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Un año más se celebra el Día Internacional contra los Grandes Embalses. Los grandes embalses siguen causando destrucción, ambiental y humana, desde su construcción y el anegamiento de grandes extensiones de terreno, comunidades, patrimonio histórico y ecosistemas, a la provocada por su colapso y sus aguas arrastrándolo todo, a la muerte de las activistas que se oponen a estos proyectos.
El sistema eléctrico texano se desmoronó del 13 al 17 de febrero y 4 millones de personas se quedaron sin suministro en unos de los días más fríos en tiempos. Según los últimos números, los muertos se elevan a 58. En el ojo del huracán, o mejor dicho, de la tormenta gélida, la compañía gestora de la distribución eléctrica de Texas, ERCOT (Consejo de Fiabilidad Eléctrica de Texas)1. Porque la función de ERCOT era coordinar, controlar y supervisar el funcionamiento del sistema de energía eléctrica a más de 25 millones de clientes (90% del total de Texas), y eso fue lo que falló.
El Ministerio de Medio Ambiente fue renovado como Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en 2020, cuando Pedro Sánchez se hizo con el gobierno después de la previa experiencia tras la moción de censura contra el PP. Para muchas personas, el nombre se vio como algo que prometía nuevas políticas, quizás lo que no había podido probar en la corta experiencia anterior (junio 2018 a enero de 2020). Para otras era demasiado ambicioso. Una propuesta frívola. O una apropiación de las demandas de los movimientos sociales.
Con la emergencia climática (entonces “cambio climático”) copando el centro del debate ambiental, algunos, sobre todo algunos con intereses en esa industria obviamente, plantearon a la nuclear como la alternativa a la energía fósil, a la electricidad generada a partir de carbón y petróleo (el gas tiene un gran impacto climático pero no estaba tan introducido y no se veía como el responsable que es). Entonces ya no pesaban tanto en la opinión los sucesos de Three Island o de Chernobyl. Pero entonces ocurrió el desastre de Fukushima Daiichi (2011) y modificó la tendencia.
Siempre hacen falta buenas noticias para poder seguir adelante. Ahora más que nunca porque la maquinaria extractivista, planteada como presunta alternativa a la deuda y a las crisis económicas, arrasa el planeta. Y en ese contexto, ahora todavía más por la crisis de la Covid 19. Por un lado esta es aprovechada para imponer más proyectos o para ejecutar otros por la imposibilidad de ofrecerles resistencia, y por otra, esta crisis copa los medios informándonos sólo de sus pormenores, e instaurando miedo y recelo (no infundados), que junto a las medidas de confinamiento provocan la desmovilización.
Un año después del desastre de Zaldibar, mejor haríamos en llamarlo “el crimen de Zaldibar”, porque su origen se encuentra en el desprecio por la población, los trabajadores y el medio ambiente.
El acoso e intentos para-legales para incitarle a abandonar el país, está incidiendo en la salud de Erlin,
2020 quedará para la historia como el año del Coronavirus o Covid-19, una pandemia que afectó a todo el Planeta, en todos sus rincones, demostrando lo interrelacionados que estamos hoy en día todos sus pobladores.
Desde el 26 de noviembre de 2020 la India vive grandes movilizaciones agrarias que se oponen a tres leyes aprobadas en septiembre, aunque son consecuencia de años de hartazgo por las políticas neoliberales contra el sector.