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Grecia

Alianzas, mujeres ministras… y los ataques caballunos de los poderes de siempre

Fuentes: Rebelión

Para Mercedes que, como siempre, me ha hecho ver donde yo no mirada Para AC. Por todo.   En lo que mi memoria ha sido capaz de acuñar de lo vivido y leído, a excepción de algún heroico e infrecuente asalto a los cielos (y es obvio que en Grecia no estamos en ese momento […]

Para Mercedes que, como siempre, me ha hecho ver donde yo no mirada

Para AC. Por todo.

 

En lo que mi memoria ha sido capaz de acuñar de lo vivido y leído, a excepción de algún heroico e infrecuente asalto a los cielos (y es obvio que en Grecia no estamos en ese momento de la Historia), yo no recuerdo ningún gobierno que haya sido capaz de tomar en sus primeros días, además de realizar gestos en absoluto irrelevantes (no juramento, no presencia de la Iglesia Ortodoxa en la toma de posesión, flores en el monumento en honor de la resistencia antinazi), medidas o compromisos como las siguientes:

1. La prevista venta del 30% de las acciones de la Corporación Pública de Energía de Grecia (PPC), la mayor del país, ha sido paralizada con el fin de garantizar el acceso a la energía de las familias sin ingresos.

1.1. Se frenarán también las privatizaciones de puertos y aeropuertos. Perjudican los objetivos sociales.

2. El Gobierno ha prometido subir las pensiones para los ciudadanos con ingresos más bajos y devolver sus puestos de trabajos a algunos de los funcionarios que fueron despedidos.

2.1. Sigue en pie la promesa de subir el salario mínimo hasta los 751 euros mensuales (la cantidad de antes de los recortes-agresiones).

3. El Ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y el de Economía, Yorgos Stathakis coincidieron en el mismo nudo esencial: las políticas de austeridad (entendidas tal como se han practicado, nada que ver con aquella austeridad de la que habló Enrico Berlinguer y el PCI a finales de los setenta) no benefician a la economía y a las cuentas del país. Es obvio, insistieron, que el país no puede beneficiarse si se sigue con esas políticas.

4. El ministro de Reconstrucción Productiva, Medio Ambiente y Energía, Panayiotis Lafazanis, aseguró que se cancelarán todas las leyes aprobadas por el dictado de la troika de acreedores. Anunció la paralización del proceso de privatización de la compañía pública de electricidad (DEI) que pasará a ser una empresa de interés público que funcionará con criterios no lucrativos.

4.1. El plan del gobierno griego prevé dar electricidad gratis a 300 mil familias que se hallan bajo el umbral de la pobreza.

5. Nikos Vutsis, ministro del Interior, anunció que se concederá la ciudadanía a los niños extranjeros nacidos o criados en Grecia, los inmigrantes de segunda generación, al tiempo que ha decretado el cierre de las cárceles de máxima seguridad por vulnerar los derechos humanos.

6. En política exterior, Nikos Kotzias, su titular, comenzó con un disenso con la Unión Europea. ¿Qué disenso? Se opuso a una nueva declaración de la UE contra Rusia sin informar ni acordar la posición con el gobierno griego. Kotzias asistirá el jueves en Bruselas al Consejo extraordinario de Asuntos Exteriores de la UE. Para tratar la cuestión del conflicto en Ucrania. Nada menos.

7. En el terreno educativo fue anunciada una profunda reforma por el Ministro de Cultura, Educación y Asuntos Religiosos, Aristidis Baltas.

8. El responsable de Sanidad y Seguridad Social, Panayiotis Kurumplis, aclaró que el sistema público de salud volvería a ser gratuito y universal (no lo es en estos momentos en España)

9. Tsipras, el primer ministro, lo dijo con toda claridad: «Llegamos para cambiar radicalmente el modo en el que las políticas y la administración se hacen en este país. Nuestra prioridad es también una nueva negociación con nuestros socios, buscando alcanzar una solución justa, viable y mutuamente beneficiosa para que el país salga del círculo vicioso de deuda excesiva y recesión».

¿Es la revolución socialista? No. ¿Es un programa que permita alcanzar el socialismo en seis meses y doscientas noches? Tampoco. ¿En tres años? Por supuesto. Pero, ¿abona finalidades opuestas, los objetivos de siempre, la subordinación al capital y a sus agentes? No lo parece, más bien lo contrario.

La respuesta de la derecha (incluyendo a amplios sectores de la falsamente llamada socialdemocracia) y de los mercados era de prever. La Bolsa ruge. Se anuncian tiempos de penuria y desorden. Los grandes poderes alemanes amenazan como si fueran desalmados huracanes de acero. Los medios de intoxicación dicen lo que era previsible: «Los griegos sacan su dinero de los bancos por temor al ‘corralito». El ejemplo es del global-imperial del jueves.

Lo esperado. Importa comentar algunas críticas vertidas desde otras perspectivas. Hasta ahora: las alianzas de Syriza y la no presencia de mujeres en el gobierno.

Dada la imposibilidad de llegar a acuerdos con el KKE, sobre cuya política no se emite aquí juicio alguno, y dado que Syriza no alcanzó la mayoría absoluta, no había otra que pactar… y se ha pactado no con la extrema derecha sino con fuerza de la derecha griega con la que se coincide en un punto esencial: la oposición a los dictados de la troika y la firme convicción y resolución de que Grecia no está dispuesta a seguir siendo una colonia de la UE. De eso nada. El historiador José Luis Martín Ramos lo ha comentado así: «[…] no tengo claro que [Griegos Independientes] sean extrema derecha, y menos en el contexto griego. Son seguidores de Karamanlis, que no era extrema derecha. Extrema derecha es Alba Dorada. Pero los medios de comunicación aquí los presentan interesadamente como extrema derecha para reforzar la imagen de que Syriza empieza traicionando sus ideales con un pacto contra natura».

