Nuevamente la Asamblea General de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), fue el epicentro de debate entre un modelo obsoleto de integración regional y los países que buscan un desarrollo independiente sustentable, para lo cual buscan crear una nueva arquitectura continental. Con esa visión se han creado nueva formas de intercambio […]
Nuevamente la Asamblea General de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), fue el epicentro de debate entre un modelo obsoleto de integración regional y los países que buscan un desarrollo independiente sustentable, para lo cual buscan crear una nueva arquitectura continental. Con esa visión se han creado nueva formas de intercambio en América Latina desde 2004, tales como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que representan la nueva sociopolítica que vive la región, y que confirma nuevas visiones continentales.
Esta nueva realidad abarca acuerdos que incluyen varios mecanismos políticos, económicos y militares, los que han permitido solucionar a través del dialogo temas fronterizos y frenar posibles acciones bélicas entre países hermanos. Esta nueva realidad contrapone y pone en duda el papel de la OEA, la cual en su esencia fue creada con efectos militares a finales de la segunda guerra mundial, auspiciada por EEUU y por varios países afines a esta nación bajo la filosofía de la Guerra Fría, contra la extinta URSS y China, es decir, contra el comunismo. Solo basta recordar la décadas del 60, 70, 80 y 90 del siglo XX, donde tanto golpes de estado en la mayoría de los países del Cono Sur con miles de muertos y desaparecidos, como las dictaduras en Centroamérica, fueron avaladas por EEUU y la OEA en su lucha contra el comunismo. Muchos de los funcionarios de la OEA siguen multiplicando esas predicas y crean bajo la presión de EEUU un ataque a las naciones que no adopten el modelo neoliberal y la alianza «antiterrorista» de EEUU, que solo ha generado millones de muertes civiles en Irak, Afganistán, Libia, Siria, como lo hizo antes en América Latina, en Panamá, Puerto Rico, Cuba, Guatemala, Nicaragua.
Los Estados tienen derecho a corregir fallas del sistema interamericano
Venezuela exhortó a los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) a ejercer el poder otorgado en el artículo 76 de la Carta Interamericana, «para corregir los entuertos de un conjunto de funcionarios, de diplomáticos, de la burocracia internacional, que han tomado esta institución para someter y perseguir gobiernos». Así lo manifestaba, el canciller venezolano Nicolás Maduro, durante su intervención en la Asamblea General de la OEA, que se celebró en Cochabamba, Bolivia, a lo que agregaba que «Son los Estados parte los que tenemos la función para legislar, para crear, para perfeccionar o para cambiar cualquier elemento que esté torcido, que haya sido tergiversado, de este sistema interamericano de derechos humanos».
Por ultimo Maduro denunció que «los abusos y la actuación extralimitada de los funcionarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que violan la soberanía de los Estados miembros, ha desprestigiado el funcionamiento de esa Comisión en esta hora, en este momento histórico». A lo que agrego «Con esa doctrina de que la autonomía y la independencia de esos organismos están por encima de los Estados, cosa que no aceptamos, entonces se pretende que los Estados nos sentemos de tú a tú con un grupo de funcionarios que nosotros mismos hemos designado y que el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ha respetado».
Correa: no pueden violarse los DD.HH. en nombre de la falsa libertad de expresión
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, denunció en la 42ª Asamblea General de la OEA la doble moral de organizaciones defensoras de los derechos humanos en los organismos multilaterales, quienes protegen los poderes de países desarrollados y los emporios de medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión. Se opuso a la despenalización de la injuria propuesta por la relatoría de libertad de expresión de la OEA, alegando que los países de América Latina no pueden aceptar el neocolonialismo que pretende imponerse tras esa propuesta, que esconde la protección a sectores poderosos en detrimento de los más básicos derechos de la ciudadanía.
«Las leyes de cada país deben responder a sus principios, valores, visiones, historia, cultura, así como muchos sostienen como inaceptable la prisión por injuria, nosotros consideramos como inaceptable la pena de muerte, rechazada por la mayoría de los verdaderos defensores de los DD.HH, o hacer lobby, el llamado lobismo, legalizado en algunos países y penalizado por nosotros como tráfico de influencias.» Aseverando que «No vamos a aceptar doble moral ni inconsistencia, vamos a ir con prioridades aquí en nuestra América, se acabó el neocolonialismo en nuestra Patria Grande».
El secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, «…desmintió las versiones sobre una inminente reforma de la CIDH», lo que deja claramente demostrada la pusilánime postura de este ex socialista, que ha jugado un triste papel como defensor de la OEA y EEUU, defensores de Inglaterra en el tema de Las Malvinas, así como del neoliberalismo al apoyar los Tratados de Libre Comercio (TLC), sin condenar los golpes de estado en Venezuela y Honduras, o la masacre en territorio de Ecuador por Fuerzas militares de EEUU y Colombia por el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, confirmando una vez mas que la OEA no sirve a América Latina, sólo es un instrumento de poder imperialista en la región.