Parecería que las manifestaciones de Francia, encabezadas por los chalecos amarillos van a terminar con el mundo que los globalizadores planificaron cuando creyeron controlarlo todo, luego de la caída de la URSS. ¿Qué pasó para que se dé esta oleada de manifestaciones, aparentemente en protesta por el alza del precio de los combustibles, pero que […]
Parecería que las manifestaciones de Francia, encabezadas por los chalecos amarillos van a terminar con el mundo que los globalizadores planificaron cuando creyeron controlarlo todo, luego de la caída de la URSS. ¿Qué pasó para que se dé esta oleada de manifestaciones, aparentemente en protesta por el alza del precio de los combustibles, pero que inclusive demandan la dimisión del Presidente Macron, luego de que este gobernante anulara la medida, sin que les importe la declaración de emergencia social y económica, hecha por el gobierno, en un intento por aplacar unas protestas, que ahora amenazan con desperdigarse por toda Europa?
Ningún lugar del planeta ha parido tanto movimiento revolucionario como Francia. La Toma de la Bastilla dio paso a la Revolución Francesa y a la I República, que redistribuyó la propiedad de la tierra; estableció el habeas corpus y la celebración de juicios que respetaban la presunción de inocencia del acusado; estableció la libertad de expresión y cultos; implantó el pago equitativo de impuestos; eliminó la prisión por deudas; decretó la igualdad ante la ley e instituyó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que condujo a la libertad de conciencia y a la ampliación de los derechos civiles.
Durante el Directorio de Francia se dio «La Conspiración de los Iguales», encabezada por Babeuf, Buonarrotti, Darthé, Maréchal… que propugnaban la abolición de la propiedad privada, fuente de todas las miserias sociales, mediante la lucha de clases y la dictadura del proletariado. El 8 de agosto de 1797 se guillotinó a estos líderes. La revolución de 1830 creó las condiciones para la revolución de 1848, que se expandió por Europa y se llamó Primavera de los Pueblos; nació entonces la II República.
El 18 de marzo de 1871, al finalizar la guerra entre Francia y Prusia, el Primer Ministro Thiers firmó con Prusia un armisticio denigrante; la clase obrera se opuso, se reveló y tomó París. Las tropas se negaron a disparar contra el pueblo y se formó un movimiento de resistencia que desencadenó un proceso revolucionario. Los sublevados instauraron la Comuna de París, el gobierno de los trabajadores que organizó la sociedad sobre la base de la elección de todo funcionario público por sufragio universal. Si un representante perdía la confianza del electorado, era depuesto de inmediato; las fábricas abandonadas por los patrones las controlaron los los trabajadores; se garantizó el carácter laico, obligatorio y gratuito de la educación pública; se expropió los bienes de las iglesias; se confiscaron las viviendas vacías y se cancelaron las deudas por alquiler; se prohibió la multa al empleado, modalidad que usaba el patrón para reducir los salarios. La Comuna de París nació para exigir cambios en las viejas estructuras sociales, que impiden otras formas posibles de organización democrática, y generó la III República.
Las tropas prusianas y el gobierno de Francia, el 28 de mayo de 1871, luego de 72 días de arduos combates en los que murieron más de 20.000 sublevados, aniquilaron la Comuna de París, la mayor revolución popular del siglo XIX y la primera experiencia de poder proletario. Quedó de legado su existencia misma, sus principios rebeldes y heroicos, su democracia participativa y la Internacional, un himno revolucionario que se desperdigó por un mundo deseoso de justicia social. Su derrota significó un duro golpe para todos los revolucionarios; a partir de ese instante, Marx abandonó la lucha política y se dedicó a escribir sus pensamientos.
En la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación alemana de Francia, se dio una amplia colabora ción entre el General De Gaulle, que insistía en proseguir la guerra contra Alemania, y el Partido Comunista Francés. La URSS reconoció a la Francia combatiente del General De Gaulle e, incluso, un escuadrón francés combatió en el frente ruso. Todas las acciones de la resistencia francesa fueron fundamentales para que los estadounidenses liberaran Francia. De Gaulle fue elegido por el pueblo francés y encabezó la IV República.
En mayo de 1968 comenzó la revuelta de París, a la que se unió el movimiento sindical y el Partido Comunista Francés; se temió el estallido de una revolución. La magnitud del levantamiento puso en entredicho al gobierno de De Gaulle, fruto del golpe de Estado de 1958, que derrocó la IV República y lo subió al poder de la V República. De Gaulle anunció elecciones anticipadas para terminar con las protestas. Tras las elecciones se emprendió una política de reformas profundas para hacer frente al malestar social existente. Para el referéndum de abril de 1969, De Gaulle amenazó con dejar la presidencia si no triunfaba el SÍ; triunfó el NO.
De Gaulle murió un año después. En ese lapso debió pensar en los engranajes de la guerra secreta que para eliminarlo se desarrolló en Francia. Pensaba que el Estado francés se hallaba bajo el asedio de fuerzas ocultas y él mismo, durante la V República, fue objeto de numerosos intentos de asesinato, lo que le motivó a desconfiar de la CIA, sospechosa de estas operaciones clandestinas.
Luego de la creación de la OTAN, Francia fue sede de su cuartel general. Cuando De Gaulle dio el ultimátum de poner bajo el control de París las bases militares de la OTAN y EEUU en territorio francés o desmantelarlas, no le respondieron. El 7 de marzo de 1966, De Gaulle sacó a Francia de la OTAN y la expulsó del territorio francés. Washington nunca le perdonó este paso audaz, más que nada porque De Gaulle anuló, luego de denunciar como una violación de la soberanía nacional, los acuerdos secretos contra la subversión comunista, firmados entre Francia y Estados Unidos. La revuelta de mayo de 1968 constituye una forma típica de acción de la CIA, que lo historia confirmará o no.
Hoy en las calles de París nace el movimiento de los chalecos amarillos, que protesta contra las reformas económicas del gobierno de Macron, que impone impuestos exorbitantes y no sube los bajos salarios de los trabajadores, al mismo tiempo que legisla en favor de los ricos. Poco antes, Macron había propuesto a la Unión Europea tener su propio ejército para proteger a Europa contra EEUU, China y Rusia. ¿No estará la mano de la CIA detrás de estos eventos? La pregunta es válida porque pese a que Macron no es De Gaulle, tampoco Trump responde al momento de las revueltas de mayo y lo que tiene en su cabeza no lo conoce ni siquiera Melania. Hay que tomar en cuenta que la política exterior de EEUU la maneja Pompeo, que durante mucho tiempo dirigió la CIA, por lo que todo es posible.
Los chalecos amarillos mandan al diablo a quienes se auto titulan demócratas cuando no son más que criminales de la peor ralea, igualmente a la prensa, creadora de una realidad falsa, y exigen una justa redistribución de la riqueza, la salida de Francia de la OTAN y de la Unión Europea, que se ha convertido en un vasallo que cumple los dictados del hegemón estadounidense.
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