Acabó la Guerra Fría a fines de la década de los ochenta y con ella la principal justificación para la intervención militar-imperial de los EUA en América Latina, África y Asia. En Centroamérica ya habían asesinado a Omar Torrijos y puesto en su lugar al General Manuel Noriega. Este les había servido como encargado de […]
Acabó la Guerra Fría a fines de la década de los ochenta y con ella la principal justificación para la intervención militar-imperial de los EUA en América Latina, África y Asia. En Centroamérica ya habían asesinado a Omar Torrijos y puesto en su lugar al General Manuel Noriega. Este les había servido como encargado de la supervisión del trasbordo de drogas enviados a Panamá por el cartel de Medellín y su Capo Pablo Escobar.
La CIA supervisaba los vuelos que salían de los aeropuertos colombianos bajo la autoridad del entonces Director de Puertos de Colombia: Álvaro Uribe. Por ellos aparece Uribe en las listas de la DEA como el narcotraficante Num. 82. Los dineros obtenidos de la venta de cocaina en los EUA se concentrarían en los barrios poblados por latinos y afrodescendientes. De ellos se nutrirían los bancos que lavaban el dinero y las fabricantes de armamentos que se las venderían a Irán para así financiar la contra en Centroamérica.
Para la oligarquía financiera y su complejo mediático-militar-industrial era esencial inventarse una guerra para alegadamente contrarrestar el trasiego de drogas a los EUA que el mismo Bush había ayudado a fortalecer. El cinismo de ese país no conoce límites. Han perfeccionado el arte de mentir y lograr que los medios de desinformación, académicos, analistas y dirigentes políticos se hagan eco de sus falsedades sin fin.
La otra era la de crear una capacidad de desinformación para convertir la insurgencia armada contra su intervención en terrorismo. Reiterando esas mentiras contra la insurgencia popular colombiana y la insurgencia urbana en Venezuela trastocaban lo que era una resistencia contra las recetas neoiliberales de mal llamado libre comercio y la representaban en los medios como terrorismo. De ahí surge el recrudecimiento de la Guerra contra el Terror.
El demócrata (sic) William Jefferson Clinton siguió profundizando la recolonización del Caribe reafirmando su control hegemónico sobre Dominicana, Puerto Rico, el Salvador, Honduras, Panamá, Puerto Rico, México, Guatemala y Nicaragua. Pero la perfidia yanqui y los efectos profundamente empobrecedores sobre el campesinado rural y el proletariado urbano de los TLC’s y la ola de privatizaciones y control de las empresas petroleras, la agricultura de monocultivo y las empresas agroindustriales fueron generando la presión que resultó en los estallidos de violencia en Venezuela y el recrudecimiento de la insurgencia popular en Colombia. Estas políticas lograron saquear mucho más las economías y riquezas de toda la región.
Es de estas contradicciones que surge el movimiento bolivariano que ha creado nuevos espacios de soberanía popular en amplios sectores de América Latina. Esta década es la antesala del fortalecimiento de una nueva izquierda latinoamericana pero, a la vez ha produndizado la complicidad de gobiernos que representan los intereses de una alianza antipopular entre las Corporaciones Transnacionales y las Oligarquías apátridas en Chile, Perú, México y Colombia.
Los movimientos de centro izquierda se fortalecen en la primera década del siglo XXI bajo el indiscutible liderazgo de Hugo Rafael Chávez Frías bajo la consigna del Socialismo y se van fortaleciendo los movimientos populares que derrocan gobiernos neoliberales en Argentina, Bolivia, Perú, Uruguay, Nicaragua mientras Cuba va saliendo del aislamiento que los EUA y la OEA habían pretendido imponerle.
Pero no dejan de organizarse las fuerzas del neoliberalismo capitalista, sus agencias financiadoras de ONG’s aliadas al Imperio, los servicios de inteligencia, la NSA y las FFAA para organizar golpes en Venezuela, Ecuador, Honduras y Paraguay y consolidar lazos con los gobiernos de Chile, Perú, México y Colombia. Asimismo han reafirmado cu control colonial y neocolonial en Honduras, República Dominicana, Panamá y Puerto Rico. Lo que está en juego es la necesidad de los EUA de recuperar su hegemonía perdida en la región y, con ella, sus ganancias que la mantenían como principal potencia económica y militar del mundo.
No debemos desentendernos de este juego geopolítico de los EUA en el Caribe. En primer lugar porque, a contrario sensu de lo que algunos afirman aún desde la centroizquierda reformista en sus espacios radiales, Puerto Rico sigue siendo una ficha importante el el juego para reestablecer la hegemonía en la región.
Nuestro rol en el apoyo al Golpe de Estado en Honduras, como centro de coordinación del espionaje y desestabilización contra Brasil, Venezuela, Ecuado y hasta Chile, México y Colombia, como centro de armas de destrucción masiva desde HAARP sigue siendo de importancia. Por ello siguen utilizando la represión, su arma de preferencia, contra el pueblo de múltiples maneras:
1. Negándose a reconocer el caracter colonial de Puerto Rico y la voluntad expresada en las urnas en el Plebiscito de noviembre de 2012 rechazando el status colonial decrépito impuesto mediante fraude hace 62 años.
2. Insistiendo con la comunidad de estados Latinoamericanos y del Caribe que Puerto Rico es un asunto interno de los EUA.
3. Utilizando la deuda de Puerto Rico en buena medida incurrida para beneficio y lucro de ellos y sus aliados locales en el neoliberalismo trasnochado y desacreditado como látigo para castigarnos a todxs por haber osado expresarnos en contra de su dominio. Utilizando a Puerto Rico como principal centro de experimentación con semillas transgénicas en este hemisferio.
4. Inundando cada vez más de drogas y violencia a Puerto Rico para condenar a generaciones de jóvenes a ser víctimas de una faslsa guerra contra las drogas que se usa con el doble propósito de enajenar una juventud y encausarla por los caminos de una versión al margen de la Ley de los peores vicios del capitalismo salvaje y crear una guerra por el control de los puntos que cobra casi mil vidas por año.
5. Negándose a escuchar el reclamo de la inmensa mayoría de los puertorriqueños por la excarcelación de Oscar López Rivera y de los presos políticos condenados a cárcel por el delito de luchar por la Independencia.
6. Negándose a definir su disposición a acoger favorablemente ninguna alternativa al estatus colonial como aceptable para ellos. Ni libre asociación, ni la anexión como estado de la unión ni Independencia plena son aceptables para ellos.
En ese sentido la preparación del terreno para utilizar la crisis de la deuda como vehículo para imponer su voluntad y dejarnos saber quien manda debe ser entendida. A Puerto Rico le están pasando con meridiana claridad el mensaje inequívoco de que no se tolerarán reclamos. Solo de rodillas considerarán acomodarnos; en el asiento de atrás de la virtual guagua del colonialismo.
Sirva este documental sobre la injerencia no tan silenciosa de los EUA en Nuestra América para que tomemos la única decisión posible. Tenemos que apearnos de esa guagua del colonialismo abyecto antes de que nos sometan del todo y nos lleven al precipicio del despeñadero de la ánimas en pena de la subordinación.
O nos unimos contra esta andanada de agresión de reafirmación colonial en todos los frentes, seguiremos siendo peones en nuestra propia tierra laborando enajenados bajo el latigo opresor de los EUA y sus aliados colonialistas como Rafael Hernández Colón, Carlos Romero Barceló y su progenie de súbditos del sistema que nos oprime; pero los hace millonarios a ellos.
A ellos les decimos: «Puerto Rico Vive, la Lucha Sigue».
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