Contestando a la pregunta de si los gobiernos, quiero hablar particularmente de México, trazando un paralelismo con Honduras y Minnesota, se reprimen a los movimientos sociales en los que están envueltos los medios de comunicación, los grandes medios de comunicación, diría que hay una total complicidad. Si antes decíamos que los medios de comunicación eran […]
Contestando a la pregunta de si los gobiernos, quiero hablar particularmente de México, trazando un paralelismo con Honduras y Minnesota, se reprimen a los movimientos sociales en los que están envueltos los medios de comunicación, los grandes medios de comunicación, diría que hay una total complicidad. Si antes decíamos que los medios de comunicación eran el cuarto poder, en Morena decimos que no, que los medios de comunicación son el primer poder. El gobierno mexicano, así como el gobierno hondureño y la oligarquía norteamericana claro que reprimen los movimientos sociales, y los reprimen de dos formas muy particulares: una es con la intención de campañas que degradan al ser humano, en la que la frase de propaganda nazi-fascista de que una mentira repetida mil veces la gente termina creyéndola como verdad, bajo esta frase líderes sociales, líderes comunitarios, movimientos ecologistas, movimientos feministas, movimientos progresistas-liberales son reprimidos. La otra forma es la desaparición y el asesinato. Y un ejemplo tan claro como el agua es el de Berta Cáceres. Hay una frase que dice que si queremos saber cómo son los gobiernos de Latinoamérica, preguntémosle como tratan a la oposición. Y en México, Honduras, Latinoamérica y el resto del mundo, los torturan y desaparecen.
Básicamente las bases militares que los EEUU tienen en Centroamérica, buena parte de Colombia, es un asunto disfrazado en esa llamada guerra contra las drogas. Esa es la forma, el fondo es los recursos naturales que tienen nuestros países, nuestros países ricos pero empobrecidos, y que son explotados por una clase política que abre las puertas de par en par a las grandes transnacionales petroleras y mineras, particularmente canadienses. La razón fundamental es esta. La otra razón es para silenciar mediante las armas la disidencia social, tal y como pasó con Berta Cáceres, tal como pasa en comunidades del sur de México.
En México sufrimos dos males con carácter de cáncer: el primero que se llama Plan Puebla-Panamá; y el segundo, la Iniciativa Mérida, que no son más que dotar a las fuerzas de seguridad mexicana -concretamente la Iniciativa Mérida-, y el resultado es el siguiente: EEUU pone las armas y México pone los muertos.
Desde el sexenio de Vicente Fox, Calderón y al momento Enrique Peña Nieto, han convertido a México en un cementerio nacional. Y las armas han salido de aquí. Así que hay una doble moral en el discurso del gobierno norteamericano cuando dice que apoya al gobierno mexicano en su combate contra las drogas, dotándolo de equipo militar y económico, sabiendo muy bien que ese equipo militar y que los recursos económicos son utilizados por el gobierno mexicano para reprimir a la oposición.
Las cárceles mexicanas están llenas de presos políticos. Casos concretos, Nestora Salgado que acaba de salir libre, José Manuel Mireles que está en una prisión de alta seguridad, Semeí Verdía… Y las terribles matanzas que han dado la vuelta al mundo, como Ayotzinapa; Tlatlaya, Estado de México; Apatzingán, Michoacán; Allende, Coahuila, donde desaparecen a más de 300 personas en una sola noche…
Esa es la protección que da el gobierno norteamericano a los intereses económicos que tiene en nuestros países. Y aquí tenemos que rescatar un poquito de la historia que nos enseña, cuando las huelgas mineras de Río Blanco y Cananea, Sonora, en los tiempos del dictador Porfirio Díaz, los EEUU mandaron a Rangers que cruzaron la frontera mexicana a proteger a las fabricas donde ellos tenían inversión económica. Y los que tenemos memoria histórica no olvidamos el siguiente pasaje de la historia: El embajador norteamericano le dice a los que regenteaban, los managers, los capataces de las mineras mexicanas, «podemos hacer uso de las armas para defender nuestros intereses, pero también estamos seguros que las próximas guerras no serán con fusiles, serán guerras económicas».
En México se ha ganado una batalla con una minera canadiense que se hace llamar Minera San Javier. ¿Qué hacen las mineras? Utilizan dos procedimientos muy particulares para apoderarse de las tierras y del producto que ahí hay: el oro, plata o petróleo. Esta minera llegaba con una propuesta donde sus geólogos habían descubierto que había algún mineral precioso, le decían al campesino, te ofrezco doscientos mil pesos por tus tierras, y para el campesino mexicano la tierra es sagrada, obviamente que la respuesta era no. La minera regresaba con una contrapropuesta, te ofrezco quinientos mil pesos, una propuesta más tentadora, la respuesta seguía siendo no. La tercera propuesta ya no era económica, entran los cárteles de la droga que desalojan mediante el asesinato al dueño de esa tierra donde hay un mineral precioso, y entonces llega la minera y se despacha con la cuchara grande bajo la protección de las leyes y el gobierno mexicano. Esto sin contar con la devastación ecológica, la contaminación de ríos o de mantos pluviales, la contaminación en toda su extensión que dejan tala de bosques. No dejan absolutamente nada de progreso ni de desarrollo, dejan hambre y pobreza. Por un hecho bien concreto, las mineras, y repito, particularmente canadienses, no pagan impuestos en México. En completa colusión con el gobierno mexicano sacan el mineral precioso, y quien sale ganando es el gobierno porque se dejan grandes sumas millonarias en sus cuentas bancarias a cambio de despojar y de saquear al país.
