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Resulta evidente la política de ajuste del gobierno nacional, producto del condicionamiento que surge del acuerdo con el FMI.
La economía argentina se viene ralentizando, viene creciendo más lento, y es muy probable que se acompañe lo que está aconteciendo internacionalmente, el rumbo hacia una recesión.
No hay duda de que la principal preocupación de la economía argentina, sobre todo para la mayoría de la población de bajos ingresos, es la elevada inflación, resultado del proceso de remarcación de precios, una cuestión de poder.
Tiene media sanción el presupuesto 2023, ahora el debate se traslada a la Cámara de Senadores. Mucho se discutió en la previa, respecto de algunas partidas y sobre el comportamiento político de las distintas bancadas.
La inflación de septiembre en Argentina alcanzó al 6,2%, menos que el 7% de agosto y que el 7,4% de julio, lo que le permite decir a las autoridades económicas que la inflación está bajando.
Puede y debe pensarse el 17 de octubre con una perspectiva de izquierda, y en ese sentido, partir de que el movimiento obrero en argentina nació anarquista, socialista, comunista, y se desarrolló bajo esas identidades políticas desde el último cuarto del siglo XIX.
Ni la Argentina, ni la región, ni el mundo pueden sustentar un orden social que a todas luces empeora las condiciones de vida de millones de personas en el planeta.
Durante el feriado largo pasado (7 al 10/10) se reestructuró el gabinete del gobierno argentino, en un contexto económico, social y político muy complejo.
Resulta curioso escuchar a la Directora Gerente del FMI sobre la situación de la economía mundial.