Una antigua fórmula señala que cuando una puerta se cierra hay que hallar otras para salir del enredo y eso al parecer están buscando varios países de la Unión Europea. Los golpes ocasionados por la salida de Gran Bretaña de la Unión y las acciones proteccionistas que pretende establecer la nueva Administración estadounidense de Donald […]
Una antigua fórmula señala que cuando una puerta se cierra hay que hallar otras para salir del enredo y eso al parecer están buscando varios países de la Unión Europea.
Los golpes ocasionados por la salida de Gran Bretaña de la Unión y las acciones proteccionistas que pretende establecer la nueva Administración estadounidense de Donald Trump, han hecho que países como España y Francia comiencen a acercarse al mercado de Rusia, país que ha padecido desde hace alrededor de tres años las sanciones económicas y financieras de Occidente debido a que no dejó que le arrebataran la estratégica península de Crimea.
Las sanciones contra Moscú se dirigieron a perjudicar sus industrias petroleras y de defensa; prohibir la compra-venta de bonos, acciones o instrumentos financieros emitidos por bancos estatales rusos, negar visas y congelar cuentas a ciudadanos de ese país, entre otras acciones.
Como contraparte, Moscú decidió embargar importaciones alimentarias procedentes de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, esta última que como siempre siguió las directrices emitidas por Washington.
El Centro Analítico del Gobierno ruso considera que de 2014 a 2017 los países integrantes de la Unión han perdido unos 150.000 millones de dólares por la aplicación de las medidas.
Tras la declaración oficial de Gran Bretaña de alejarse del bloque, los países más fuertes (Alemania, Francia, Italia y España) abogaron por una llamada Unión Europea a varias velocidades, en la que los catalogados como núcleo duro, avanzaran hacia una mayor integración y el otro quedara más rezagado hasta que poco a poco lograran alcanzar la misma estabilidad económica.
En ese sentido, ante la salida de Gran Bretaña, la primera ministra alemana Ángela Merkel dijo «debemos aceptar que ciertos países se mueven hacia adelante y pueden avanzar más rápidamente que otros, pero tenemos que ser capaces de seguir adelante».
Por su parte, en esa misma ocasión, el entonces presidente francés François Hollande, declaró que «la unidad no significa uniformidad y por eso llamo a nuevas formas de cooperación de varias velocidades por lo que algunos países pueden ir más rápido, más lejos en áreas como la defensa y la zona euro».
Ahora, tras los recientes desacuerdos en diversos temas económicos y políticos con Washington, al parecer las acciones dentro de la Unión Europea han ido variando pues tanto Francia como España están haciendo guiños al socio comercial europeo que antes habían apartado.
La pasada semana, Vladimir Putin visitó Francia y mantuvo conversaciones con el nuevo presidente Emmanuel Macrón y a pesar de que los medios de comunicación destacaron algunos puntos de desencuentro, lo cierto es que el solo hecho de visitar París, es un tanto a favor para el presidente ruso.
En otra reunión muy sintomática el ministro español de Energía y Turismo, Álvaro Nadal, se reunió en Moscú con su par ruso, Alexander Novak, y afirmó que «las sanciones son de ámbito limitado y por lo tanto hay un espacio para la cooperación, el comercio, el turismo y en todo lo que hemos estado trabajando».
Se conocieron varios proyectos en conjunto como los de Gazprom Neft con Repsol para colaborar en extracciones petroleras en el Kurdistán iraní y otro de crear una empresa mixta para la exploración geológica en Siberia Occidental.
Ante los problemas económicos y resquebrajamientos dentro del bloque comunitario, se han multiplicado los políticos y organismos que exigen la eliminación de esas sanciones. En Italia, durante el pasado Consejo Regional de Véneto, efectuado en Venecia, se aprobó una resolución la cual llama al Gobierno nacional a eliminar las medidas contra Moscú, al esgrimir pérdidas en miles de millones de euros a cambio de nada, pues no obedecen a sus necesidades.
El ministro germano de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, reconoció recientemente que Alemania considera que este año será más difícil prolongar las sanciones de la Unión debido a la resistencia mayor de algunos países, y durante una visita que efectuó a Lituania puntualizó que necesitan un diálogo con Rusia para reconstruir la confianza perdida. Hungría, Chipre, Grecia y Eslovaquia también favorecen suavizar o cancelar esas medidas.
Una investigación de la compañía EY Ernst & Young informó de que alrededor de un 80 % de los consorcios alemanes no desea prescindir del mercado ruso.
La Unión Europea ha comprendido que las sanciones contra Moscú se han ido convirtiendo en un boomerang para sus gobiernos y ciudadanos y todo indica que está decida a enfrentar las presiones procedentes de Washington, país que apuesta por mantenerlas.
Rusia representa un mercado inmenso con 140 millones de habitantes, y si se añade la población de la Comunidad de Estados Independientes, la cifra sobrepasa los 280 millones.
Como se observa, la Unión Europea en este mundo globalizado apuesta por el pragmatismo y abre otras puertas para salir de su atolladero económico.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.