Traducido del ruso por Carlos Valmaseda
El actual conflicto político y militar ya ha modificado las relaciones económicas, incluidas las energéticas, entre Ucrania, Rusia y los países occidentales. Este texto es un intento de describir estos cambios. El texto consta de cuatro partes:
1. Sobre las relaciones energéticas entre Rusia y Occidente.
2. Sobre las relaciones energéticas entre Rusia y Ucrania.
3. Los objetivos de las diversas partes en el conflicto actual.
4. Algunos puntos del programa del movimiento socialista y trabajador en relación a la energía.
1. Sobre las relaciones energéticas entre Rusia y Occidente
En el principio de esta historia está esta cuestión. En los años 70 la Unión Soviética estaba integrada en la economía capitalista mundial como proveedora de materias primas, en particular petróleo y gas. La Unión Soviética vendía a Occidente cada vez más petróleo y gas: suponían del 75 al 85,8% de los ingresos por importaciones de la unión. Con los ingresos de estos artículos de exportación la Unión Soviética compraba cada vez más tecnología y productos de alto valor añadido, incluidos los productos de consumo.
En el plano de las relaciones comerciales con los grandes países capitalistas la Unión Soviética ya entonces era algo parecido a una colonia económica. Cuando los precios del petróleo se dispararon a mediados de los setenta, la Unión ganó. Cuando los precios cayeron bruscamente a principios de los ochenta, perdiendo los ingresos de estos artículos de exportación, se agravó la desastrosa crisis económica de la Unión Soviética.
El gas ocupaba el puesto principal en este sistema de relaciones comerciales. Hay que tener en cuenta dos características del gas: 1. El gas no es líquido y por eso es más difícil y más caro transportarlo que el petróleo. Hay que conservar el gas en contenedores cerrados, transportarlo mediante tuberías y si se licua para transportarlo por mar hay que gastar dinero en regasificar. 2. Por otro lado, el gas es un combustible magnífico para la producción de energía eléctrica: es más limpio y ligero cuando se quema que el carbón. En los años setenta tanto en el bloque soviético como en la Europa occidental cada vez más a menudo se utilizaba gas para la producción de energía eléctrica.
La nomenclatura soviética consideraba la exportación de gas a Europa occidental un negocio con muchas perspectivas. En los últimos veinte años de existencia de la Unión Soviética: (1) se desarrollaron redes de gasoductos por las que se transportaba el gas siberiano y centroasiático a los centros densamente poblados, (2) se desarrolló una infraestructura urbana e industrial que dependía del gas como fuente barata de energía -en los años ochenta el gas sustituyó cada vez más al carbón en las centrales eléctricas soviéticas y en los sistemas urbanos eléctricos y de calefacción-, y (3) se desarrollaron gasoductos, sobre todo a través de Ucrania, a través de los cuales se exportaba gas a Austria, Alemania, Italia y otros países europeos.
Las diferencias políticas entre las élites soviéticas y occidentales nunca estorbaron a este comercio. La Unión Soviética exportó gas a Austria por primera vez literalmente pocos días después del aplastamiento de la Primavera de Praga por parte de los tanques soviéticos. Las compañías alemanas y austríacas firmaron acuerdos de exportación pocos meses más tarde. Las empresas alemanas firmaron importantes acuerdos con el poder soviético según los cuales se cambiaron tuberías alemanas por gas soviético, en 1981, precisamente cuando los líderes de los EEUU establecieron sanciones contra la URSS por la intervención soviética en Afganistán.
Las diferencias entre las declaraciones antisoviéticas occidentales en las palabras y las relaciones comerciales en los hechos se mantienen hoy en relación a Rusia. La retórica hipócrita de los políticos occidentales contra Putin se combina con el mantenimiento de las relaciones comerciales, especialmente las importaciones de gas ruso. Y en el sistema económico la Rusia postsoviética ocupa el lugar que antes ocupaba la Unión Soviética: esto es, aparece como una economía dependiente, proveedora de materias primas. Por su parte, el sistema energético europeo depende del gas siberiano. No con la misma fuerza que los sistemas ruso o ucraniano, pero, en cualquier caso, depende. En los últimos años el gas ruso supone entre una cuarta hasta una tercera parte del suministro del gas de Europa en su conjunto. Cambiarlo con rapidez sería muy difícil, especialmente en Alemania, la Europa oriental y los países balcánicos.
