Daniel Campione

Artículos

El pasado jueves se han sancionado la llamada “ley bases” y la apodada “paquete fiscal”. El gobierno de Javier Milei consiguió trascender por primera vez su posición de minoría acentuada en el poder legislativo y logró contrarrestar en parte la movilización popular contra esas normas.

Estamos en un momento propicio para la profundización del pensamiento y la acción orientados a producir una transformación sustancial de América Latina. Se requiere reflexión, organización y audacia.

Los senadores votaron la Ley Bases en un indudable triunfo del Gobierno que llama la atención sobre las perspectivas y profundidad del proceso que vive hoy la sociedad argentina.

Un libro de muy reciente publicación recorre similitudes y diferencias en la operatoria de secuestros y supresión de identidad de bebés y niños por parte del régimen franquista y del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, todo encuadrado en un examen histórico y doctrinario de vastos alcances.

Para justificar la supresión o desmantelamiento de algún organismo público se afirma que es un organismo “militante”, para despedir personal se aduce que son “militantes”. La categoría parece ser sospechosa por definición, cuando no culpable de algún delito. Quienes forman parte de ella serían un lastre para “los argentinos de bien”.

Las autonomías regionales, la supresión de la nobleza y la separación entre la Iglesia y el Estado jalonaron la voluntad transformadora de la Constitución de la Segunda República Española y a la vez fueron la señal de largada para la contraofensiva reaccionaria.

Ha sido desplazado un peculiar ministro coordinador, Nicolás Posse, hombre sin experiencia política y carente de vínculos y táctica de comunicación, aún en el interior del gobierno. Lo reemplaza un funcionario veterano y con antecedentes de actuación partidaria.

Nuestro país ha atravesado días con importantes rasgos de movilización popular acompasados con indicios de crisis para el gobierno y sus planes de arrasar con las condiciones de vida de trabajadores y pobres y de sometimiento completo a la lógica del gran capital internacional y local.

Entre los motivos para recordar a la Constitución de la segunda república española, establecida en diciembre de 1931, está sin duda el hecho de que hoy España sea una monarquía.

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