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Con más del sesenta por ciento del territorio tomado por la insurgencia, y tres millones de desplazados internos, la guerra civil de Birmania, a punto de cumplirse tres años de su inicio y habiéndose extendido a toda su geografía, parece alcanzar el punto culminante, en el que, para muchos analistas, se avizora la caída del Gobierno militar.
El reciente proceso de destitución de la Primera Ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, que a lo largo de un mes fue desde manifestaciones cada vez más numerosas y violentas -al punto que el 5 de agosto el ejército terminó de quitarle el respaldo- no puede leerse fuera del contexto de las operaciones que Estados Unidos está ejecutando en la región con un único objetivo: cercar y provocar una reacción violenta de China.
A medida que se fue conociendo el contenido del tan mentado “Proyecto de Ley de Finanzas” del gobierno de Kenia, presentado a fines de mayo, votado por la Asamblea Nacional el 20 de junio por 204 de los 349 miembros, y ya acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con quien el país mantiene una deuda cercana a los 80.000 millones de dólares, a mediados de junio miles de kenianos, llamado por el movimiento Occupy Parliament, salieron a manifestarse en contra del proyecto a las calles de Nairobi, la capital keniata. Protestas que rápidamente se extendieron a las principales ciudades del país.
En el tenso y peligroso equilibrio que India juega entre Rusia y Estados Unidos manteniendo la atención en los movimientos de China, una relación siempre tensa, son cada vez más evidentes las jugadas de Washington por atraer de manera definitiva a Narendra Modi a su lado.
Estados del noroeste y algunos del centro norte de Nigeria desde hace poco más de quince años han ido lentamente cayendo bajo el accionar del grupo terrorista Boko Haram, y tras el cisma de 2015 también se han incrementado las operaciones del muy activo Wilāyat Garb Ifrīqīyā Provincia del Estado Islámico del África Occidental, ISWAP, también conocido como Dáesh-Wap, ambos tributarios del Dáesh global, los que también operan en la cuenca del lago Chad.
Mientras un cada vez más atribulado y perdido Joe Biden, en vista de la campaña electoral que en pésimas condiciones de salud debe enfrentar a su contendiente Donald Trump, que como siempre se siente en su mejor momento y cada vez más convencido de que ya la tiene ganada, el presidente de EE.UU. titubea entre salir o terminar de entrar a la guerra de Ucrania.


