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Elecciones en Perú

Vientos de cambio

Fuentes: Rebelión

Las elecciones presidenciales próximas en Perú pueden tener un impacto enorme en América Latina si llega a darse un triunfo electoral del líder nacionalista Ollanta Humala. Tal suceso reforzaría los vientos de cambio que soplan en esta parte del continente y reanimaría los procesos nacionalistas que nos preceden. A su vez sería un serio revés […]

Las elecciones presidenciales próximas en Perú pueden tener un impacto enorme en América Latina si llega a darse un triunfo electoral del líder nacionalista Ollanta Humala.

Tal suceso reforzaría los vientos de cambio que soplan en esta parte del continente y reanimaría los procesos nacionalistas que nos preceden. A su vez sería un serio revés de la administración norteamericana y la oligarquía criolla que se viene jugando por evitar un efecto contagio de la revolución bolivariana.

Pero todavía todo está en juego pues son cinco las candidaturas en pugna por acceder a la segunda vuelta luego del 10 de abril donde se sabrá quienes pasan a la ronda definitiva pues de momento ninguna parece superar la valla del 50%. Cuatro de ella son de marcado sello neoliberal y solo una, la alianza Gana Perú está en condiciones de capitalizar la voluntad de cambio del pueblo peruano expresada en las recientes elecciones regionales y municipales donde el partido de gobierno fue barrido del mapa.

Incluso en la capital, otrora bastión sólido de la derecha, se produjo un verdadero terremoto político con el triunfo de Susana Villarán al frente de una coalición de izquierda superando el favoritismo de Lourdes Flores, la eterna candidata de la derecha peruana.

El problema es que, hoy como ayer, la derecha neoliberal con todo el aparato mediático a su disposición, puede volver a unirse y cerrar el paso al proyecto de cambio al que aspira el pueblo peruano.

Una nueva oportunidad

Ollanta en el 2006 asustó a todos los grupos de poder con una victoria asombrosa en primera vuelta, la misma que le fue arrebatada en la segunda ronda donde todas las fuerzas neoliberales se unieron para cerrarle el paso. Ello dio pie al retorno del ex presidente aprista Alan García responsable de la mayor catástrofe económica en el país ocurrida en los años 85-90.

García en este su segundo período se vuelve ultraconservador y neoliberal a ultranza imponiendo una política de privatización masiva que llegó a amenazar las tierras de los pueblos originarios en la inmensa y rica Amazonía peruana. La reacción de estas poblaciones y la violenta represión desencadenada por el gobierno terminó en un enfrentamiento conocido como el «Baguazo» donde perecieron 24 policías y un número indeterminado de pobladores indígenas. El gobierno fue obligado a derogar algunos artículos de la llamada «Ley de la Selva» en lo que significó su más duro revés político, en este quinquenio.

Esa política entreguista de los recursos naturales expresada también en los Tratados de Libre Comercio y la corrupción generalizada que ha acompañado el accionar del gobierno explican la caída de la aprobación presidencial que se sitúa, al final de su mandato, en un 70% de rechazo a pesar que la economía muestra un crecimiento casi sostenido en los últimos 10 años.

Crecimiento sin desarrollo  

La situación de la economía peruana es lo que explica una cierta estabilidad política que ha permitido a la derecha neoliberal alentar el continuismo con un exceso de confianza que le ha llevado a entrar en una encarnizada batalla por el poder dando por descontado que el nacionalismo ya no representaba un peligro.

Así, la propia derecha ha dejado un espacio por el que se ha colado Ollanta Humala que venía estancado en el cuarto lugar a pesar de que un 80% de ciudadanos reclama un cambio de modelo económico pues hay la percepción generalizada de que el crecimiento de la última década no va acompañado de una política de desarrollo de la economía peruana y tampoco beneficia a la gran mayoría de la población que sigue padeciendo los males crónicos del país.

Justamente, el agotamiento de este modelo neoliberal que impide toda política de desarrollo industrial, que genera una gigantesca corrupción y que condena a las grandes mayorías a la pobreza, es la base objetiva que podría llevar a Ollanta Humala a la victoria a condición que centre su campaña en el cambio de modelo económico con medidas que vayan más allá de lo cosmético. En estas condiciones alcanzar la victoria sería una conquista fenomenal del pueblo peruano que apuesta por un cambio de fondo y espera no ser defraudado.