2. Sobre las relaciones energéticas entre Rusia y Ucrania
Otra vez un poco de historia. La primera fuente de energía para las ciudades e industrias ucranianas en el periodo soviético era, naturalmente, el carbón. En los años sesenta se construyeron centrales nucleares e hidroeléctricas, pero el uso del gas aumento progresivamente en los setenta y los ochenta: en la industria (especialmente la química y la del acero) y en la infraestuctura urbana (por ejemplo, en la calefacción).
La historia le jugó a Ucrania una broma pesada. A finales de los sesenta los yacimientos de Shebelinsk en Ucrania eran la mayor fuente de gas en la Unión Soviética, pero en los setenta la extracción de gas en estos yacimientos se redujo por causas naturales y Ucrania dependió cada vez más del gas siberiano, suministrado mediante grandes tuberías principales, que cruzaban Ucrania camino de Europa.
En el momento del hundimiento de la Unión Soviética esta dependencia llegó a su cénit. De los aproximadamente 100 mil millones de metros cúbicos de gas que la economía ucraniana empleaba al año, solo 20 mil millones eran extraidos en Ucrania. A partir de 1992 era necesario pagar el gas con dólares. Y este fue el motivo de todas las llamadas «guerras del gas» de los últimos veinte años, las más serias de las cuales fueron en 2006 y 2009.
Muy a menudo los políticos ucranianos de diferentes tendencias acusan a Rusia de utilizar el «arma del gas» contra Ucrania. Sin duda, en estas «guerras» siempre hubo un componente político.
Al mismo tiempo el problema más grande era que tras la caída de la Unión Soviética y el paso de transferencias interiores a comercio internacional en dólares para Ucrania fue muy difícil pagar por el gas, especialmente a mediados de los noventa, y también a mediados de los 2000, cuando los precios internacionales del petróleo y el gas empezaron a crecer rápidamente. Naftogaz Ucrainy acumuló una deuda colosal con Gazprom.
Un aspecto importante de estas guerras fue la controversia sobre la propiedad del sistema ucraniano de gasoductos. Gazprom desde el principio propuso o comprar este sistema o poseerlo conjuntamente con la compañía ucraniana. Varias veces en el periodo postsoviético el gobierno de Kiev estuvo muy cerca de llegar a un acuerdo con Rusia sobre los gasoductos, esto es, un acuerdo según el cual Gazprom podría poseer y/o dirigir las compañías de los gasoductos. Pero cada vez Kiev cambio de opinión en el último momento, porque el sistema era realmente burdo, pero un arma bastante efectiva para Ucrania en «las guerras del gas».
Cómo utilizaron este arma, vosotros, naturalmente, lo sabéis. En las «guerras del gas» más serias en 2006 y 2009 el conflicto se desarrolló de igual forma. Las deudas de Naftogaz aumentaron. Gazprom dejó de suministras gas a Ucrania. Entonces Naftogaz tomó de las tuberías parte del gas destinado a los consumidores europeos. En 2009 todo terminó en que el gas ruso no se suministró durante dos semanas ni a Ucrania y a Europa.
Los ingenieros y científicos ucranianos del campo de la energía dicen que es necesario reducir la dependencia de Rusia en la esfera energética. Esto supone un programa bien pensado de inversiones en la infraestructura industrial y urbana con el objetivo de reducir progresivamente el rol del gas y aumentar la eficiencia en el uso de la energía. Los socialistas ucranianos pueden medir la confianza de todos los gobiernos postsoviéticos en «independencia nacional» por este criterio: ¿Qué hicieron para reducir la dependencia del gas? La respuesta está clara: nada.
