Fernando M. García Bielsa

Artículos

El “todos contra todos” de la economía de mercado

En Estados Unidos el poder de los grandes grupos económicos ha estado blindado y se ve secundado por los políticos de profesión, los gobiernos de turno, por el andamiaje militar y de seguridad y por todos los mecanismos ideológico-culturales que le dan robustez, aun en el marco del progresivo proceso de declinación de la nación estadounidense.

Aunque el orden internacional existente se estableció bajo la hegemonía y, en buena medida, según sus conveniencias, Estados Unidos no dudará en ignorar las reglas estime que algún proceso o circunstancia puedan dañar sus intereses.

A la luz de los 77 años del bombardeo nuclear en Hiroshima y Nagasaki. ¿Fue una anomalía aquella acción del gobierno de Estados Unidos? ¿O ha sido más bien una regla la comisión de crímenes de guerra en el devenir histórico de esa potencia?

El debate interno de los últimos cuarenta años no es en cuanto a si los Estados Unidos deberían o no continuar persiguiendo sus fines imperiales, sino acerca de cómo mantener su condición imperial.

Durante dos siglos el sistema capitalista de una nación poderosa y en expansión ha dirigido buena parte de sus empeños a dividir a los trabajadores, abaratar la fuerza de trabajo y destruir a los sindicatos.

El antisindicalismo en Estados Unidos tiene una larga tradición y muy amplia agenda.

El movimiento sindical en Estados Unidos está bajo asedio, y lo ha estado con dureza en los últimos 50 años. No obstante, hay varios hechos recientes que muestran su vitalidad.

El 3 de febrero de 1962, hace exactamente 60 años, el presidente Kennedy anunció un embargo total sobre el comercio con Cuba, con lo que amplió prohibiciones adoptadas en los dos años precedentes y se inició el carácter extraterritorial del bloqueo.

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