Cinco incidentes nucleares, producidos en menos de tres meses en la zona del Ródano, provocan la rebelión de viticultores y hoteleros por la mala imagen de la región
Dos barras de combustible nuclear colgadas de donde no deberían estarlo. La gota que colma el vaso. Ha bastado ese incidente, ocurrido hace una semana en el reactor número dos de la central electronuclear de Tricastin, en el Ródano, para que un viejo consenso de medio siglo en la región salte por los aires: viticultores y responsables del turismo de la región reclaman transparencia a las autoridades de la industria, frente al suspense y la angustia generadas por un accidente que los técnicos todavía no saben cómo solucionar.
El 8 de septiembre pasado, durante una banal operación de descarga de combustible usado del reactor número 2, los ingenieros de EDF no se dieron cuenta de que ocurría algo anormal. Tras paralizar el reactor e iniciar las maniobras para destapar la cuba que contiene, no vieron que dos de las 157 barras de uranio enriquecido, grafito y metal se habían quedado colgadas de los equipamientos superiores del reactor.
Prosiguieron la maniobra, pero aunque «la inspección que debe efectuarse en ese momento les debería haber señalado que había que paralizar el levantamiento», indicó ayer a Público el director de la sección Centrales Nucleares de la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) francesa, Guillaume Wack.
Como los ingenieros de EDF no se dieron cuenta, siguieron izando los equipamientos superiores del reactor normalmente. Cuando lo vieron, ya era demasiado tarde: las dos barras cuelgan ahora de esas tuercas de fijación superiores, tres metros al descubierto y sólo uno encajado en su fijación inferior. Si se caen sobre las otras barras, los riesgos de escapes radiactivos existen, y el riesgo de accidente industrial es enorme.
Sellado
Una semana después del incidente, el recinto del reactor número 2 -uno de esos cilindros de hormigón armado que se ven desde las carreteras al pasar delante de una central- sigue cerrado a cal y canto. Sellado para evitar eventuales escapes.
El corazón del reactor sigue sumergido en el agua del circuito primario, para confinar la altísima radiactividad de las barras irradiadas. Unos operarios con combinaciones presurizadas y aparatos de respiración -explicó la ASN a Público el lunes- entraron unos minutos al borde de la piscina para colocar unas cámaras de televisión en circuito cerrado que van a vigilar las tuercas y las barras colgantes.
Según el director de sección de la ASN, «el riesgo está bajo control», pero «EDF todavía no ha comunicado cómo solucionar el problema». Y añade: «No estamos en una operación de bricolaje. Que se tomen su tiempo, con serenidad».
Serenidad es precisamente lo que falta fuera de la central, en esta región del sur de Francia. El incidente actualmente en curso es el cuarto de gravedad que ocurre en dos meses y medio en alguna de las veinte instalaciones nucleares del inmenso complejo atómico de Tricastin, y el quinto si se añade el ocurrido en la vecina Romans-sur-Isère, donde se confeccionan las barras de combustible de Tricastin.
La región se enorgullecía desde hace medio siglo por ser el lugar escogido por el general Charles de Gaulle para fundar el poderío nuclear francés. Aquí, en esta isla del Ródano, entre Donzère y Mondragon, y en el conjunto de la región de Tricastin, convivían la colecta de las mejores trufas del planeta y la elaboración de vinos de calidad con el enriquecimiento de uranio o el reciclaje de basura nuclear.
Tras el verano loco de incidentes atómicos, que llegó a provocar la evacuación de varios lagos de bañistas y la prohibición de regar los huertos, el orgullo se ha transformado en duda en esta región hasta ahora casi religiosamente pro-nuclear. Y llega fuerte pese a los millones de euros que la industria del átomo distribuye a lo largo y ancho de la comarca, donde cualquier municipio, por pequeño que sea, puede pagarse los mejores jardines, las mejores aceras, las mejores mediatecas.
Según pudo saber este periódico, los directores de varias oficinas de promoción turística de la región de Tricastin han escrito una carta a la dirección de la central nuclear de EDF para solicitarle que les transmita todas las informaciones necesarias sobre la gravedad del incidente, cosa que de momento no ha hecho. Un secretismo que Público pudo comprobar, al no obtener absolutamente ninguna aclaración solvente de la firma, ni sobre el accidente en curso -contrariamente a la ASN, que sí ofreció aclaraciones- ni sobre las cartas de protesta.
La carta de esos directores de turismo no es la primera relacionada con esa nueva desconfianza comedida hacia la industria nuclear. Ya el 5 de agosto pasado, el presidente de la oficina de turismo de Saint Paul les Trois Chateaux, Claude Paulin, había solicitado aclaraciones similares a la firma Areva, responsable de uno de los accidentes del verano. Desde entonces, Areva se ha comprometido, por primera vez en la historia de la industria nuclear francesa, a indemnizar a los agricultores que perdieron la cosecha por la prohibición de regadíos del verano.
Las bodegas de la zona denuncian problemas para venderse en el mercado
Más importante es lo que está ocurriéndole a los viticultores de la región que, como no riegan, no tienen indemnización. La Bodega Cooperativa de Suze-la-Rousse, uno de los productores más importantes de la denominación de origen Côteaux du Tricastin ha constatado que sus ventas empiezan a tener problemas para colocarse en el mercado desde hace unas semanas.
Varios agricultores han presentado una solicitud urgente para que el Instituto Nacional de Denomiaciones de Origen francés (INAO) les autorice excepcionalmente a vender sus vinos con otra etiqueta. Porque ahora, el nombre Tricastin ya no es sinónimo de buen gusto, sino de átomos envejecidos.
España reduce su importación de energía francesa
España es un importador neto de electricidad producida en Francia y, dado el peso del atómo en este país, consume cantidades nada desdeñables de energía de origen nuclear. Pero esa proporción va a la baja, por dos razones: el saldo importador español con Francia desciende progresivamente y, además, la proporción de la energía atómica en la producción del país galo también baja.
Según un estudio elaborado en abril de 2008 para Mario Monti,»las previsiones de flujos de exportación de España hacia Francia muestran una tendencia al alza», mientras que la demanda española de electricidad francesa no registra subidas comparables. Por otra parte, según los datos oficiales de la Red de Transporte de Electricidad (RTE) francesa y del Observatorio de la Energía del Gobierno francés, la proporción de las centrales nucleares en la producción neta de electricidad de Francia ha bajado de un 78,1% en 2006 a un 76,9% en 2007.
En 2007, el saldo neto de importación de electricidad francesa a España fue de 5,5 terawatios/hora (sin contar lo exportado por España), sólo un 2,14% del total de electricidad consumida en España (261,2 Tw.h) ese año. La central de Tricastin y sus cuatro reactores produjeron, el año pasado, 27,1 Tw.h, pero el parón del reactor número 2, que va para largo, no tiene ninguna incidencia en España.
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