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La costra de la indiferencia es tan gruesa que, ni siquiera cuando nos va la vida en ello, somos capaces de mirar con honesto interés al continente africano. A pesar del menosprecio, necesitamos a la RD del Congo, literalmente, como al aire que respiramos y, sin embargo, no somos capaces de entender cuánto se juega el planeta en sus elecciones. Y así, con muchas más realidades.
Que las elecciones no son sinónimo de democracia es una lección firmemente aprendida a estas alturas. En ocasiones, paradójicamente, muestran la sombra de la autocracia, pero en otras, hacen confiar en la democracia como en Liberia (al menos de momento) o incluso cuando no funcionan como en Mozambique. Mientras, se producen pronunciamientos firmes contra el ataque a Gaza
Las condiciones económicas empeoran en la mayor parte del continente de manera sistemática. Sin embargo, las consecuencias van más allá de los datos macroeconómicos. La combinación del descontento político con la caída de la economía hace salir a las calles a personas en diferentes contextos, desde Ghana hasta Madagascar.
Mientras la crisis política en Senegal avanza por el camino de cerrarse en falso y de dejar un conflicto social preparado para rebrotar en el momento más insospechado, se abren nuevas perspectivas en otras latitudes, ya sea con el relativo avance de la transición en Mali, el refuerzo de los lazos con países clave de América Latina o la intención de retener las riquezas de la nueva revolución industrial.
No es extraño que coincidan las dos caras de la moneda en la actualidad y menos cuando abarcamos un terreno tan amplio como el africano. En este caso, durante la pasada semana hemos visto trastabillar las transiciones a la democracia en Mali y en Guinea, mientras que escuchábamos llamadas al poder popular en Mozambique y veíamos muestras de resistencia en Senegal.
Durante décadas África ha sido menospreciada en los equilibrios de la comunidad internacional pero la dinámica de relaciones desiguales parece estar agotándose. El continente gana centralidad en las estrategias de las principales potencias, pero sigue sufriendo consecuencias desde el cambio climático al yugo de la deuda.
La presión urbanística y la falta de prestigio social amenaza un actividad con potencial para mejorar las condiciones de vida en la capital de Mozambique.
La región de los Grandes Lagos está en plena ebullición con las fricciones entre los gobiernos de Ruanda y la República Democrática del Congo. En los próximos meses además se celebrarán delicadas elecciones que anuncias momentos críticos en Kenia, Angola o Nigeria, entre otros lugares.
Las tensiones en el Sahel resquebrajan la unidad regional contra los grupos armados
La actualidad africana es una constante tensión, en la que cada vez más se dejan ver las consecuencias de los pulsos entre potencias extranjeras que intentan consolidar sus posiciones y sus intereses. Esta confrontación, sorda y subterránea, emerge a la superficie con el impacto en la vida cotidiana, en lo que se refiere a seguridad, economía, movilidad e incluso alimentación.