Para explicarlo hay una causa material: la existencia de un comercio del gas, en las condiciones del capitalismo postsoviético, suponía muchas posibilidades de sacar una renta de la compra y venta de gas. Las mismas características técnicas del gas fortalecen esta causa: el consumidor -por ejemplo una fábrica- depende del suministro mediante tuberías y le resulta difícil encontrar fuentes alternativas de energía. Si tienes una relación especial con Gazprom, más una parte del control sobre la tubería y sobre las organizaciones reguladoras, entonces es posible ganar un buen dinero en el comercio del gas. Así, a rasgos generales, estaba organizado el esquema de Yulia Timoshenko y Pavel Lazarenko a mediados de los noventa. Diferentes versiones de este mismo esquema desarrollaron Firtash y otros oligarcas en los últimos años.
La existencia de tales relaciones es uno de los motivos por los que el sistema energético ucraniano es uno de los más ineficientes y deficitarios del mundo. El sistema ruso también es ineficiente: si Rusia lanza parte de sus propios recursos a la atmósfera por sus viejos equipamientos, Ucrania compra esos mismos preciosos recursos a un alto precio para a su vez lanzarlos a la atmósfera.
A pesar de que los gobiernos de Ucrania no hicieron nada en este campo, es interesante advertir que en los últimos años, tras la crisis económica de 2008, el consumo del gas ruso en Ucrania cayó sustancialmente. Ahora el consumo de gas es un 25% menor que en el periodo anterior a la crisis. Es resultado, en primer lugar, del cierre de fábricas y empresas por la crisis y, en segundo lugar, de la sustitución del gas por el carbón. Hay también un pequeño componente: el aumento de la eficiencia. En cualquier caso, Ucrania tiene muchas posibilidades de reducir más el consumo de gas con la ayuda de medidas sencillas para la mejora de la calidad del sistema energético.
Último aspecto del sistema energético ucraniano. Como saben, el programa de reforma que discuten el gobierno ucraniano y el FMI incluye la propuesta de aumentar las tarifas en todos los servicios comunes, incluyendo la electricidad, la calefacción y el gas. En realidad, el nivel de estas tarifas es más bajo que los precios de coste de extracción y distribución de estos recursos. Al decir esto no quiero apoyar los argumentos de los políticos de que la gente debe pagar más. Simplemente quiero hacer notar que todos los gobiernos postsoviéticos tuvieron miedo de enfrentarse a este problema. Entendían que la población puede ver estos servicios como una de los muy pocos bienes que reciben del gobierno. En el espacio postsoviético la gente considera estos servicios como un derecho que se puede defender. Una situación parecida existe en Rusia.
Los economistas en el gobierno y en el FMI proponen hoy no solo aumentar las tarifas sino también crear condiciones puras de mercado en todas las esferas energéticas. Esto es la forma más extrema de un proceso de comodificación de la energía. Esto podría ser un campo importante para las actividades del movimiento socialista y del movimiento obrero.
3. Los objetivos de las diversas partes en el conflicto actual
En mi opinión, el motivo del actual conflicto entre Rusia y Ucrania es el choque social en el espacio postsoviético. Los motivos por los que empezó el conflicto armado son la debilidad de las fuerzas políticas burguesas en Ucrania y también el temor de Putin ante un estallido social incontrolado en Ucrania y la tentación de utilizar la guerra como palanca de control social y movilización en Rusia.
En Inglaterra me peleo con aquellos izquierdistas que ven el conflicto ruso-ucraniano sobre todo a través del prisma de la llamada «geopolítica» y del choque de intereses de Occidente y Rusia. En cualquier caso, hablando de energía, es necesario tener en cuenta la posición de los estados occidentales por dos motivos: 1. La compra de petróleo por parte de las grandes economías -fuente de ingresos número uno del presupuesto ruso y un factor esencia de la economía rusa-. 2. Aunque el petróleo ruso llega a los consumidores por muchas vías, la mayor parte del gas ruso se transporta a Europa a través de las tuberías ucranianas.
