Veía Telesur y quede paralizado al año del crimen de la líder indígena hondureña Berta Cáceres y la información sobre los asesinatos de unos 120 activistas sociales colombianos que han sido liquidados en los últimos catorce meses. Me dije que no se quieren reconocer los rostros de la muerte en nuestra región, en esos países […]
Veía Telesur y quede paralizado al año del crimen de la líder indígena hondureña Berta Cáceres y la información sobre los asesinatos de unos 120 activistas sociales colombianos que han sido liquidados en los últimos catorce meses. Me dije que no se quieren reconocer los rostros de la muerte en nuestra región, en esos países cuyos gobernantes dicen construir la democracia.
Prosopagnosia, una rara enfermedad que se caracteriza por la incapacidad de reconocer los rostros. Esta forma específica de agnosia visual es causada por una lesión en el cerebro. ¿Sera que esa enfermedad ha devenido en pandemia y no nos damos cuenta de lo que está ocurriendo? ¿Sera autismo, es decir trastorno mental caracterizado por el aislamiento del individuo ante cualquier acontecimiento del entorno? Lo cierto es que se asesinan personas y no hay una reacción a la altura de las circunstancias.
En el caso de la activista Berta Cáceres se afirma que dos de los implicados, ya detenidos, son oficiales de inteligencia con entrenamiento en Fort Benning, Georgia. Siempre detrás del queso hay ratones. La segunda versión del plan «Cóndor» está en ejecución, que se ejecuta allí donde palpitan las angustias de los oprimidos. No creo haber descubierto ningún código oculto, es que Bolívar tenía razón cuando expresó: Los Estados Unidos están llamados a plagar de miseria nuestra América en nombre de la libertad.
¿Qué está sucediendo que en nuestra región? Brasil se hunde en el marasmo y la desidia después del injusto golpe de Estado, mueren personas víctimas de la represión policial pero la prensa calla. Los golpistas han aumentado la represión en todo el país, pero los ojos miran hacia otra parte. En Argentina un aspirante a Videla social aplica un neoliberalismo a ultranza y las melodías del tango continúan. Los opositores van la cárcel y los jueces condenan. Los jóvenes asesinados en Ayotzinapa, quienes soñaban ser maestros, muertos están, los masacradores deambulan, los padres gritan pero no se atienden sus demandas de justicia. Venezuela sigue bajo un constante ataque del imperio y reina el autismo. ¿Sera verdad? ¿No seremos capaces de comprender que el enemigo trabaja para el turno próximo después de todos?
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