Es año electoral en Alemania. Si los chipriotas no lo sabían, ahora lo tienen más claro. De todo lo ocurrido en las últimas 24 horas en relación al rescate de Chipre, uno de los datos más relevantes lo ha dado la televisión pública chipriota. El ministro alemán de Hacienda entró en la reunión del Eurogrupo […]
Es año electoral en Alemania. Si los chipriotas no lo sabían, ahora lo tienen más claro. De todo lo ocurrido en las últimas 24 horas en relación al rescate de Chipre, uno de los datos más relevantes lo ha dado la televisión pública chipriota. El ministro alemán de Hacienda entró en la reunión del Eurogrupo con la petición de que el paquete de ayuda se financiara con un 40% de las cuentas corrientes. Según el ministro de Hacienda de Chipre, el FMI apoyaba esa posición.
El impuesto quedó finalmente marcado en un 9,9% para las cuentas superiores a 100.000 euros, y un 6,75% para las inferiores. De ahí la imposición de un corralito temporal con el que asegurarse el cobro de esas cantidades, eso mismo que nos dijeron que era casi imposible que se produjera un país de la eurozona.
Para apreciar la dimensión de estas cifras, hay que recordar que el dinero recaudado supone una tercera parte del PIB de Chipre.
En los últimos meses, se había tratado la crisis de la isla como una simple réplica a escala muy reducida del terremoto griego. Estaba claro que un país de poco más de un millón de habitantes no iba a poner en riesgo las finanzas de la eurozona. Pero Alemania tenía otras ideas al respecto. El acuerdo inminente se fue retrasando, básicamente porque Berlín no parecía muy interesada en repetir con Chipre lo hecho con Grecia, Portugal e Irlanda. Era la consagración oficial del punto de vista mayoritario en la opinión pública alemana. Los rescates no certifican el hundimiento de una economía, sino que son un regalo inmerecido para esos manirrotos mediterráneos. Si alguien quería pasar otra vez por caja, tendría que sufrir de inmediato las consecuencias. No a través de préstamos multimillonarios, sino perdiendo de forma inmediata una parte de su patrimonio personal. Los chipriotas, no su economía, tendrían que pagar un precio.
Para terminar de cerrar el círculo, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha dicho que Italia no debe esperar que el BCE se dedique a comprar sus bonos en caso de que la prima de riesgo se dispare a causa de los problemas políticos para formar un Gobierno viable tras las elecciones.
Según fuentes de la UE citadas por el FT, el acuerdo de Chipre fue posible gracias a la intervención de Jörg Asmussen, miembro alemán del consejo del BCE. Lo que quiere decir que esa cifra del 40% era una primera posición negociadora. Al final, Berlín no impidió el pacto, siempre que los ciudadanos chipriotas pagaran con sus cuentas corrientes. La factura a cargo de la UE pasaba así de 17.000 a 10.000 millones de euros, un descenso que se puede vender con facilidad a los votantes alemanes.
Y nada se ha dicho sobre si los bancos que han comprado bonos chipriotas tendrán que asumir pérdidas. Se supone que los bancos griegos que estén en esa posición no resistirían el susto.
Como siempre con la UE, el acuerdo se presenta oficialmente como el fin del problema. La ayuda colocará a Chipre en un camino sostenible. No, no supondrá un precedente para otras economías en crisis. No, no hay razón para pensar que pueda contagiarse a países mayores.
Veremos qué pasará cuando el martes se vuelvan a abrir los bancos (el lunes es festivo en Chipre). Con un involuntario sentido del humor, el ministro chipriota de Hacienda ha dicho que no cree que todo esto haga perder la confianza de los ciudadanos en sus bancos porque cabe la posibilidad de que el dinero ahora perdido se convierta en el futuro en acciones de los bancos rescatados.
Claro, seguro que sí. Estarán encantados en mantener sus ahorros en los lugares en los que, ahora está claro, ya no están a salvo.
