En el presente artículo queremos hacer una revisión de las reacciones del autogolpe de 1992 de las instituciones multilaterales así como del Departamento de Estado. La tesis es que el golpe importó menos que el objetivo del golpe que fue introducir las reformas económicas en su sitio. En el lado del Departamento de Estado estaban […]
En el presente artículo queremos hacer una revisión de las reacciones del autogolpe de 1992 de las instituciones multilaterales así como del Departamento de Estado. La tesis es que el golpe importó menos que el objetivo del golpe que fue introducir las reformas económicas en su sitio. En el lado del Departamento de Estado estaban los ideólogos neoconservadores del gobierno de Bush Papá que ahora han salido de regreso a apoyar a Fujimori II. Ahora el objeto del Departamento de Estado es evitar a toda costa un bloque regional, y peor, que se le reduzca y/o limite el acceso a los minerales estratégicos que existen en el Perú. El segundo objetivo es mantener la liberalización financiera.
El multilateralismo y el autogolpe de 1992
Tras el autogolpe de Estado del 5 de abril del 1992, Fujimori y el montesinismo iniciaron una campaña de limpieza de adversarios dentro y fuera del Estado. Esta limpieza pasó por la censura dentro del sistema de Naciones Unidas a profesionales que habían pasado décadas trabajando con ellos. A cambio, el gobierno peruano comenzó a contratar a su propio personal con recursos públicos mediante Naciones Unidas. Esta figura dio lugar a que la oficina de la UNDP de Lima cerrara la puerta a los no afines al régimen. Con eso el poder quedó en manos de los técnicos adictos al régimen.
Lo segundo que pasó fue que el Banco Mundial comenzó a desembolsar recursos para los proyectos que le interesaban (al BM). Primero intervino en 1991 en la Comisión de Promoción de Inversiones de Perú (COPRI), antes que se hubieran arreglado las cuentas ya el Banco había mandado a un funcionario peruano remunerado por ellos para ordenar la venta de las empresas del Estado. La Comisión de la Privatización, que suena a comisión del ejecutivo peruano, en realidad fue un proyecto del BM. Antes que la población se diera cuenta qué había pasado, se habían vendido gran parte de las empresas públicas sin ninguna explicación. Los economistas que inundaron el Ministerio de Economía y los otros ministerios eran pagados o por el BM o por el gobierno del Perú vía ONU. La diferencia es que las ideas y los técnicos clave las ponían el BM. Fue el partido político de Fujimori.
¿Cómo puede un organismo multilateral ser un partido político de un gobierno no democrático? es una interrogante. ¿Los créditos otorgados a un gobierno no democrático son válidos? Los neoconservadores estadounidenses estaban muy contentos con el autogolpe y siguen estándolo. Lo mejor que podía hacer el presidente era cerrar el Congreso, acabar con la discusión política y poner orden, decían unos y otros en Lima y Washington. Para eso está la autoridad, para poner orden, decían banqueros y mineros. Los financieros en general estaban detrás de la liberalización de los mercados y les llegó rápido después del golpe. Los que entraron a la bolsa en 1993, han visto engordar sus activos por decenas de veces. Lo mejor de las leyes financieras es que exoneran de pagos de impuestos a todas a las operaciones financieras de la bolsa. Ni impuesto a las ganancias ni impuesto a la renta que sale de esta fuente. Es una maravilla.
