A la crisis política permanente (corrupción, estado y gobierno débiles, falta de liderazgo en temas como la crisis hídrica o conflictos medioambientales, etc.), hay que sumarle un factor clave como el Odebrecht affair que amenaza con tirarse abajo todo el andamiaje del proceso de transición democrática instaurado con la caída de la dictadura fujimorista ya […]
A la crisis política permanente (corrupción, estado y gobierno débiles, falta de liderazgo en temas como la crisis hídrica o conflictos medioambientales, etc.), hay que sumarle un factor clave como el Odebrecht affair que amenaza con tirarse abajo todo el andamiaje del proceso de transición democrática instaurado con la caída de la dictadura fujimorista ya que involucra a todos los gobiernos posteriores (Toledo, García y Humala), pudiendo convertir la crisis política en una crisis del régimen en su conjunto con efectos hasta ahora incalculables. Según el analista Juan De la Puente, «… Por esas razones, el año 2017 será de una compleja inestabilidad que, al no reducirse en intensidad, será el antecedente de cambios drásticos el año 2018. En ese contexto, la sola discusión de una probable vacancia presidencial representa un elemento perturbador del proceso democrático …», ( Nueva crisis y nuevo escenario, diario La República, 20/01/17).
Y en efecto, al co-gobierno PPK-Fujimori ahora le sigue un nuevo escenario complejo que generará inestabilidad en las relaciones políticas de co-gobierno y de éste con el pueblo y que tiene a un nuevo actor: La Calle. Un nuevo factor de poder que no se veía en Lima desde la Marcha de los 4 suyos y que se caracteriza no solo por su espontaneidad democrática e intensidad sino por su composición juvenil y el método de los bloqueos de carreteras como sucedió en el movimiento social contra el peaje de Puente Piedra y que comienza a proponer luchar contra la corrupción de Odebrecht.
Por tanto, el fujimorismo va a tener que deslindar del caso Odebrecht y de PPK para no verse salpicado por el escándalo y perder el voto de los barrios pobres de Lima.
Pero además hay nuevos elementos de análisis. Algunos aparecieron en la campaña 2016 (otros después) y que probablemente no van a desaparecer en la elección del bicentenario. Nos referimos a la activa intervención de la embajada norteamericana a través de la DEA (http://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/asi-informo-univision-investigacion-dea-joaquin-ramirez-n231357), para involucrar al fujimorismo en un caso de narcotráfico a través de su Secretario General, Joaquín Ramírez (que fue determinante para su derrota). En verdad, desde que EE.UU. le bajó el dedo a Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori tanto por venderle armas a las FARC como por jugar al espionaje con la KGB, la Casa Blanca no quiere saber nada del fujimorismo. Y Keiko es consciente de este enemigo.
Por tanto, no es casualidad que a nivel de la inteligentsia se esté discutiendo la posibilidad de que el fujimorismo plantee la vacancia presidencial. A nuestro modo de ver y dependiendo de cómo se desarrolle la crisis nacional, existirían cuatro salidas políticas:
1-Keiko espera el momento y su bancada congresal plantea la vacancia presidencial por incapacidad moral o física y se convierte en la primera mujer presidente a través del adelanto de elecciones;
2-Keiko espera elecciones normales en el 2021 y pierde frente a Julio Guzmán, Martin Vizcarra o Verónica Mendoza;
3-Un golpe cívico-militar como en Honduras o Paraguay para evitar que Keiko o un outsider llegue al poder;
4- Una rebelión social que barre con todo el sistema político neoliberal como continuidad de la semiinsurrección del 2000.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.