Sobre el impacto en otros países, la gente debería saber el valor que tiene desde ahora la garantía de que el Estado responde por los primeros 100.000 euros de cada cuenta corriente. Parece que ese aval tampoco es gratis. El Estado responde por ellos porque están disponibles en caso de emergencia.
Si quisiéramos preocuparnos de verdad, nos fijaríamos en la respuesta que ha dado Joroen Djisselbloem, ministro holandés de Hacienda y presidente del eurogrupo, a la pregunta de si la medida de ir directamente a por los depósitos de las cuentas está descartada para futuros rescates bancarios. Djisselbloem no lo ha descartado, pero ha querido mitigar el golpe: «Los desafíos que afrontábamos en Chipre eran de una naturaleza excepcional. Por ello, eran necesarias medidas excepcionales».
Esa música ya la hemos oído antes.
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17.00
En lo que he escrito esta mañana, faltaba una referencia a las bien fundadas sospechas sobre la utilización de Chipre para el lavado de dinero de fortunas internacionales, preferiblemente de origen ruso. Este artículo del WSJ las explica con bastante detalle. Por resumirlo en una frase, podemos elegir lo que dijo la ministra austriaca Maria Fekter (experta en soltarlas muy gordas) a su colega chipriota: «¿Qué hay de los rusos y sus empresas ficticias que blanquean el dinero a través de sus bancos? ¿Les damos a ellos también el dinero de nuestros contribuyentes?
Antes de que alguien diga que resulta complicado lamentar que mafiosos rusos pierdan el 9,9% de sus depósitos en bancos chipriotas, hay que apuntar que todas esas enormes cantidades de dinero existen, pero en su mayoría pertenecen a empresas rusas de verdad. No cabe duda de que también habrá grupos criminales con dinero en Chipre, pero no se llega a esas cifras sólo vendiendo droga.
Como contaban hace sólo unos días en un blog del FT, estamos hablando por ejemplo de 19.000 millones de dólares a finales de agosto. No es dinero escondido en esas cuentas fuera del control de la Hacienda rusa, sino dinero que llega de Rusia y vuelve al país en forma de pagos o inversiones. Es decir, si se hubiera decretado un corralito completo, digamos a la argentina, que se prolongara durante un largo espacio de tiempo, muchas de esas empresas quedarían en condiciones desesperadas de liquidez, y algunas hasta tendrían que suspender pagos.
Y no queremos que los rusos se enfaden con la eurozona, ¿no?
¿Qué hay de los griegos? ¿También forman parte de la mafia rusa? Por lo que se ve en este gráfico, muchos sacaron dinero de sus bancos en los últimos años para depositarlos en la que parecía mucho más segura banca chipriota. Huyeron al sitio equivocado.
Segunda opción: se podría haber producido una confiscación de los depósitos en las cuentas corrientes a partir de cierto nivel. Para tranquilizar la conciencia de Fekter y de los políticos alemanes, podrían haber impuesto un impuesto del X% a las cuentas que tuvieran por encima de X euros. Así la UE no estaría rescatando a una economía y beneficiando en el camino a esos malvados rusos. Los contribuyentes alemanes estarían más tranquilos.
Según Pawel Morski, esa no era la idea del Gobierno chipriota. Las pérdidas serían mucho mayores para las víctimas de mayor patrimonio si el nuevo impuesto hubiera afectado sólo a las grandes cuentas o a las cuentas con titulares de fuera de la UE. En estos tiempos turbulentos, los rusos harán cuentas y llegarán a la conclusión de que perder un 9,9% es un precio asumible para seguir operando en Chipre. Perder el 30% ya es otra cosa. Eso hubiera enviado el mensaje equivocado a las fortunas empresariales que han aprovechado las ventajas del sistema financiero chipriota. Todavía hay clases. El sistema está en bancarrota pero todos tienen que pagar, incluidos los ciudadanos que sólo saben de la mafia rusa por las películas.
Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/Alemania-obliga-chipriotas-pasar-caja_6_111698830.html