La segunda crítica: la no presencia de mujeres en el gabinete. Esta tiene más fundamento por supuesto y es obvio que un futuro próximo debe ser corregida, será rectificada la composición del gobierno. Pero hay recordar que de las 300 escaños del Parlamento sólo 68 son mujeres (en torno al 22%) y que de ese colectivo, 44 son diputadas por Syriza (en torno al 67% del total anterior). Por lo demás, la presidenta del Parlamento griego, la tercera autoridad del país tras el presidente de la República y el primer ministro, lo ocupa también una diputada.

Hay algo más que no pretende ocultar ni disolver ninguna crítica razonable. Yanis Varoufakis llegó a su ministerio para el traspaso de poderes el pasado lunes y aseguró, que había que hacer limpieza [1]. ¿Qué limpieza? La siguiente: despidió a todos los asesores de libre designación que pululaban «por el edificio cual monaguillos neoliberales» y volvió a contratar a las 300 mujeres de la limpieza despedidas desde hace más de un año y no readmitidas «por el anterior gobierno pese a tener sentencias judiciales en su contra». Estas mujeres, me informa también Antonio Cuesta, acamparon «durante meses frente al ministerio, llegaron a Bruselas para exponer su caso, ganaron en los tribunales, se manifestaron a diario durante un año, recibieron el apoyo de todo el mundo en una jornada internacional de solidaridad…». Desde luego: ni una sola línea en todos esos medios, salvando benditas excepciones, que gastan páginas y páginas en criticar que Tsipras sea cual sea el motivo. ¡Todo vale! ¡A por ellos… que no son los nuestros!

¿Populismo? De populismo nada. Justicia, simple justicia, mirada humanista hacia los más desfavorecidos. ¿Anula la actitud de Varoufakis la no presencia de mujeres en el gobierno? No, nada de eso, no hablamos de puestos claves de la Administración, pero no se puede hablar, sin matices, del machismo de Syriza ni de sandeces semejantes en este caso.

Y hay algo más. Lo explicaba Irene Hernández Velasco, en El Mundo [2], nada sospecho de amistades peligrosas.

Yanis Varoufakis revelaba el pasado martes en su blog que cuando se incorpore a su cargo pensará «en el impacto profundo que le provocaron las palabras que le dijo el intérprete que acompañaba a una periodista española que le entrevistó hace unos días». Esa periodista era, precisamente, Hernández Velasco. La persona que le acompañaba, Lambros Moustakis, un ‘sin techo’ de 53 años. «Lambros trabajaba en la recepción de un hotel, pero comenzó la crisis y hace tres años se quedó sin empleo. Buscó y buscó, pero no encontró nada. Consumió el subsidio de desempleo, no podía paga el alquiler de su casa… Acabó en la calle. Durante un mes estuvo durmiendo a la intemperie, acurrucado sobre unos cartones, hasta que el Ayuntamiento de Atenas le dio una plaza en uno de sus albergues para pobres».

Lambros fue uno de los ‘indignados’ que ocupaban la Plaza de Syntagma, en el centro de Atenas, en protesta por las medidas de austeridad. Habla perfectamente castellano además de portugués, italiano, inglés y griego. La corresponsal de El Mundo pensó que un tipo así le ayudaría a adentrarme en el infierno que empezaba a gestarse en Grecia «y que, además, podría hacerme de escudo si había cargas policiales. Hizo ambas cosas». Acabaron siendo amigos.

Pues bien, cuando hace unos días Hernández Velasco fue a entrevistar a Varoufakis (la entrevista es excelente, corre por la red, no se la pierdan), le preguntó si podía acompañarla. No le necesitaba como intérprete «pero Lambros es un tipo bien informado y estaba interesado en ver de cerca al que podía ser el responsable de las finanzas griegas».

Durante toda la entrevista su amigo no dijo ni una palabra, «pero escuchó con atención e interés, recordaba el martes en su blog Varoufakis». Al final, cuando la periodista apagó la grabadora, le preguntó si podía dirigirse en griego a él. Por supuesto le respondió. «Lambros comenzó a contarle a Varoufakis su historia. «Se me acercó, agarró mis dos manos», rememoraba el martes Varoufakis. Y, sensible como es, según le contaba al futuro ministro de Economía su particular bajada al averno, se le saltaron las lágrimas. A Varoufakis también se le humedecieron los ojos y otro tanto a esta periodista».

Lambros cerró su conversación con Varoufakis con estas palabras: ‘No le estoy pidiendo que haga algo por mí, yo ya estoy acabado. Le pido que haga lo que pueda por aquellos que aún no han caído aquí abajo». Eso es lo que escribía el ahora ministro en su blog, la promesa del autor de El minotauro global: «Cuando entre en el ministerio de Economía, voy a pensar en esas palabras. Ni en los spreads, ni en las Finanzas, ni en los acuerdo previos. Pensaré en esas palabras» [2].

¿A que no es lo mismo?, ¿a que es otra cosa?, ¿a que no es un De Guindos, un Andreu Mas-Colell o un Pedro Solbes por ejemplo? A que anuncian, a que anunciamos algo nuevo.

Notas:

[1] Mi información tiene un nombre, la del imprescindible periodista Antonio Cuesta.

[2] http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/28/54c7ec0be2704e8e478b457f.html

[3] «Parece un buen tipo», comentó Lambros al salir de la entrevista. «Yo creo que si llega a ministro puede hacer grandes cosas».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.