En la segunda ciudad inglesa, Birmingham, los laboristas desplazaron a una coalición conservadora-liberal demócrata con una victoria de fuerte simbolismo nacional. Importantes triunfos en Plymouth, Exeter y Southampton.
El laborismo arrasó en las elecciones municipales británicas asestando un duro golpe a la coalición conservadora liberal demócrata del primer ministro David Cameron. En la elección de concejales para 181 municipios, el laborismo ganó unas 820 concejalías más que en las últimas elecciones locales con un 39 por ciento de los votos. La derrota intensifica la tensión latente entre conservadores y liberal-demócratas, pero también abre signos de interrogación para los laboristas que no consiguieron recuperar la alcaldía de Londres.
La victoria laborista tuvo varios picos. En la segunda ciudad inglesa, Birmingham, los laboristas desplazaron a una coalición conservadora-liberal demócrata con una victoria de fuerte simbolismo nacional. En zonas del sur de Inglaterra, tradicionalmente de uno u otro partido de la coalición y clave para una elección nacional, consiguieron importantes triunfos en Plymouth, Exeter y Southampton. En Gales ganaron la capital, Cardiff, y borraron del mapa a los conservadores. Pero hubo también reveses para el partido que lidera Ed Miliband. El máximo premio, Londres, permaneció en manos del conservador Boris Johnson, aunque por un margen tan estrecho que el resultado sólo se supo 26 horas más tarde y con la Asamblea legislativa dominada por los laboristas. Aun esta ajustadísima derrota se vio atemperada por la victoria en Glasgow, tradicional bastión laborista, donde los sondeos previos habían insinuado un posible triunfo de los nacionalistas escoceses.
Como suele suceder en estas contiendas, todos los participantes intentaron darles un color favorable a los resultados. Los conservadores celebraron la victoria en la capital inglesa y señalaron que los laboristas habían sacado muchos menos votos de lo que deberían teniendo en cuenta las dificultades económicas del Reino Unido. «Los resultados en estas elecciones son una prueba tanto para el gobierno como para la oposición. Y francamente a la oposición no le fue tan bien como le debería haber ido: ni siquiera llegó al 40 por ciento de los votos», señaló el canciller William Hague.
Los liberal-demócratas resaltaron que habían salido mejor parados que en las elecciones municipales del año pasado, hecho que atribuyeron a una lenta aceptación de los votantes de la política de austeridad fiscal que han apoyado como socio menor de la coalición. El laborismo señaló que la derrota en Londres se debía a que había sido más una competencia de personalidades que de políticas, pero que el resultado general demostraba que los británicos rechazaban el ajuste fiscal y la austeridad de la coalición.
Si bien los laboristas, aunque sin descorchar champagne, pueden celebrar, los tres partidos tienen razones para preocuparse. La participación en los comicios fue la más baja desde de las municipales de 2000: solo un 23 por ciento de los votantes se molestaron en ir a las urnas. Los conservadores no sólo perdieron más de 400 concejales arrastrados por la actual impopularidad de la coalición sino que, además, una buena parte de sus simpatizantes se mostraron disconformes con la coalición y votaron al Partido de la Independencia del Reino Unido, antieuropeísta y antiliberal, que consiguió un 13 por ciento de los sufragios. La victoria conservadora en Londres se basó en la popularidad del idiosincrático Boris Johnson, que tomó permanente distancia del gobierno y que, con su triunfo, quiere proyectarse como opción de recambio respecto de David Cameron. Johnson puede alegar que su imagen se proyecta más allá del votante conservador promedio. «Johnson ganó con votos laboristas. El hecho de que el laborismo ganara la Asamblea parlamentaria muestra que muchos laboristas rechazaron a su propio candidato a alcalde Ken Livingstone, pero se mantuvieron leales a su partido a la hora de elegir concejales», señaló la encuestadora Yougov.
Un diputado conservador, Gary Streeter, declaró que el mensaje de los votantes conservadores era claro. «Nos están diciendo que no somos suficientemente conservadores. Tenemos que darnos una estrategia para estos votantes y ser mucho más conservadores en temas como la ley y el orden», señaló Streeter. Esta disconformidad con la alianza que David Cameron negoció con los liberal-demócratas para formar un gobierno con mayoría parlamentaria en 2010 viene amenazando hace rato la coalición. Según el vespertino Evening Standard, el primer ministro enfrenta una «guerra civil en la coalición» a raíz de los resultados en estos comicios. Las primeras escaramuzas están a la vista. El presidente del Partido Liberal Demócrata, Tim Farron, dijo que los conservadores «estarían del tomate (‘bonkers’…) si creen que la solución a sus problemas pasa por derechizarse».
Los laboristas, que han logrado evitar nuevos cuestionamientos al liderazgo de Ed Miliband, respiraron aliviados por un resultado excelente con la excepción de Londres. Pero el principal partido de oposición no puede ignorar las señales de alerta. En el norte de Inglaterra, Bradford, el partido Respect, fundado por un laborista disidente, el excéntrico George Galloway, ganó cinco concejales y desplazó al laborismo del liderazgo municipal. La misma pérdida de Londres muestra que el actual respaldo dista de ser un cheque en blanco. El prestigioso profesor de Política de la Universidad de Strathclyde John Curtice dio una interpretación ponderada de los resultados. «No es el resultado devastador que obtenía el laborismo de Tony Blair cuando estaba en la oposición. Pero sí es un resultado que lo convierte en una oposición seria que puede ser alternativa al actual gobierno», dijo Curtice.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-193328-2012-05-05.html