Nosotros decimos que los movimientos sociales son muy importantes, es necesario protestar, salir a las calles, es necesario levantar la voz por los más oprimidos y olvidados, no solamente de nuestra América sino del mundo. Pero en México decimos, como Morena, que también es necesario llevar al poder a hombres y mujeres para que cambien el sistema económico, político, social y educativo tan injusto que vivimos. Y pongo algunos claros ejemplos de movimientos alrededor del mundo con los que simpatizamos como partido-movimiento: tuve el gusto de conocer en la ciudad de Seattle a la consejera, Kshama Sawant, de Alternativa Socialista y si no me dejan mentir, Seattle fue la primera ciudad en los EEUU donde se logró los quince dólares por hora en un salario mínimo. Y también simpatizamos, como Morena, con un Podemos en España, o con un Syriza en Grecia, simpatizamos también con los movimientos como Ayotzinapa, con el movimiento ecológico- ambientalista del respeto a la tierra y a las comunidades indígenas de Berta Cáceres en Honduras.
En resumen, queremos correr por el camino de la movilización, de la protesta social, pero también entendemos que es necesario llevar al poder a hombres y mujeres honestos que cambien estas leyes tan injustas que dominan la sociedad de nuestros países. Recuerdo que cuando vino la caravana de Ayotzinapa aquí a Minnesota, le preguntaba a Omar García, el vocero de los 43 desaparecidos, «nosotros te vamos a seguir apoyando, vamos a seguir saliendo a las calles, vamos a seguir saliendo a protestar, ¿pero que hay después, cómo vamos a lograr justicia?».
Los movimientos sociales si no van acompañados con un proyecto de nación, con un paquete de leyes que nos garanticen justicia, difícilmente nuestros gritos de protesta van a tener justicia.
Las y los hombres libres de México, no reconocemos como presidente a EPN. Primero porque pertenece a un partido ladrón y asesino, el PRI, que ha dominado a México por más de 80 años, «la dictadura perfecta» en voz de Mario Vagas Llosa. Si tendríamos que definir a EPN, no lo pondría ni a la izquierda, ni a la derecha ni al centro, es un cerebro vacío, tan vacío como la clase política mexicana.
Pocas veces he conocido tanto este país como el viaje que hice el día miércoles, salí a las diez de la noche rumbo a Seattle en tren. Pero el objetivo de esta anécdota no es mi viaje, es por lo que usted dijo acerca del neoliberalismo. El neoliberalismo de nuevo no tiene nada, el neoliberalismo es una de las caras del capitalismo a la vez que el patriarcado y toda muestra de dominación. Lo vi con frustración en las tierras de North Dakota, en los campos petroleros de Halliburton, como hay un aparente progreso, pero si volteas a lado, a tu izquierda o a tu derecha, la terrible contaminación y depredación del medio ambiente, quiero decir con esto que esta cara del capitalismo no conoce de fronteras, la sufren ustedes aquí mismo. Y la gente en North Dakota se pregunta cómo, siendo tierras tan planas, hay sismos. Y la respuesta se llama ‘fracking’, que es perforar la tierra en sus distintas formas para extraer el gas o el petróleo y eso produce sismos, aparte de la terrible contaminación que deja. Entonces, combinación, las diferentes caras del capitalismo, neoliberalismo económico, planes de asistencia a nuestras comunidades indígenas y campesinas desde México hasta Suramérica, el patriarcado que vemos tan asentado, tan permanentemente hasta la medula genética de nuestras comunidades, refuerzan este sistema económico tan desigual que vivimos.
Entonces, las pequeñas luchas que podamos ganar, sea la de los quince dólares allá en Seattle, Washington, como salario mínimo, hasta la expulsión de las tierras ancestrales en Honduras de estas compañías depredadoras, o la independencia que exige el pueblo en Cataluña, España, son quizá pequeñas pero grandes victorias para el pueblo y no tenemos por qué perder nuestros sueños, nuestros ideales. A fin de cuentas como decía Nikolai Ostrovsky: Vivamos la vida de tal modo, de tal forma que al morir no nos sintamos avergonzados de la vida que llevamos.
Francisco Chávez – Normalista rural e integrante de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Militante y miembro fundador del Movimiento Regeneración Nacional Morena en Minnesota. Militante y miembro fundador del Frente Unido Ayotzinapa 43 Minnesota. Coordinador de la Caravana 43 Ayotzinapa en su paso por Minnesota.