Empiezo con el segundo aspecto. Es importante observar que tras «las guerras del gas» de 2006 y 2009 Gazprom, en sociedad con compañías energéticas europeas, empezó a construir gasoductos rodeando Ucrania y Bielorusia. El más importante de todos ellos es North Steam, cuya construcción apoyó activamente el gobierno alemán (a través de agencias de exportación de créditos). Los gestores de Gazprom, tomando en consideración North Steam y las tuberías a través de Turquía y Bielorusia dicen que incluso si los gasoductos ucranianos dejasen totalmente de funcionar, de todas formas se podría suministrar cerca de dos tercios del volumen esperado de gas ruso en el mercado europeo.
Para algunos estados europeos (sobre todo Alemania e Italia) y todas las empresas de energía, la interrupción del suministro de gas es un precio inaceptable del conflicto con Rusia. Se declaran en contra de las sanciones que se refieren al gas. E incluso la élite americana, que hace ruido contra Putin con más fuerza que los demás, no propone estas sanciones. Tampoco nadie en general habla de sanciones sobre el petróleo -aunque aquí interpretan su papel consideraciones prácticas: por la experiencia de las sanciones contra Irán se sabe lo difícil que es organizarlas con efectividad-. El FMI también interpreta un papel en garantizar un flujo ininterrumpido de gas ruso hacia Europa. Todos comprenden perfectamente que parte de aquellos préstamos que recibirá pronto Ucrania pueden ser utilizados para pagar las deudas con Gazprom, para no permitir la interrupción del suministro de gas.
Todo esto habla de los verdaderos objetivos de los gobiernos occidentales: no detener la agresión rusa, sino castigar a Putin de forma limitada. Disminuir las inversiones occidentales en Rusia puede constituir un problema (incluso un problema serio) para los bancos rusos. Es posible, pero no se quiere en absoluto interrumpir el suministro de hidrocarburos rusos al mercado mundial.
Una forma efectiva de controlar las intenciones de los gobiernos europeos en su oposición a Rusia puede ser el proyecto de gasoducto South Steam, que según los planes debe transportar gas de Rusia a través del Mar Negro a Bulgaria, y después a los mercados europeos. A causa de las muchas disputas entre Gazprom y la Comisión Europea según las reglas del trabajo del mercado gasista, hasta la anexión de Crimea, Rusia y la CE todavía no se habían puesto de acuerdo sobre algunas regulaciones importantes con las que trabajará este gasoducto. Tras la anexión, la CE aplazó todas las discusiones sobre el proyecto. Yo supongo que dentro de algún tiempo el objetivo político de castigar a Putin (o, al menos, parecer que se castiga) puede quedar otra vez subordinado al objetivo económico de garantizar el suministro de gas. Entonces podrán ser eliminadas algunas barreras regulatorias al nuevo gasoducto.
Siguiente problema. ¿Qué quiere y desea la élite rusa en la esfera energética? Quisiera referirme al buen artículo en el site Spilne [Comunes] en el que el autor describe con mucho detalle qué ha ganado el estado ruso en Crimea. En el artículo se cita, entre otras, a la compañía de petróleo y gas Chernomorneftegaz. Pienso que sería correcto denominar a Chernomorneftegaz un regalo suplementario a la élite rusa como resultado de la ocupación. Pero considerar la anexión de Crimea una «lucha por los recursos» sería incorrecto. En realidad, la élite rusa tiene suficientes recursos. Lo difícil es como administrarlos.
