburgo, un paraíso fiscal en el corazón de la UE, cuyo ex primer ministro y titular de Hacienda, Jean-Claude Juncker, fue llevado a presidir el Eurogrupo y la Comisión Europea. Los privilegios e inmunidades del MEDE son impresionantes. Para empezar, ninguno de sus miembros podrá ser considerado responsable de las obligaciones contraídas. Además, no sólo sus miembros, sino también sus bienes, sus recursos financieros y sus activos gozan de inmunidad frente a cualquier forma de procedimiento judicial. Están protegidos frente a investigaciones, embargos y cualquier tipo de control. También disfrutan de inmunidad fiscal. Para terminar, destacar que los préstamos del MEDE gozan de la condición de acreedor preferente, sólo por detrás del FMI.
Dinero barato a bancos
El Banco Central Europeo (BCE), dirigido por el exvicepresidente de Goldman Sachs para Europa, Mario Draghi, tiene entre sus misiones prestar dinero a los bancos de la zona euro y supervisar sus cuentas. Lo mínimo que se puede decir, vista la debacle de la crisis financiera, es que la supervisión está fallando.
Mientras las entidades financieras son rescatadas con dinero público, el BCE da dinero barato (a menos del 1% de interés) a estos bancos y fondos privados que luego prestan a los Estados en dificultades a un interés indigno, generando un beneficio usurero.
El mandato del BCE está limitado por el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea a la política monetaria, por lo que, como señala un informe del Parlamento Europeo, «la participación del BCE en cualquier asunto relacionado con las políticas presupuestarias, fiscales y estructurales se encuentra en un terreno legal incierto». Aun así, se arroga el derecho de enviar recomendaciones sobre moderación salarial -a España, por ejemplo-. Su doble función como asesor y acreedor en la troika señala conflictos de interés flagrantes, al ser juez y parte.
Culpar a los Estados
La Europa ‘austeritaria’ no asume su responsabilidad y culpa a los Estados serviles de las brutales consecuencias de los rescates que les ha exigido. El Parlamento Europeo, antes de las elecciones de 2014, dirigió un cuestionario a altos responsables europeos con la presunta intención de fiscalizar la actuación de la troika (CE, BCE, FMI) en los países de la Eurozona sometidos a «programas» de rescates financieros.
Las respuestas son escasas e insatisfactorias, cuando no inexistentes. Todos coinciden en exculparse trasladando las responsabilidades a los demás. «La autoría del diseño del programa pertenece a las autoridades del Estado miembro afectado», se excusan CE y BCE.
El informe del Parlamento Europeo donde se incluye el cuestionario certifica que «la desigualdad en la distribución de los ingresos ha crecido por encima de la media en los países [rescatados]», y «los recortes sociales y el creciente desempleo están aumentado los niveles de pobreza». Además, duda de la transparencia de los Memorándum de Entendimiento (MoU) y de la legalidad de la troika.
La demostración de que el Europarlamento no tenía vocación de llegar hasta el final en su presunta fiscalización a la troika la tenemos en su silencio ante el cuestionario enviado por parte de la Plataforma por una Auditoría Ciudadana de la Deuda del Estado español (PACD) y del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Europarlamentarios de todos los colores políticos fueron interpelados para responder a unas sencillas preguntas. Nadie tuvo a bien responder, demostrando que, a pesar de pedir más transparencia a la troika, ellos no la practican.
Fuente original: http://www.diagonalperiodico.net/panorama/29393-mercados-dirigen-europa-cinco-razones.html