Diez años después de Monti, con Mario Draghi vuelve el «gobierno técnico», especialidad italiana que marca la enésima muerte de la política. La élite económica intenta así poner la mesa para gestionar directamente el dinero que llegue de la UE
El 2 de febrero es el Día de la Candelaria, cuando por tradición se debería poder predecir el final del invierno. Es el «día de la marmota» en el que se ambienta Atrapados en el Tiempo, película de 1993 en la que el personaje interpretado por Bill Murray está condenado a revivir el mismo día una y otra vez. Y a muchos les parecía que estaban reviviendo los días del otoño de 2011 cuando el presidente de la República Sergio Mattarella, tras señalar el fracaso del intento de recomponer la alianza de gobierno entre el Pd, M5S, Leu y Iv, anunció el lanzamiento de «un gobierno de alto nivel, que no debe identificarse con ninguna fórmula política”, y encomendó la tarea de formar el nuevo gobierno a Mario Draghi, ex gobernador del Banco de Italia y ex presidente del Banco Central Europeo.
Un nuevo gobierno técnico está en el horizonte, diez años después del ejecutivo que encabezara Mario Monti. El clima mediático es sorprendentemente similar: dos horas después del anuncio de Mattarella, ya se leían y escuchaban los elogios al «hombre que salvó a Europa y ahora salvará a Italia» y se agitaban escenarios apocalípticos en caso de fracaso de la operación, desde la retirada de los 209 mil millones de euros de “Next Generation” UE a la vuelta al riesgo de quiebra. Con toda probabilidad, en las próximas horas la presión de los mercados y cancillerías europeos se hará sentir con fuerza, quizás a través del mecanismo habitual de difusión, para convencer incluso a los reticentes, en la opinión pública y en el parlamento, para que apoyen a Draghi.