La clase política gobernante en Alemania pugna desde hace semanas por presentar la «medida antiterrorista» más impactante. Todos los posibles escenarios han sido evocados en esta loca carrera, acelerada tras la detención de un presunto comando de Al Qaeda. El vicepresidente del grupo parlamentario de la Unión Demócratacristiana (CDU) en el hemiciclo de Berlín, Wolfgang […]
La clase política gobernante en Alemania pugna desde hace semanas por presentar la «medida antiterrorista» más impactante. Todos los posibles escenarios han sido evocados en esta loca carrera, acelerada tras la detención de un presunto comando de Al Qaeda.
El vicepresidente del grupo parlamentario de la Unión Demócratacristiana (CDU) en el hemiciclo de Berlín, Wolfgang Bosbach, propone un registro de los conversos al islamismo que se habrían radicalizado política y religiosamente. Tampoco la ministra de Justicia, la socialdemócrata Brigitte Zypries (SPD), se ha quedado corta, proponiendo algún tipo de registro para los compradores de sustancias peligrosas.
Tanto el ministro de Interior, WolfgangSchäuble, como su correligionario y responsable de Defensa, Franz Josef Jung (CDU), han brillado con nuevas aportaciones. El primero advirtió de la posibilidad de un atentado nuclear, asegurando que «muchos expertos están convencidos de que se no se trata de si habrá ataque sino cuándo».
Jung alardeó, por su parte, de que ordenaría a la Fuerza Aérea incluso el derribo de un avión de pasajeros secuestrado. Esta orden hoy por hoy es anticonstitucional. Por eso la asociación militar Bundeswehrverband, una especie de sindicato castrense, aconseja a los pilotos de la Luftwaffe que en el caso hipotético no cumplan tal orden «porque cometerían un delito de homicidio».
Estas propuestas son las últimas perlas que deben engrosar la cadena de medidas represivas que el Estado alemán ha aplicado después de los atentados de Nueva York y Washington, Madrid y Londres. Justamente Al Qaeda y sus denominados subgrupos han servido de pretexto para iniciar la nueva escalada de represión. El último acontecimiento ha sido la detención de un supuesto comando de Al Qaida en Alemania.
Instalaciones estadounidenses
A principios de setiembre la Policía detuvo a dos alemanes que se habían convertido al islam, y a un paquistaní, cuando preparaban presuntamente varios atentados contra instalaciones estadounidenses en Alemania. La operación se habría debido a la cooperación con los servicios secretos estadounidenses, que en otoño del 2006 detectaron las actividades del grupo controlando mensajes electrónicos y llamadas telefónicas.
Ahora, Schäuble (CDU) exige con más insistencia que el Parlamento y sobre todo, su socio de coalición, el SPD, legalice que la Policía Judicial Federal (BKA), tenga el derecho a espiar también los ordenadores privados. El BKA ya dispondría de los programas para acceder vía internet o entrando de otra forma al ordenador sospechoso para colocar su software espía.
Han sido los propios islamistas los que han dado más munición a Schäuble: la desconocida Unión Yihad Islámica reconoció tanto la pertenencia de los tres detenidos a esta organización como su intención de atacar intereses estadounidenses en Alemania. El comunicado fue redactado en un turco culto, según el portal de internet Spiegel Online. El Ministerio de Interior confirmó su autenticidad. Dado que los tres detenidos se niegan a declarar, Spiegel Online cita a fuentes de la investigación, que avanzan que el comunicado es una prueba válida para acusar al trio de un delito de pertenencia a una «asociación terrorista extranjera». Es extraño que una organización armada colabore con el enemigo para que éste pueda juzgar a sus activistas capturados.
Mientras tanto la información de los grandes medios ha contribuido a extender el miedo al islamismo en Alemania.
A consecuencia de los atentados del 11-S se extremaron las medidas de seguridad en los aeropuertos mediante videovigilancia, pasaportes biométricos, control sobre las cuentas, vigilancia de todas las personas que trabajan en empresas consideradas como «importantes» para la Defensa o de «interés vital». Especial atención reciben desde entonces los inmigrantes.
Pero Schäuble quiere que las Fuerzas Armadas asuman funciones policiales, que el BKA sea como el FBI, que los extranjeros sospechosos, que no pueden ser deportados, sean internados en campos. No le parece mal que se usen declaraciones arrancadas bajo tortura. Ha propuesto también la ejecución preventiva de supuestos terroristas.
Para protestar contra la liquidación de los Derechos Civiles y Humanos varios organismos han convocado una manifestación para el próximo sábado en Berlín que se espera multitudinaria.