La reforma del servicio diplomático peruano
En medio de estas reformas de 1992 hubo la más significativa de todas: la reforma del Servicio Diplomático. Reconocido como un servicio progresista, que tenía como escuela a García Bedoya y a Bákula, con el interés nacional como su eje natural, este servicio fue castigado una mañana de diciembre con el retiro de 117 diplomáticos en actividad. La razón de la boca de Fujimori, cuando leyó el cese de los 117 diplomáticos, fue que eran «maricones y comunistas», en esos términos. Apelando a los prejuicios, dejó atónitos a los peruanos, y más atónitos a los diplomáticos despedidos. Un embajador con un gran sentido del humor decía «será que soy marica y no me he dado cuenta», mientras sus hijas y esposa le celebraban que era por comunista. El servicio diplomático era bien valorado y de lo poco que le quedaba al Estado de aparato organizado. Ese era el problema, era un aparato del Estado y debía de desaparecer todo vestigio de orden estatal para poder gobernar como lo hizo, con el fuete en la mano y aniquilando a sus adversarios. El aparato del ejército y del servicio de inteligencia estaba bajo su control y el de Montesinos. De otro modo, jamás habría podido ni ocurrir el incidente de los barcos de la marina de guerra rellenos de cocaína ni el del avión presidencial que en la base aérea de Las Palmas fue encontrado con cocaína. Menos aún habría podido darse el bochornoso incidente de la acusación del ministro de defensa colombiano sobre la venta de armas a cambio de cocaína desde aviones de la Fuerza Aérea Peruana. Esa fue una vergüenza doble para los peruanos y peruanas porque no solo estaban manchadas la presidencia sino las fuerzas armadas. Y por eso hay decenas de generales y altos mandos en la cárcel. Del total de 75 personas encarceladas por corrupción, hay cinco ministros de economía que estuvieron o están aún en la cárcel o con detención domiciliaria, y muchos militares de distintas graduaciones.
Toda esta etapa fue de silencio cómplice de parte del gobierno de Washington. El golpe pasó de lado con una modificación en la OEA que obligó a que se llamara a elecciones en 1994. Incluso se firmó una Carta Democrática por la que los organismos internacionales no pueden prestar dinero a gobiernos no democráticos. A otros gobiernos no democráticos, porque Fujimori tuvo elecciones en 1995. Lo que debió de ser un golpe censurado terminó siendo uno amañado, como el de Honduras del año pasado. Es que ambos golpes eran «para mejor». Afortunadamente ahora hay UNASUR y esperamos que UNASUR se pronuncie sobre la no interferencia de potencias extranjeras en elecciones internas de los países de la región. Cuando Estados Unidos y México se pronuncian sobre su preocupación están interfiriendo. Y cuando se traman actividades en contra ya es más complicado.
Los neocons
Los neoconservadores estadounidenses otra vez, como en el golpe del 92, apoyan a Fujimori. Ellos esperan en realidad que todo regrese adonde estaba. Los neoconservadores están ligados en el Perú a Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y a Hernando de Soto, salvo error u omisión. La propiedad privada es el único camino al futuro y eso es a toda costa. Son los del proyecto del Nuevo Siglo Americano que inundaron el departamento de Estado y Defensa con Bush y que hicieron lo que se conoce como la Doctrina Bush, de ataques preventivos. Su interés es doble. Por un lado que no se configure un bloque regional sudamericano, ni de ninguna naturaleza. Si para esto hay que impedir el bloque, pues que así sea. Esto es lo que se ha plasmado en primera instancia con el Arco del Pacifico de hace unas semanas, el impedir un bloque regional.
Lo segundo más estratégico es tener control sobre los recursos mineros, o mejor aún, que nadie más tenga control sobre los recursos mineros, en particular los minerales llamados estratégicos. La discusión con los neoconservadores americanos es desde la orilla de la integración financiera y desde la utilidad minera. Por eso están tan alterados. Por eso México dijo que estaba preocupado por las elecciones peruanas. El problema es que los neoconservadores han logrado plasmar su agenda en los Departamentos de Estado y Defensa y eso se vio en Honduras cuando auspiciaron el golpe que lo llamaron «no golpe». UNASUR, que fracasó en la negociación por el retorno de la democracia, cobró bríos por esa razón. El golpe fue para impedir la configuración de un bloque petrolero, el del ALBA, con participación centroamericana. También cuando auspiciaron el golpe fallido en Bolivia tras la elección de Evo tuvo que ver con romper el bloque en ciernes. Es decir que no son de guante de seda sino de mano dura. Por eso ellos han erigido a Chávez de telón de fondo para el Perú y no a Lula que es más bien el soporte ideológico de Humala. Es más fácil odiar a Chávez en el Perú con la historia nacional y con los años de Fujimori, que a Lula. Pero lo paradójico es que dicho eso, son los fujimoristas los que erigen a Chávez como su némesis cuando ellos eran los autoritarios. Pero si naciste en 1990 no recuerdas eso y esa es la apuesta. La nueva generación de votantes no recuerda como fue. Es una generación que solo ha visto prosperidad, después de veinte años de contracción de la prosperidad y de migraciones crecientes.