La contradicción es que mientras la voluntad de cambio a crecido respecto al 2006, esta vez los asesores brasileños, cuyo gobierno es considerado como «modelo» por el líder nacionalista, así como la influencia de un sector de la vieja izquierda denominado «intelectuales por el cambio» -algunos de cuyos miembros fueron altos funcionarios del gobierno neoliberal de Toledo han empujado por un giro al centro que hizo perder fuerza a la candidatura de Ollanta durante los primeros meses de la contienda y que ha desdibujado el programa original de abierta confrontación al modelo y los grupos de poder.

El abandono de la propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente para dotar al país de una nueva constitución ha sido de lo más significativo de este giro que le llevado al candidato nacionalista a acercarse a la embajada norteamericana, los inversionistas extranjeros, los empresarios nacionales y la Iglesia ultra conservadora del Cardenal Cipriani.

Y si bien los sondeos de las últimas semanas parecen darle la razón a esta política de corrimiento al centro, no hay que olvidar que el hecho objetivo es que la extrema división de la derecha peruana ha facilitado la recuperación del candidato de Gana Perú que centró sus baterías contra la corrupción.

Es así como, en víspera de las elecciones del 10 de abril, haya cinco candidatos con las mismas opciones en lo que constituye un hecho sin precedentes en la política peruana. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que de llegar Ollanta a la segunda vuelta habrá un cierra filas entre todos los partidos neoliberales que si bien consideran que Humala ha «madurado» y ya no representa el «anti sistema» temen el fenómeno social que su candidatura expresa.

Por el cambio  

Es justamente la voluntad de cambio de millones de peruanos lo que más teme la derecha neoliberal. Esa poderosa energía social capaz de ponerse en movimiento para quebrar los planes e intereses en juego de los grandes grupos de poder se ha manifestado en numerosas oportunidades, todavía de manera sectorial y localizada, no por ello menos contundente. El Baguazo fue precedido del Moqueguazo y del Arequipazo, (dentro del gobierno del también neoliberal Toledo), solo para mencionar los casos más emblemáticos de la resistencia popular en la última década.

Es en esa fuerza social por el cambio que reside el potencial del proyecto de la gran transformación que encabeza Ollanta Humala. Es ahí donde el proyecto debe echar sus raíces más profundas puesto que no solo hay que llegar a ser gobierno sino que hay que cambiar el país.

El cambio debe empezar por una Asamblea Constituyente para enterrar la espuria constitución de Fujimori que es el candado jurídico del modelo neoliberal. Sin ese paso que tanto asusta a la derecha no es posible recuperar nuestros recursos ni anular los contratos de estabilidad tributaria con que las multinacionales evaden el pago de sus impuestos.

Para el logro de estos objetivos no basta con llegar a ser gobierno, se requiere de la movilización popular lo cual demanda la existencia de una organización o partido verdaderamente democrático.

En ello el Partido Nacionalista Peruano lleva gran retraso y la suerte a futuro depende de la capacidad que tenga para -sea cual fuere el resultado- generar al interior de la organización un régimen democrático donde las bases sientan que efectivamente sus opiniones cuentan y son respetadas.

Si la suerte del proyecto de la gran transformación se juega en segunda vuelta solo quedarán dos alternativas. O se sigue con el viraje al centro buscando acuerdos con sectores de la derecha aún a costa de seguir sacrificando aspectos fundamentales del programa. O se busca la polarización para poner de nuestro lado al 80% que rechaza el modelo económico, entre ellos a los jóvenes que representan más del 30% del electorado y que demandan un mayor protagonismo en la campaña.

Seguir una política de centro o volver a los orígenes, tal es la disyuntiva que se tiene planteada y que determinará en gran medida no solo las posibilidades de victoria electoral sino, lo que es más importante, las posibilidades de cambiar el país para dejar de ser una semi colonia norteamericana y empezar a transitar el camino de la plena soberanía en el marco de la integración libertadora de América latina.

Tito Prado. La Lucha Continúa (PNP). Corriente del proyecto de la gran Transformación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.