Traducido para rebelión por Susana Merino
Estamos en un momento de la historia en el que la manipulación del saber por los que mandan se vuelve cada vez más difícil. El rango y la notoriedad de quienes están en lo alto ya no alcanzan para hacer creíbles sus preceptos, sus análisis y sus declaraciones. Nada puede ocultar el grito de las desigualdades, los dramas sociales, las catástrofes ambientales generadas por el sistema. Ningún escenario puede enmascarar mejor las manifestaciones de su llamada democracia que los valores exhibidos y las bárbaras prácticas que se desarrollan en el plano internacional. Ya no es posible que ningún país dominante ni ninguna casta mantenga el poder de desinformar, condicionar y manipular impunemente la opinión. Hoy las barreras que limitaban la comunicación se están desintegrando, los cuestionamientos hasta ahora sofocados o desviados pueden actualmente imponerse en los debates. Una vez más la prensa hace tambalear al poder, pero esta vez en su totalidad y en sus raíces más profundas.
De ahí la gran importancia que tiene sacar a la luz todas las implicancias prácticas de las ideas planteadas en el título de este taller de ideas -y es necesario precisarlo- que compartimos profundamente.
¡Saber es poder!
Son absolutamente necesarios la cultura y los conocimientos para luchar contra la alienación y lograr la reparación.
¡Sí, el saber es la clave de todo poder!
¡Solo el conocimiento y la cultura podrán quebrar el cepo de las alienaciones!
¡Solo una clara comprensión de la realidad permitirá alcanzar los objetivos de la reparación!
Pero, ¿cómo acceder al conocimiento y hacer fecundo el pensamiento cuando el analfabetismo llega como sabemos de las capas populares a los más altos niveles, cuando persisten las dificultades de acceso a la educación y lo que es peor se ven agravadas por la acelerada mercantilización del saber y por el desmantelamiento de los servicios públicos debido a las políticas neoliberales?
¿Cómo nuestra «negritud» debe afirmarse para combatir la subcultura masivamente introducida por el atajo de las NTIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación, N de T.) aún controladas por los dueños del sistema?
No es necesario demostrar que el principal campo de batalla de los enfrentamientos que sacuden actualmente al mundo y que anuncian un decisivo enfrentamiento es el de la información y el de las ideas.
Ya lo había anunciado Henry Kissinger en la época en que se desempeñaba como Secretario de Estado de los EE.UU.: «La tercera guerra mundial será ideológica». En ese contexto el compromiso con el frente cultural resulta fundamental y se sabe que resultaría estéril si no se integra en una estrategia global capaz de liberarnos de un orden injusto y de construir «otro mundo posible».
Frantz Fanon también lo decía: «La responsabilidad del hombre culturalmente colonizado no constituye una responsabilidad frente a la cultura nacional sino una responsabilidad global en relación con el mundo global, en el que la cultura no es más que un aspecto. El hombre culturalmente colonizado no debe preocuparse por seleccionar su nivel de combate, el sector en que decide librar su combate nacional. Combatir por la cultura nacional es luchar primero por la liberación del país, matriz material a partir de la cual la cultura se vuelve posible. No existe una lucha cultural que se desarrolle al margen de la lucha popular».
Mediante esta introducción queremos plantear de entrada que si el necesario combate de ideas quiere triunfar debe insertarse en un compromiso global con la transformación del mundo. Porque de eso se trata precisamente de la construcción de un mundo nuevo. Es imposible ponerlo en duda: las cabezas de la hidra racista y xenófoba que queremos erradicar volverán a crecer tanto que seguirá perdurando el sistema que las nutre. De modo que nuestras reflexiones y nuestra producción cultural deben ser fermento para la construcción de alternativas de contrapoder en todas las esferas del accionar ciudadano.
Hablemos ahora de la lucha contra la alienación
En nuestra marcha hacia el porvenir la alienación es la primera muralla que debemos destruir.
Se trata de quebrar las cadenas ideológicas y psicológicas que los colonizadores occidentales y las clases dominantes han construido mediante una propaganda masiva, exclusiva y plurisecular.
Negación de la persona humana y de la identidad de los sometidos, adoctrinamiento de los pueblos, formateo de las élites: todos los medios se han puesto en marcha para incrustar en las conciencias los mecanismos de la alienación. El objetivo de los colonizadores era -y aún lo es- que todo el pensamiento y todas las acciones estén impregnados de la idea de que la «raza blanca» es superior, la idea de que su civilización es el ideal a alcanzar y en fin que las concepciones de la burguesía occidental en materia de organización y de funcionamiento de la sociedad son insuperables.
