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“Un colihue es muy delgado y muy fácil de quebrar pero si juntamos varios son difícil de doblar. Si se une el campesino, el minero, el pescador, todos los trabajadores son un brazo y una voz”.
“… he aquí que el pacífico, el dócil, el sumiso de pronto desaparece de escena y en su lugar, desconcertante e incomprensible para los que del alma humana suponen saberlo todo, surge el ímpetu ciego y arrasador de la ira de los mansos. Lo más normal es que dure poco, pero da miedo cuando se manifiesta. Por eso, para mucha gente, el rezo más fervoroso, a la hora de irse a la cama, no es el consabido padrenuestro o la sempiterna avemaría, mas sí este: Líbranos, Señor, de todo mal y en particular de la ira de los mansos”.