El «apagón» es un corte de luz decretado, concentrado en una determinada área y limitado en el tiempo. Este fenómeno se podrá estudiar pronto en la ciudad alemana de Duisburg, donde el Ayuntamiento quiere reducir sus gastos en energía apagando las farolas entre la 1.30 y las 5 de la madrugada.
Al partido socialista Die Linke le sirven ideas como ésta para pedir el voto en las elecciones regionales que se celebran hoy en Renania del Norte Westfalia, abreviado NRW por los propios alemanes. Los socialistas, como los demás partidos, han aprovechado incluso el sábado para hacer campaña porque el resultado va a ser decisivo para la vida política en general. En 2005, el cambio de Gobierno de Düsseldorf inició el ocaso político de los socialdemócratas (SPD) y Verdes en Berlín. De los 18 millones de habitantes del Estado federal más poblado de Alemania, unos 13 millones tienen derecho a votar. Se barajan tres opciones: continuismo, cambio de Gobierno o empate técnico.
Dado que los sondeos pronostican que sólo el 55% de los votantes acudirá a las urnas este Día de la Madre, los cinco partidos más importantes volvían a la calle el sábado aunque oficialmente se había dado por concluida la campaña el viernes.
En Köln-Mülheim, un barrio de 130.000 habitantes de Colonia, las cinco formaciones se concentraron en la céntrica plaza Wiener Platz. Su posicionamiento dejó lugar a diversas interpretaciones. Los puestos de los socialdemócratas y de los democristianos (CDU) se situaron en la misma fila, sobre un nivel inclinado hacia abajo y separado por unos diez metros, pero unidos por el mismo diseño. Salvo sus propios militantes, nadie se acercaba a ellas.
Los Verdes se ubicaron más arriba, cerca de un banco y de una parada de bus, mientras que sus rivales liberales (FDP) se colocaron en la posición opuesta, separados por la concurrida carretera, y delante de una joyería. El Linke se situó a la entrada del habitual mercado. «Naturalmente, voy a votar al Linke porque no hay otra opción», se escucha en una conversación entre tres personas. El comentario no augura que el partido socialista entrará con fuerza, pero permite pensar que sí podrá superar la barrera del 5%.
Cábalas electorales
Con el Linke en el Hemiciclo, quizá no haya mayoría para que el SPD y los Verdes cambien el Gobierno de Düsseldorf. En cambio, una baja participación suele favorecer a la CDU de Jürgen Rüttgers, que así podría repetir gobierno con el FDP. En el caso de un probable empate técnico, las soluciones podrían ser bien una coalición entre la CDU y el SPD o bien un Gobierno minoritario de SPD y Verdes, tolerado por el Linke.
Además de si la canciller Angel Merkel (CDU) mantiene el control en la Cámara alta del Parlamento alemán, hay varias cuestiones en juego. El proyectado «apagón» de Duisburg es sólo la punta del iceberg de las crueldades sociales que caerán sobre las ciudades de NRW después de los comicios. Las leyes fiscales, acordadas por la «gran coalición» de Merkel con el SPD, exigirán a los municipios unos gastos extras que podrían llegar hasta los 19.000 millones de euros.
Y el dinero es algo que escasea en NRW aunque esta región, que es el doble de grande que Euskal Herria, produjo en 2007 un PIB de 529.000 millones de euros (la mitad del Estado español). Es el 22% del poder económico de Alemania, pero la riqueza no favorece a las personas, porque el PIB por persona en relación con el crecimiento económico deja al land en novena posición entre los 16 estados federales. El paro se sitúa en nueve puntos, dos por encima de la media nacional.
Perspectiva
Aun así, la candidata del SPD, Hannelore Kraft, promete a los universitarios: «Fuera las cuotas de matriculación». Así, los estudiantes podrían ahorrar unos 700 euros cada semestre. Fue el SPD quien, en otra época, abrió a los hijos de los obreros de la siderurgia y de la minería de la Cuenca del Ruhr el camino hacia los mejores puestos de «cuello blanco». Sin embargo, fue también el canciller Gerhard Schröder quien neoliberalizó al SPD y quien sometió a los desempleados a un severo sistema de explotación.
El horror del paro se cernió de nuevo sobre la Cuenca en 2009 cuando Opel estuvo al borde de la quiebra. Después de la reconstrucción industrial de los años 80, que acabó con la siderurgia y la minería, la industria automovilística es la última línea de defensa. Ahí viven 10 millones de personas en un sinfín de ciudades que en el mapa forman una gigantesca mancha roja y donde las fronteras municipales son algo que sólo se nota cuando un cartel indica la entrada a otro territorio.
Votarán a la CDU quienes trabajan en la jerarquía mediana y superior de las empresas, en el sector de los servicios y en la administración. La influyente «aristocracia financiera» de Renania, de ascendencia burguesa, como los pequeños y medianos empresarios, se mueven entre la CDU y el FDP. Los Verdes tienen su base en las grandes ciudades como Colonia entre el profesorado y los autónomos del sector de la informática.
La suma de todas las decisiones, tomadas hoy en las urnas, tendrá un eco que repercutirá también en la política nacional.