Esta alienación pesa aún en nuestros pueblos
Pero no es la única que debemos erradicar
Todos los conceptos vinculados a la infravaloración de las mujeres, a la desvalorización del trabajo manual, al desprecio de las clases populares mantenidas en lo más bajo de la escala social, son manifestaciones de una profunda alienación. Destaquemos que no solo emanan de las clases dominantes occidentales sino que también son producto de grupos sociales dominantes en otras civilizaciones de las que somos herederos.
Todas esas formas de alienación son obstáculos que debemos superar para ganar nuestra libertad y más ampliamente para pretender la emancipación humana.
Aquí voy a volver sobre las propuestas que desarrollé en el coloquio llevado a cabo por el MIR el sábado último sobre el tema «Alienación y reparación»
Decía entonces que «no podremos rasgar el velo de la alienación sino realizamos primero una neta disociación entre la ideología de las clases dominantes y las civilizaciones. Se trata de rechazar las categorías imaginadas por las clases dirigentes occidentales con la intención de de dividir a los pueblos para reinar mejor» y precisaba lo siguiente «Se trata de rehabilitar los aportes positivos de todas las civilizaciones, sin idealizar ninguna de ellas. De otro modo uno se sentiría satisfecho vilipendiando a Occidente pero reproduciendo alegremente sus mismos esquemas. La supervivencia de la humanidad reside en la capacidad de los pueblos de hacer fructificar en conjunto el patrimonio común. Se trata en consecuencia como diría Fanon de «buscar al hombre en el lugar en que se encuentre»
Pues bien este punto de vista ha sido objeto de un vivo debate. Algunos consideran en efecto que todo lo que nos llega de Occidente debe ser rechazado por principio. Están igualmente convencidos que el recorrido del pueblo negro le confiere una misión específica que debe cumplir por ser portador de la autenticidad original.
Y ¡cuidado con hablar del sufrimiento de las clases explotadas por los países colonialistas o que estas no representan a la barbarie occidental porque se corre el riesgo de excomunión! Y el colmo es que quienes esto predican lo hacen en nombre de Cesaire y de Fanon!
Por mi parte yo adhiero más bien a la recomendación de Ernesto Che Guevara que decía:
«Sean sobre todo capaces de sentir en lo más profundo de su corazón cualquier injusticia cometida por quienquiera que fuese y donde fuese. Es la más hermosa condición de un revolucionario»
Nuestra verdadera emancipación se producirá en base a nuestra capacidad de de continuar nuestro camino como seres humanos totales.
La dimensión universal de las reparaciones
Todo esto me conduce a abordar la cuestión de las reparaciones. Afirmamos aquí que la reparación será universal o no lo será. No es por azar si hoy en día ocupa la arena internacional.
Está actualmente en el corazón de las fuertes tensione existentes entre los países imperialistas y el Tercer Mundo (Conferencias de Durban sobre el racismo). Los gobiernos de los países imperialista (no solo ellos) defienden su causa y emprenden iniciativas (CARICOM, Países antiimperialistas de Centro y Suramérica)
Se han realizado algunos avances (Italia/Libia; la ley Taubira,etc.)
Se consolida la movilización de los movimientos sociales (CADTM,etc)
Pero debemos detenernos sobre como ha sido recibido el tema de las reparaciones en nuestro país porque es sintomático que las alienaciones nos gangrenan pero también nos instruyen sobre la manera en que debemos luchar para lograr nuestros objetivos.
Cuando hace unos quince años se planteó el tema de la Reparación, con las primeras acciones del MIR, las autoridades coloniales y los adversarios políticos locales de dicho movimiento trataron de marginar y denigrar a sus promotores. Algo que no tiene nada de sorprendente: Dicho tema lleva a pensar en las relaciones existentes entre Francia y la Martinica dentro de una nueva perspectiva cuyas implicancias generan el riesgo de contrariar los proyectos reformistas y sociodemócratas y de empujar los planes existentes.
Pero la tenacidad del MIR y la aparición de este tema de las reparaciones en el debate internacional han logrado que hoy todo el mundo hable de ellas y se posicione.
Algunos repiten los argumentos de las autoridades francesas con conocimiento de causa, otros las propagan bajo la influencia de la alienación o por falta de información.
