Artículos
La necesidad de un debate público y transparente sobre la deriva distópica de nuestra institución judicial resulta cada día más urgente e inexcusable. La consolidación de dinámicas autoritarias en este ámbito resulta doblemente devastadora: no solo socava la estabilidad institucional de todo el Estado, sino que, al retroalimentarse de una polarización social cada día más virulenta, reduce de manera drástica toda posibilidad de entendimiento y diálogo.

A las puertas de una crisis anunciada con los frescos de otoño, Andalucía es el síntoma de una sociedad –la española– perdida entre un extendido escepticismo económico–político y un futuro carente de ideas. Los del PP no las necesitan, y nunca las necesitaron, porque desde la dictadura que les alumbró, lo único importante para la derecha española son los patrimonios personales.



Todos los dogmas envejecen, se deterioran, pierden color palideciendo hacia el tono sepia de las mentiras mugrientas y finalmente caen en la hojarasca del brumario de invierno. Se trata de un proceso de descomposición que afecta a todos los imperios del presente que, con el paso del tiempo, van desintegrándose en los polvos de un pasado sepulcral. Consecuentemente en la vida real no hay gloria que dure ni mentira que perdure.