Para Gazprom y otras compañías energéticas Ucrania es más importante como mercado que como fuente de recursos adicionales. Los capitalistas rusos en realidad desean trabajar aquí. Los ingresos del gas a Ucrania -especialmente en los últimos años, cuando los precios crecieron con fuerza- suponen una parte significativa de las finanzas de Gazprom. Sin embargo ya vimos que Putin decidió sacrificar algunos intereses económicos rusos por objetivos políticos y militares y esto, posiblemente, se aplica a la venta de gas a Ucrania. Yo no descartaría que el suministro de gas ruso a Ucrania pudiese ser interrumpido. Es posible, incluso que lo sea durante mucho tiempo. Entonces al gobierno ucraniano se le planteará el problema de las fuentes alternativas. De hecho, son dos: carbón y gas, suministrados por Europa a través del llamado «suministro inverso». Ambas variantes son complicadas.
4. Algunos principios del programa de los movimientos sociales y obreros en relación a la energía
Para terminar quisiera ampliar un poco el tema y decir algunas palabras sobre como nosotros, socialistas, podemos desarrollar un programa sobre el tema de la energía. No os propongo eslóganes políticos actuales, sino que quiero compartir con vosotros algunos principios que, en mi opinión, deberían ser incluidos en los fundamentos de cualquier programa socialista.
Hay tres aspectos que se refieren a la transición del capitalismo y dos aspectos que se refieren al desarrollo del movimiento socialista y obrero y sus estrategias.
Sobre la transición del capitalismo:
1. Esta transición debe estar vinculada con el paso del uso de hidrocarburos en grandes cantidades al consumo de fuentes renovables de energía. Las conclusiones científicas sobre el calentamiento global son 100% claras: seguir quemando carbón, petróleo y gas en las cantidades actuales es un suicidio para la humanidad.
2. La transición del capitalismo debe suponer cambios esenciales en las relaciones entre la ciudad y el campo. La urbanización hace mucho que dejo de ser algo útil, con sentido desde cualquier contexto económico o social. Nuestro programa debe ofrecer una sociedad futura en la que la gente no esté tan alienada de la naturaleza, no dependa tanto de grandes sistemas de infraestructuras, que dirige el capital, como hoy.
El movimiento socialista debe volver a aquellas cuestiones que se plantearon nuestros antecesores en el siglo XIX, pero que se perdieron en el socialismo del siglo XX.
3. La transición del capitalismo implica la transformación del sistema energético y otros medios de producción. Esta transformación incluye movimientos desde grandes sistemas, útiles para formas centralizadas, jerárquicas, de relaciones sociales y de propiedad a sistemas adecuados a la descentralización y destrucción de la jerarquía. En la esfera energética esto significa el desarrollo de sistemas que suministran tanto a partir de múltiples pequeñas fuentas de energía como de sistemas grandes, eficientes (obligatoriamente con dirección colectiva). Las pequeñas fuentes de energía preferiblemente deberán ser autónomas entre sí y renovables (se entiende que esto es posible con la ayuda de tecnologías ya existentes). De esta forma, la tecnología y los sistemas de infraestructura deberán someterse a la sociedad humana, y no lo contrario, como sucede a menudo hoy. Esto no significa que el socialismo implique un deterioro de la eficiencia de los sistemas energéticos. Esto significa que estos sistemas pueden reconstruirse en interés de la sociedad y no en interés de la élite.
Respecto a la estrategia:
1. Hay que insistir en el principio de que la transformación del sistema tecnológico, de los medios de producción, debe ser realizada en interés de la sociedad, en interés de la mayoría. No se pueden aceptar otras normas de juego. Estar de acuerdo, por ejemplo, en que la mejora del sistema energético implica que los trabajadores deban sufrir desempleo, o que los ciudadanos normales deban sufrir la falta de cosas necesarias.
2. Es necesario empezar el diálogo entre los trabajadores en la esfera energética y la sociedad, así llamada, «de consumidores» de energía. De hecho, en el proceso de comodificación de la energía ambos grupos están indefensos, les roban y les obligan a callar. Es necesario discutir estos problemas y trabajar juntos para superar esta división.
En mi opinión, para desarrollar un programa socialista, es necesario pensar en estos aspectos básicos.
Fuente: http://commons.com.ua/?p=17789