¡Es necesario volver la espalda al pasado! ¡Esos crímenes ya no se pueden reparar! ¡Fueron nuestros antepasados y no nosotros los que los sufrimos! ¡Ha hecho ya tanto Francia! ¡Son gente que solo quiere el dinero fácil!
A esta altura ya no dudamos del efecto de la vulgarización de los conocimientos y del trabajo cultural. El horizonte continuará aclarándose.
Queda por llamar la atención sobre el hecho de que cuando se plantea el debate sobre una cuestión tan importante y de tal complejidad, aparecen puntos de vista muy diferentes y hasta opuestos. Esto sucede aún entre aquellos que defienden el principio de las reparaciones. Algo que no es malo en sí mismo. Por el contrario confrontar ideas sin complejos ni concesiones oportunistas conduce necesariamente a plantear respuestas más juiciosas. No dispondremos de tiempo en el marco de esta exposición de plantear un debate relativo al papel del panafricanismo en la lucha contra la alienación y en el proceso de reparación y solo nos contentaremos con señalar su necesidad.
Volvamos más específicamente sobre la problemática de las reparaciones. Puede ser que para limitar el debate sea necesario recordar que:
a) Los crímenes contra la humanidad son imprescriptibles y las tentativas llevadas a cabo por las potencias imperialistas de autoabsolverse o jerarquizar los genocidas son inaceptables.
b) El derecho a la reparación es un principio admitido por todas las legislaciones occidentales e internacionales. Por otra parte los colonizadores no se privan de exigir su aplicación cuando es a ellos mismos a quienes toca.
c) El principio de reparación no es negociable como lo recuerda el MIR hubo un crimen contra la humanidad. Los responsables han sido identificados. Los daños deben ser reconocidos, los perjuicios evaluados y las víctimas indemnizadas. Sobre todo dado que el crimen se sigue perpetuando hoy en día bajo las formas del neocolonialismo y del imperialismo. Y digámoslo claramente: no corresponde ciertamente a los herederos de AL CAPONE decidir si los hijos e hijas que expolió y torturó el criminal deben contentarse con menciones honoríficas o medallas simbólicas.
Se plantea entonces el tema de las formas de la Reparación. Los precursores del movimiento en el plano internacional han sugerido ya muchas ideas (imponer a los gobiernos culpables la creación de un Fondo de Desarrollo, la financiación de investigaciones genealógicas, la repatriación, la reforma agraria, etc.).
En síntesis ya se han dado los primeros pasos de una larga marcha y ahora se trata de:
– movilizar nuestros cerebros para fijar los objetivos y diseñar los protocolos
– contribuir a la difusión del conocimiento para que el pueblo se constituya en motor de la lucha por las reparaciones.
– Intensificar las movilizaciones insistiendo en la idea de que «las verdaderas reparaciones serán en definitiva obra de los pueblos mismos»
Mencionamos anteriormente la naturaleza predatoria del sistema pero es preciso agregar que durante las negociaciones referentes a la puesta en tela de juicio de las injusticias sociales y a la desigualdad de las relaciones a nivel internacional, los gobiernos occidentales no han dejado nunca de poner en evidencia su duplicidad. Cómo lo he dicho en otras oportunidades: «la reparación no será total hasta que los países imperialistas no estén en condiciones de no poder reparar nada porque sus sistemas hayan sido erradicaos y sus dirigentes despojados de todo poder»
«SABER ES PODER» hemos dicho.
– Cuando todos sepan que los innegables estragos de la alienación no pudieron con la formidable capacidad de resistencia y de resiliencia de nuestro pueblo.
– Cuando todos comprendan que los patrones no lograron nunca privarnos de nuestra humanidad.
– Cuando conozcamos bien nuestro pasado.
– Cuando cada uno sea consciente de que los límites y los defectos del sistema dominante en todos los sectores (económicos, sociales, institucionales) derivan en gran medida del hecho de que la dominación occidental ha menospreciado la experiencia y la cultura multimilenaria de los pueblos sometidos y que los científicos reconocen hoy en día como poseedores de respuestas eficaces en sectores esenciales para la vida, tales como los de la alimentación, la salud y la protección del ambiente.
Intensifiquemos entonces la lucha contra la alienación y por la reparación y accederemos a un pleno florecimiento humano
Gracias por vuestra atención
Robert Sae es profesor y militante político.
Fuente: http://www.alterpresse.org/spip.php?article16524#.U6H8mHOlgQ0.email