La noticia del fallecimiento del Comandante de la Revolución Nicaragüense Tomás Borges Martínez, el 30 de abril pasado, ha provocado conmoción en las fuerzas de izquierda de América Latina, de otras partes del mundo, y especialmente en el pueblo de Nicaragua. En Cuba, muchos lo conocieron a partir del triunfo del Frente Sandinista de Liberación […]
La noticia del fallecimiento del Comandante de la Revolución Nicaragüense Tomás Borges Martínez, el 30 de abril pasado, ha provocado conmoción en las fuerzas de izquierda de América Latina, de otras partes del mundo, y especialmente en el pueblo de Nicaragua.
En Cuba, muchos lo conocieron a partir del triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en 1979, y por su condición de narrador y poeta; otros, lo conocimos en la época en que junto a otros dirigentes y combatientes del Frente se encontraba clandestino en el país.
El fatal hecho, remueve los recuerdos de esos años de clandestinidad en una cubana, Celia Inés Suárez Sotomayor, combatiente de la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista, la que narra brevemente sus vínculos y colaboración con destacados dirigentes y miembros del FSLN, entre ellos Tomás Borges:
A principio de la década del 60 conocí aquí en La Habana, junto a Norberto Collado Abreu, timonel del yate «Granma», al primer sandinista: Somarriba, quién estaba exiliado en México. Luego fue a la nicaragüense Rosi López, que radicaba en Cuba formando parte de la representación oficial del FSLN, con la que comienzo a colaborar en una oficina que radicaba en su casa, y ahí conozco a Casimiro Sotelo Montenegro («Fernando») y a Julio Buitrago («Francisco»), ambos de la Dirección Nacional, uno y otro regresaron clandestinamente a Nicaragua, y descubiertos fueron asesinados, en diferentes fechas, durante encuentros armados con los esbirros de Somaza .Casimiro acababa de participar en la Ira. Conferencia de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL), en la que pronunció un discurso en representación del FSLN. También en casa de Rosi conozco al compañero Silvio Mayorga, otro de los fundadores de ese movimiento.
Celia, conmovida, expresa:
Tanto el asesinato de Casimiro como el de Julio fueron golpes muy duros para el Frente y en lo personal muy dolorosos para mí, pues había desarrollado unas relaciones muy estrechas con ellos. Ya en esa época, a solicitud de Rosi, mi casa, donde vivía con mi hermano menor, se había convertido en una oficina, en una casa de los sandinistas, en la que todo estaba a la disposición de éstos, desde el apoyo en la preparación y mecanografía de documentos hasta los alimentos y el dinero. La casa era visitada indistintamente y / o utilizada como lugar de trabajo por Casimiro, Julio, Tomás Borges («Pablo»), Fausto Fonseca («Manuel», hermano de Carlos Fonseca Amador). También por otros cuyos nombres y apellidos no recuerdo, pero sí sus seudónimos: José, Alberto, Marcos… Todos compañeros de una gran modestia, amor por su causa y con la decisión de luchar hasta la muerte para derrocar la dictadura que oprimía a su patria. Más tarde, también frecuentaban la casa compañeros guatemaltecos del movimiento revolucionario de Turcios Lima, al frente de ellos un compañero con el seudónimo «Chema», así como el salvadoreño Roque Dalton, del que no es el momento de hablar, aunque sí recordarlo siempre…
Hace una pausa y continúa:
La lucha de los sandinistas fue algo grandioso, pasaron mucho trabajo, hubo muchos compañeros asesinados y muertos en enfrentamientos con las fuerzas de la dictadura. Frecuentemente llegaban noticias fatales. Hubo quienes no pudieron ver el triunfo al fallecer antes de muerte natural, como es el caso del Coronel Santos López, quien combatió junto a Sandino y fue uno de los fundadores del FSLN, enfermó y estuve a su lado hasta que falleció en Cuba. Un gran revolucionario.
Yo conservo notas manuscritas por Casimiro, Julio, Tomás y otros, firmadas con sus seudónimos.
Y agrega Celia:
A Carlos Fonseca lo conocí casi en víspera de partir para Nicaragua, un viaje del que no volvió más. Herido en combate, fue rematado, tal como hicieron con el «Ché». «Marcos», uno de los sandinistas, que tengo entendido que murió junto a Carlos, quería que este me conociera, y un día como a las ocho de la noche nos conocimos. Posterior a su asesinato se presentó en mi casa un nica, que dijo llamarse «Mauro» y que venía a nombre de la Dirección Nacional de FSLN, a comunicarme que en la agenda personal de Carlos Fonseca Amador aparecía una nota referente a mantener los vínculos conmigo, por considerarme una buena colaboradora del Frente. Lo que he considerado siempre un gran honor.
Sobre Tomás Borges, señala:
No es casual referirme al final sobre él, es que me resulta más difícil hacerlo en las circunstancias actuales, cuando muchos que lo conocieron mejor lo han hecho y de manera más abarcadora: el Borges dirigente revolucionario, gubernamental, narrador y poeta.
Yo lo conocí como «Pablo», después supe su nombre verdadero, era un hombre muy correcto, culto y de trato agradable, en algunas ocasiones de poco hablar, meditativo, y en otro conversador, con ideas profundas acerca del futuro que deseaba para Nicaragua.
Se sentía muy bien en mi casa, en varias oportunidades agradeció la ayuda que les brindábamos y me mostraba confianza, al punto que en una ocasión me pidió que lo llevara a casa de «Chema» y se lo presentara, cuando ya este mantenía vínculos con los sandinistas, y eso hice. En realidad, no sé si apreciar su gesto como una muestra de confianza o que conocía de mi amistad con «Chema» y su mamá, que era una destacada luchadora guatemalteca e hija única del fundador del Partido del Trabajo de Guatemala. Ahora ha sido «Pablo» el que se despide, antes he sabido de muchos otros y de muchos no he vuelto a saber después del merecido triunfó dela Revolución Sandinista, siempre los recuerdo y los recordaré… ruego que me disculpes cualquier imprecisión, son muchos los años transcurridos.
Se pudiera preguntar y agregar más acerca de ese período en que vivieron clandestinamente en Cuba numerosos combatientes del FSLN y de la solidaridad recibida de las mujeres y hombres de la Revolución Cubana, pero la ocasión es de rendirle homenajes a todos aquéllos sandinistas en la persona del Comandante de la Revolución roja y negra: Tomás Borges Martínez (Pablo).
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