Krišjānis Kariņš es un ultraderechista estadounidense que hoy es primer ministro de Letonia y visitó España a mediados de junio.
Sus declaraciones, que no fueron impugnadas por ningún miembro del gobierno español, se resumen en la exigencia del rearme de la OTAN en toda la Europa oriental para acosar a Rusia y en incrementar el envío de armamento a Ucrania. No son las únicas muestras de su beligerancia: su gobierno ampara manifestaciones de veteranos letones de las Waffen-SS nazis, al tiempo que encarcela y tortura a disidentes como Kiril Fiódorov.
Fiódorov es un bloguero que fue detenido por la policía letona el 17 de marzo de 2022 y conducido a dependencias de la Seguridad del Estado. Desde entonces está encarcelado en la prisión central de Riga. Ha sido maltratado y torturado con descargas eléctricas, según ha manifestado él mismo a sus allegados. Fiódorov fue detenido por manifestar su opinión sobre la guerra en Ucrania, que no coincide con la postura del gobierno de Krišjānis Kariņš, y puede ser condenado a cinco años de prisión por «violar la ley penal de Letonia» en virtud de los artículos 78 («incitar al odio nacional, étnico y racial») y 74 («justificación del genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes contra la paz, así como crímenes de guerra»).
El bloguero, cuyos canales tienen millones de visitas, recibió amenazas por sus opiniones en Telegram y You Tube, donde cuenta con más de un millón de seguidores. En sus publicaciones informaba del curso de la guerra en Ucrania, con datos que no coinciden con la propaganda vertida por el gobierno letón y por los medios de comunicación del país. Su detención y encarcelamiento son muy preocupantes porque según la autoritaria legislación letona, Fiódorov puede ser acusado de múltiples delitos y arriesga una pena de prisión por traición, por incitación al odio, por justificación del genocidio, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, acusaciones disparatadas destinadas a acallar las opiniones de Fiódorov y eliminar cualquier atisbo de crítica a la beligerante y agresiva posición del gobierno de Riga.
Fiódorov, que anunció su intención de emigrar a Rusia a causa del rápido deterioro de la situación política en Letonia, lleva meses encarcelado y ha sido torturado con descargas eléctricas, amenazado, maltratado psicológicamente, además de sufrir abusos físicos. La detención, encarcelamiento y torturas padecidas por Fiódorov son una evidente y gravísima violación de los derechos humanos cuya responsabilidad recae en el gobierno que dirige ese estadounidense ultranacionalista llamado Arturs Krišjānis Kariņš.
El gobierno letón conjuga su pertenencia a la Unión Europea y sus proclamas democráticas con la constante restricción del derecho a la libertad de expresión y con la práctica de la tortura y el encarcelamiento de disidentes. Letonia margina y restringe los derechos de la población letona de habla rusa, y mantiene también una férrea censura sobre la situación de Fiódorov, de cuyo encarcelamiento ni siquiera informan los controlados medios de comunicación letones. Su gobierno ha permitido también la creación de una web que elabora una «lista negra» donde figuran ciudadanos letones por su supuesto apoyo a Rusia, y donde muchos ciudadanos son acusados públicamente de ser «provocadores antiletones» y «propagandistas del mundo ruso». En un escandaloso disparate jurídico y político, el gobierno letón ha considerado la inclusión de personas en esa «lista negra» no como una clara incitación al odio que pone en peligro a muchos ciudadanos, sino como «una muestra de libertad de expresión». Para mayor escarnio, el actual presidente de Letonia, Egils Levits, es un jurista conservador y nacionalista que fue el representante letón en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Ese gobierno letón que convive con manifestaciones de apoyo a la extrema derecha y al nazismo, con los desfiles anuales de la Legión Letona de las Waffen-SS que combatieron junto a la Alemania nazi, ha demolido los monumentos conmemorativos que se erigieron para celebrar la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, e incluso hizo detener recientemente a la eurodiputada Tatiana Zdanoka (cuya familia fue asesinada por los colaboraciones letones con el nazismo) por rendir homenaje a los soldados soviéticos que liberaron Riga. Todas esas decisiones del gobierno de Letonia son una evidente incitación al odio, algo que ha sido condenado por la Unión Europea; pese a ello, Bruselas encubre la marginación de la población de habla rusa. Por supuesto, de todo esto Úrsula von der Leyen y Josep Borrell no saben nada.
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