Cuando el domingo 14 de septiembre de 2014, el electorado sueco se volcó a las urnas, lo hacía tras ocho años de gobierno de la alianza de los partidos de centro-derecha, con una situación marcada por el «alto desempleo» y el empeoramiento de la calidad de la enseñanza escolar. En este contexto, las elecciones fueron […]
Cuando el domingo 14 de septiembre de 2014, el electorado sueco se volcó a las urnas, lo hacía tras ocho años de gobierno de la alianza de los partidos de centro-derecha, con una situación marcada por el «alto desempleo» y el empeoramiento de la calidad de la enseñanza escolar. En este contexto, las elecciones fueron emocionantes y de una gran expectativa. Para la Izquierda, de lo que se trataba era sacar a la derecha del Gobierno.
En este marco se enfrentaron el bloque de centro izquierda y la alianza de derecha, resultando vencedor de las elecciones legislativas del domingo el bloque de centro-izquierda liderado por el Partido Socialdemócrata sueco con el 43.7% de los votos, por debajo del 50% necesario para garantizar la gobernabilidad. El bloque liderado por los socialdemócratas sumaría un 43,7% (158 de los 349 asientos del «Riksdag» o Parlamento), mientras que el bloque que encabeza el primer ministro, Fredrik Reinfeldt, reúne el 39,3% de los votos (142 escaños).
Fuera de ambos bloques está el partido antiinmigración Demócratas Suecos, que subiría 7 puntos con respecto a las últimas elecciones, hasta el 13%. De esta forma, contaría con 49 diputados.
Una vez conocido el resultado de las elecciones, los medios de comunicación, usando el divisionismo ideológico, le restaron importancia al triunfo de la izquierda en Suecia. Pero lo cierto es que la izquierda sería la vencedora de las elecciones con el Partido Socialdemócrata (31,2%), seguido por Los Verdes (6,8%) y por el Partido de la Izquierda (5,7%).
En la coalición de derecha, el más votado es el Partido Moderado de Reinfeldt (23,1%), seguido del Partido del Centro (6,1%), el Partido Popular Liberal (5,4%) y el Partido Cristianodemócrata (4,5%).
Con este escenario político, Suecia ha quedado en una situación en la cual ninguna coalición cuenta con los votos suficientes para formar un gobierno estable, lo que obligaría a pactar.
Para el pueblo, para la sociedad sueca y sus organizaciones sociales y políticas en general, es preocupante y alarmante el avance del partido Demócratas Suecos, partido racista-neofascista. Y para la Izquierda en particular, una frustración y descontento por la decisión del Partido Socialdemócrata dada a conocer por el líder de los socialdemócratas de Suecia, Stefan Lofven, de no formar gobierno con el Partido de Izquierda, sino iniciar un acercamiento al Partido del Centro y al Partido Popular Liberal, partidos que durante 8 años estuvieron llevando a cabo una política neoliberal que ha implicado cambios transversales en la Sociedad de Bienestar en Suecia.
La participación del Partido de Izquierda en el gobierno hubiese sido una garantía de influir desde posiciones de Izquierda a los otros dos partidos integrante del bloque de centro izquierda. Pero el Partido Socialdemócrata le ha dado la espalda a la izquierda y gira cada vez más hacia la derecha. Frente a esta actitud y posición del Partido Socialdemócrata, el líder del Partido De Izquierda, Jonas Sjöstedt, respondió, declarando en una conferencia de prensa, que el Partido Socialdemócrata ha elegido irse a la derecha en lugar de irse a la izquierda. Y que el Partido de Izquierda va estar en la oposición frente al gobierno de Stefan Lofven.
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