Tres muertes tras operaciones rutinarias y la pérdida de 8.500 historias clínicas encabezan las deficiencias detectadas
El Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) británico compró este verano un hospital po r más de 54 millones de libras (64,2 millones de euros). 18 meses de gestión privada -los mismos de vida con que contaba el centro- han bastado para que el NHS se vea obligado a rectificar su modelo.
Se trata del Lister Surgicentre (Stevenage), que prestaba servicios de hospital de día con cirugías de corta estancia (traumatología y oftalmología, entre otras), siendo propiedad de la compañía Clinicenta, una filial de la constructora Carillion -implicada en la trama de listas negras contra trabajadores-. Contaba con seis quirófanos, 26 camas y una clínica oftalmológica de urgencia.
Todo cuanto gira alrededor de esta operación ha servido para que los detractores de la gestión privada de la Sanidad vean más respaldados que nunca sus argumentos. En medio de la polémica, el coste para el erario público: 47 millones de libras (55,9 millones de libras) por el edificio y 7,7 millones de libras (9,2 millones de euros) por un contrato por un contrato que, en realidad, ha sido incumplido por Clinicenta. Unos importes que obligan a rescatar el acuerdo original entre el NHS y Carillion , que se extendía por un período de cinco años y contemplan el pago a la constructora de 153 millones de libras (182 millones de euros), repartidos entre 31 millones por el edificio y 122 millones por el servicio.
La adquisición del centro, que ahora está gestionado directamente por el East and North Hertfordshire NHS Trust, tuvo lugar después de que la Comisión de la Calidad de la Atención (CQC) solicitara la suspensión de la licencia de Clinicenta tras detectar numerosas deficiencias encabezadas por la carencia de un sistema efectivo de salud , seguridad y bienestar. En su informe, CQC alertaba de «la identificación de riesgos significativos para el bienestar de los pacientes».
Tres muertes sospechosas
Una de estas muertes fue la de Anita Mansi. Hace poco más de un año, en el verano de 2012, esta anciana de 86 años murió en el Surgicentre como consecuencia de un fallo multiorgánico tras haber sido intervenida de una rodilla. La investigación reveló que a primera hora del día previo a su muerte las enfermeras que la trataban habían necesitado un ventilador, siéndoles negado por no haber disponible ninguno en todo el centro. A ello se sumó, además, el hecho de que cuando la salud de la enferma se deterioró en las siguientes 24 horas, ningún doctor con experiencia la visitó en la habitación , limitándose únicamente a dar instrucciones a las enfermeras por teléfono.
A pesar de ello, el informe independiente suscrito por el doctor Alan Fletcher para el NHS Hertfordshire concluyó que la atención dispensada a Mansi fue en términos generales satisfactoria, muy similar a la ofrecida a otros enfermos parecidos en el resto de hospitales de Reino Unido. Preguntadas al respecto, fuentes de la East and North Hertfordshire NHS Trust, ahora a cargo del centro, aseguran que «esta investigación independiente no identificó ninguna acción concreta que hubiera podido evitar estas tristes muertes «, al tiempo que matizan que «todas las organizaciones que participan en el cuidado y tratamiento de estos pacientes, aceptan plenamente las conclusiones del informe y tienen planes para poner en práctica las mejoras necesarias».
Estas tres muertes en extrañas circunstancias no son las únicas irregularidades en la historia del centro, cuya inauguración se remontan hace tan sólo a septiembre de 2011. Más de una veintena de incidentes graves de información clínica al paciente o la pérdida de 8.500 historias de pacientes ambulatorios de oftalmología son únicamente algunas de las otras deficiencias en el servicio del hospital que provocó que muchos pacientes reclamaran su cierre.
Modelo privado fallido
Desde la nueva gestión del Surgicentre prefieren no pronunciarse acerca de si el modelo privado del NHS ha fracasado o si se realizarán nuevas recompras de hospitales privados a la luz de otras evaluaciones negativas por parte del CQC, como ya sucediera en el caso del Hospital de Stafford. En su lugar, desde su Comisión Clínica se limitan a señalar que «no estamos en posición de comentar ningún asunto fuera de nuestra área inmediata».
Mientras, desde plataformas contra la privatización de la Sanidad, como NHS en venta, denuncian que las actuales listas de espera superan con mucho las de años anteriores . Sólo este verano las listas para derivar a un tratamiento rozaron los 2,9 millones de pacientes, la cifra más elevada desde 2008.
A ello se suma, además, el hecho de que los hospitales públicos han alcanzado un récord histórico de operaciones privadas, que pueden llegar a aportar el 50% de los ingresos de los centros. En el último año, la facturación de estos hospitales procedentes de pacientes privados creció un 12% y, según los últimos datos oficiales, entre 2012 y 2013 el NHS de Inglaterra ganó 434 millones de libras (516 millones de euros) por esta vía, 47 millones (casi 56 millones de euros) más que hace un año.
El diputado laborista Gareth Thomas se suma a las denuncias de NHS en venta y no duda al afirmar que los pacientes está siendo forzados a acudir a la sanidad privada al padecer interminables listas de espera o, directamente, ser rechazados por el NHS. De hecho, el año pasado la Sanidad Pública negó operaciones rutinarias como cataratas o varices a más de 50.000 pacientes debido a las presiones presupuestarias del gobierno conservador de David Cameron; una realidad que a la plataforma NHS en venta pone en guardia al compararla con los 20.000 millones de libras (más de 23.700 millones de euros) de presupuesto de este mismo Ejecutivo para compañías de la sanidad privada.