Traducido del francés para Rebelión por Carlos Riba García.
Desconfiemos de ciertas cifras
Y más aún de su posible interpretación. Según las estadísticas publicadas ayer [9 de septiembre de 2014] por el INSEE (el Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos, de Francia), la pobreza tocaría a algunos franceses menos. Sería posible creer que mejora la situación. ¡Grave error! Esta estadística no es otra cosa que una engañifa. Entre 2008 y 2011, cerca de un millón de personas más se habrían bajado del umbral de la pobreza. Si esta tendencia ha tenido una «pausa» en 2012, los autores del informe no esconden el hecho de que la pobreza «gana en intensidad», al mismo tiempo que el nivel de vida promedio ha bajado, una vez más, un 1 por ciento. Los más pobres son cada día más pobres; los más ricos son cada día más ricos. Y la cifra principal es de vértigo: en 2012, unos 8,5 millones de franceses, cerca del 14 por ciento de la población, vivían con menos de 987 euros por día.
¿Cómo no creer que, desde entonces, esta situación se haya agravado aún más? Pues entonces concretemos la realidad de una fórmula muy sencilla: la mayoría de los franceses sigue empobreciéndose en una dimensión que habla de un estado de absoluta urgencia. Ya que la pobreza no es otra cosa que el cruel reflejo del fracaso político de nuestros gobernantes. Con la fragmentación en el mundo del trabajo, la precariedad salarial y la multiplicación de las formas «atípicas» de empleo, cualquiera puede constatar que el retroceso del poder adquisitivo golpea a todos, pero sobre todo a los más débiles. Sin olvidar, por supuesto, la explosión del desempleo, algo que concierne no a 3,5 millones de personas sino a seis millones. Esta cifra, la real -pavorosa para un país que se jacta de ser la quinta potencia mundial- corresponde al total de los inscritos en las cinco categorías de «Pôle emploi», la Agencia de Empleo francesa. Nunca como hasta ahora, los responsables de las asociaciones de caridad han expresado su «angustia» por no poder atender las «necesidades mínimas» de la sociedad, que afectada profundamente, confía más y más de ellas. No le tenemos miedo a las palabras. Se trata de la mismísima República y de su ideal de igualdad los que vacilan. La indignación moral -y nada más- ya no es suficiente. Mucho menos aún cuando uno es verdaderamente de izquierdas.
Jean-Emmanuel Ducoin, francés, es periodista. Desde 1998 es redactor jefe del periódico L’Humanité.
Fuente: http://www.humanite.fr/pauvrete-miroir-des-echecs-politiques-551365