Estados Unidos y Fujimori hoy
Al igual que en los años 90, dentro del Perú y para afectar la campaña electoral el Departamento de Estado y los neoconservadores de su lado han hecho lo siguiente:
1) La reunión de la embajadora en Lima con organismos de Derechos Humanos a los que les ha dicho, con toda franqueza, que la opción de ellos es por Fujimori y que ven con preocupación a Ollanta.
2) La campaña de Roger Noriega, Lincoln Díaz-Balart y activistas de Miami llamando a votar por Fujimori, tal como ha salido en los cables y que ha repercutido en el Perú.
3) La presencia de Rudolph Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, como asesor de seguridad ciudadana y lucha contra la delincuencia de Fujimori. ¿Quién le paga?
4) La denuncia que hizo La Primera hace dos semanas respecto a la decisión anti-Ollanta del Comando Sur de los EEUU que estaría tras el «Plan Sábana» para demoler esta candidatura, así como no deja de tener importancia el alineamiento del ex ministro del Interior del gobierno de Toledo, Fernando Rospigliosi con Fujimori, sabiendo que sigue siendo informante y consejero de la NAS y la Embajada. Rospigliosi, activo desde los años 60 en Vanguardia Revolucionaria y en las izquierdas varias, al igual que el célebre Eudocio Ravines, secretario general del PC peruano de los años 40 que se salió del partido tras la muerte de Stalin en los años 50, y se convirtió en anticomunista, parece haber renunciado a todas sus convicciones y a los modales políticos.
5) Se sabe de buena fuente que la próxima bomba internacional sería un operativo anti-FARC que está organizando la cuatrinca Uribe-Alan-Embajada Americana-Comando Sur en el Putumayo en donde hay paro armado desde hace 15 días, para que los «farcos» invadan territorio peruano, denunciar internacionalmente los hechos e involucrar a humalistas y chavistas en ello. Tendría el mérito de borrar lo que pasó en esa frontera en agosto del 2000 y que precipitó la caída de la dupla del poder. Es decir, está claro que para Estados Unidos, lo que le interesa es que el Perú no ingrese en el bloque regional sur y ni se le ocurra poner límites al comercio de minerales estratégicos. También está claro que la integración financiera es con ellos y no con el Mercosur. Esta simple división está empañando estas elecciones y ha polarizado a la sociedad peruana a niveles no vistos antes. Es una sociedad erizada y ganada por los prejuicios que la gran prensa y la prensa amarilla le ha metido por las narices.
Al final, el gran ganador de esta campaña es Alberto Fujimori, cuya figura es el telón de fondo de la candidatura y está puesta en una luz positiva. Sin duda cuando García lo libere la noche del 5 o mañana del 6 de junio, será recibido por su pueblo en brazos y se habrá destruido la justicia peruana por segunda vez. Con Fujimori tendrán que liberar a los otros 75 involucrados en sus fechorías. La revancha espera. Eso se puede hacer entre el 6 de junio y el 28 de julio. Los miembros de la Comisión de la verdad quedan advertidos. Los miembros de las comisiones anticorrupción, también. Hay que tomar fuerza de lo que ha hecho Argentina, enjuiciando a los civiles que colaboraron con el gobierno de la dictadura y si Humala gana, hay que seguir con el proceso de limpieza para que no se repita la vergüenza. Este retorno de Fujimori es solo posible por la impunidad de los empresarios civiles involucrados en los casos de corrupción. En el camino hay que reorganizar el sistema electoral para que los candidatos a la presidencia tengan una sola nacionalidad y evitar la repetición de la fuga del presidente que se cambió de pasaporte una vez llegado a su destino. Hay que terminar de recuperar la ética en la política, trabajo que se inició en los primeros cinco años después de la dictadura.
Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
Fuente: http://alainet.org/active/46715