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Tras el ataque explosivo, reivindicado por la organización terrorista al-Shabbab, al restaurante del hotel Pearl Beach en la playa de Lido, uno de los más lujosos de Mogadiscio, la capital de Somalia, resultaron muertas nueve personas, seis civiles y tres militares, además de que otras veinte fueron heridas.
Cumplidos ya dos años de la muerte Abubakar Shekau, el alucinado emir de Boko Haram que desde que asumió el mando en 2009 llevó a su organización al epítome del terror, aunque desde esa muerte parecen haberse apaciguado las acciones contra sus clásicos objetivos: el ejército y la sociedad civil, han atacado desde delegaciones del Gobierno central a mercados, desde altos funcionarios a simples conductores de transportes públicos.
El pasado miércoles 31de mayo, con reproches cruzados, se han interrumpido al menos temporariamente, las negociaciones que se llevaban en la ciudad saudita de Jeddah, entre las partes beligerantes que desde el 15 de abril libran la guerra civil en Sudán, las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) -el ejército regular al mando del General Abdel Fattah al-Burhan- y lo que se conoce cómo la Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) un grupo paramilitar crecido a la sombra de la dictadura de Omar al-Bashir, liderado por Mohamed Hamdan Daglo, alias Hemetti.
Esos mundos distópicos que solo encontrábamos en la fantasía de algunas narraciones que, entre otras cosas, hablaban de las guerras por el agua, parecen estar haciéndose un lugar en la realidad.
La guerra civil de Sudán entra en su peor estadio: la naturalización. Por lo que levemente las coberturas acerca de los muertos y las masacres, los avances o retrocesos, que se siguen produciendo, van abandonando los titulares y sigilosamente pasan a ocupar un espacio cada vez más discreto y breve en la información general.
Desde principios de mayo en el estado indio de Manipur, a unos 2.500 al sureste de Nueva Delhi, cercano a la frontera de Bangladesh, Birmania y China, se han recrudecido históricos enfrentamientos étnicos entre kukis y meiteis que dejaron cerca de 100 muertos, 300 heridos y unos 2.000 edificios destruidos entre los que se incluyen unas treinta iglesias y varios madires o devasthana, como se conoce a los templos hindúes, además de cientos de comercios y vehículos, mientras unas 35.000 personas se han debido desplazar, muchas de ellas hacia la vecina Birmania.
En diciembre del 2020, a días de terminar la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump rindió su último gran homenaje al régimen nazisionista de Tel-Aviv reconociendo la soberanía de Marruecos sobre los territorios de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) a cambio de que Mohamed VI, el rey marroquí, traicionando su pueblo, al pueblo árabe y especialmente al pueblo palestino, estableciera relaciones diplomáticas con el régimen judío.
La crítica situación económica e institucional de Pakistán obliga a considerar que, de profundizarse, podría arrastrar a los 232 millones de ciudadanos a una encrucijada que podría derivar hacia una guerra civil.
A una semana de las negociaciones que se desarrollan en la ciudad de Jeddah, Arabia Saudita, las dos partes involucradas en el conflicto armado de Sudán han alcanzado un primer acuerdo para permitir que todos los civiles abandonen el área de conflicto de manera segura y proteger los suministros civiles.